La Lengua del Alma.

En el día de hoy, Día Internacional del Libro, a pesar de las múltiples dificultades a las que nos enfrentamos producto del aislamiento, millones de personas en todo el mundo estamos volviendo la vista a nuestras estanterías para evadirnos del exterior gracias a las páginas de aquellos amigos que nunca fallan: LOS LIBROS. Y es que, en un día como hoy, millones de miradas leerán y releerán las huellas del alma dejadas por la pluma de William Shakespeare (1564-1616), Vladimir Nabokob (1899-1977), Pamela Lyndon Travers (1899-1996), Karin Boye (1900-1941), Halldór Laxness (1902-1998) o Maurice Druon (1918-2009).

Por otra parte, también en los últimos años, hemos hecho nuestra la tradición del Día de San Jorge – Sant Jordi – regalando dos de los objetos más maravillosos que pueden regalarse los seres humanos; un libro y una rosa.

Este año el color y la forma de las rosas ha variado un poco con respecto a los años anteriores. Así, algunas rosas serán de distinto color y otras adoptarán la forma de videollamada virtual, de mensaje de texto o de audio. Pero, si os soy sincero, ¿qué importa el color de una rosa a la hora de apreciar su aroma o la suavidad de sus pétalos? ¿qué importa la forma de esa rosa si está cargada de todo el afecto y el amor posibles que sólo pueden sentir quienes se intercambian ese libro y esa rosa?

Regala una rosa roja y estarás diciendo a esa persona especial que la amas y que la deseas profundamente; regala una rosa amarilla y estarás deseando a esa persona toda la alegría y la felicidad del mundo que, sin duda, son también claras manifestaciones de amor puro y de amistad sincera; regala una rosa virtual y, quizá, consigas dibujar una sonrisa en el rostro de aquella persona que lo necesita en estos duros momentos en donde, todas y todos, echamos de menos el poder tocarnos, el poder abrazarnos, el poder amarnos.

Sin duda, no hay mejor compañero de viaje que aquel que es capaz de sorprenderte con cada palabra, de ilusionarte plenamente y de llegar hasta el fondo de tu alma. Pero, además, no hay nada que nos haga sentir más plenamente felices que poder escribir el libro de nuestra vida en compañía de ese alguien que te hace querer ser cada día mejor persona, mejor ser humano. 

Tampoco es casualidad que este día, 23 de abril, también fuera escogido como el Día Internacional del Idioma Español para conmemorar la figura de grandes Maestros Universales y Príncipes de las Letras como lo fueron Inca Garcilaso de la Vega (1539-1616), Miguel de Cervantes Saavedra (1547-1616), Josep Pla i Casadevall (1897-1981), Manuel Mejía Vallejo (1923-1998) y, por supuesto, a la maravillosa Ana Teresa de la Parra Sanojo (1889-1936), también Maestra y Princesa de las Letras Universales porque, sin duda, EL PAPEL DE LA MUJER EN LA LITERATURA UNIVERSAL DEBE SER REIVINDICADO SIEMPRE, EN CUALQUIER ÉPOCA Y EN CUALQUIER LUGAR.

Como decía Miguel de Cervantes: «La pluma es la lengua del alma, cuales fueren los conceptos que en ella se engendraron, tales serán sus escritos».

Por eso, en el día de hoy, os invito a todas y a todos a que descubráis la magia que se halla oculta en las páginas que encierran cada historia, en los misterios de cada novela, la belleza cada fábula, en el alma atrapada en los versos de cada poema, en los suspiros de cada sentimiento plasmado con la delicadeza de la pluma y en la fragilidad de cada pensamiento recogido en las esquinas de las delicadas páginas que narran toda una vida.

ESCOGED EL LIBRO, QUE YO OS REGALO LA ROSA. 

Iqbal Masih: 25 años después.

Hoy, por el Día Mundial contra la Esclavitud Infantil, quisiera compartir la historia de Iqbal Mashi (1982-1995). Su historia es también la historia de millones de niñas y niños en todo mundo que, de forma totalmente oculta y silenciada, viven y ven pasar toda su infancia y adolescencia bajo el yugo de la esclavitud más absoluta en cualquiera de sus formas.

Como si de un mero objeto se tratase, el padre de Iqbal lo cedió – más bien vendió – a un fabricante de alfombras por 600 rupias (apenas 30€ ajustando la inflación y el tipo de cambio actual) para poder sufragar los gastos de la boda de su hijo mayor. Ese fue el precio pagado que sesgó la libertad de un niño forzado a trabajar 12 horas días encadenado a un telar, siendo golpeado en varias ocasiones por su «propietario» y, como si fuera un mero objeto de cambio, «cedido» en repetidas ocasiones, y durante años, a otros «dueños» por su manejo del telar y la apreciada calidad del trabajo que realizaba. No importaba que la gente supiese que decenas de niños como Iqbal trabajaban en esas condiciones de explotación e insalubridad, únicamente contaba la calidad de una alfombras sin importar la dureza de un trabajo que hacía que el joven Iqbal, por la dureza del trabajo, apenas llegara a tener la estatura y el cuerpo de un niño de 6 años.

Un día no aguantó más y escapó. Con apenas 10 años, se las ingenió para poder escapar y denunciar ante las autoridades la situación que vivía y, al igual que él, otros muchos niños y niñas del país. Finalmente, con la ayuda del sindicato Bhatta Mazdoor Mahaz (Frente de los trabajadores de ladrillos), también su último “dueño” tuvo que responder ante la justicia pese a los intentos de soborno. La fábrica que había sido su cárcel cerró liberando a las niñas y niños que, como Iqbal, habían perdido buena parte de su infancia entre cuatro paredes y tratados como meros objetos de producción.

Pero no se detuvo. Iqbal, libre de desde ese momento, se dedicó con todas sus fuerzas a denunciar a todos los fabricantes de alfombras que explotaban a cientos de niñas y niños en condiciones de esclavitud. El mensaje de Iqbal era claro: «¡NO COMPRÉIS NINGUNA DE ESAS ALFOMBRAS!».

Poco tiempo después, cuando regresaba a casa en bicicleta, Iqbal sería SALVAJEMENTE ASESINADO por los disparos recibidos a manos Ashraf Hero, un hombre de mediana edad adicto a la heroína que le disparó con un rifle. Sin embargo, otras fuentes apuntan a que los autores del asesinato del jóven Iqbal fueron un grupo de mercenarios pagados por la «Mafía de las Alfombras» y que huyeron en una furgoneta negra tras acabar con su vida. Siempre quedará esa duda.

Ahora, cuando se cumple el 25º aniversario del atroz asesinato del joven Iqbal, no podemos olvidar que, en la actualidad, y según fuentes de Naciones Unidas, alrededor 400 millones niñas y niños se ven forzados a trabajar durante jornadas extenuantes de hasta 16 horas en condiciones de esclavitud o semiesclavitud, con riesgo de caer en organizaciones criminales dedicadas a la trata de seres humanos o al tráfico de órganos, de redes de narcotráfico, forzados a ir a la guerra en conflictos armados como «niños soldado» e, incluso, de caer en las redes de la explotación sexual infantil.

Aunque es cierto que ninguna parte del mundo está exenta de tener casos de esclavitud en cualquiera de sus formas, la esclavitud sigue particularmente presente en zonas de pobreza extrema, en aquellas situaciones de conflicto bélico en donde cientos de miles de personas refugiadas huyen para salvar la vida y también en aquellas zonas en donde suceden las grandes catástrofes naturales. Por eso, es urgente adoptar todas las medidas que sean necesarias para evitar estas situaciones que afectan directamente a los menores erradicando todo riesgo de violencia, maltrato, explotación y esclavitud. El que la Comunidad Internacional no actúe, o no lo haga con suficiente rigor y firmeza, NOS HACE CÓMPLICES.

Las niñas y los niños son titulares de los derechos humanos e inalienables a la educación, a la salud, a la libertad, a la defensa de sus derechos así como cualquier otro derecho reconocido y también a la inviolabilidad absoluta de su dignidad humana. Por eso, y sobre todo, tienen derecho a ser y a vivir como lo que son; NIÑAS Y NIÑOS.

Porque, como decía el propio Iqbal;

«LOS NIÑOS DEBERÍAN TENER LÁPICES EN SUS MANOS, NO HERRAMIENTAS». 

Iqbal Masih