El Derecho Incuestionable a SER.

En tiempos recientes mucho se ha hablado de la complicada situación y trato discriminatorio que sufren todas las personas que conforman la Comunidad Transgénero. Por eso hoy, 31 de marzo, con motivo del Día Internacional de la Visibilidad Transgénero, he querido unirme a las reivindicaciones en contra de toda forma de discriminación sobre las personas transgénero y posicionarme al lado de quienes, cada día, sólo persiguen ser RESPETADES en sus derechos más básicos e inalienables. A pesar de los muchos avances, las personas trans siguen siendo víctimas de violencia y de odio, también, y desde hace tiempo, desde las instituciones en donde tienen representación aquellas formaciones que cuestionan o, directamente, niegan la titularidad de sus derechos. Sin embargo, recordemos que los Estados son garantes de los derechos humanos y fundamentales de todas las personas que se encuentran dentro de su territorio y, por supuesto, esto también incluye a las personas trans. En consecuencia, deben implantar todas las medidas que sean necesarias para protegerlas de la violencia, del odio y de la discriminación por razón de su orientación sexual, identidad sexual y expresión de género.

Concretamente, la orientación e identidad sexual y la expresión de género son elementos esenciales que constituyen y determinan el libre desarrollo de la personalidad de todo ser humano, derecho que también se encuentra reconocido en la Declaración Universal de Derechos Humanos y que todo Estado tiene el deber de garantizar en su pleno ejercicio junto con todos los derechos que son inherentes e indispensables para garantizar la inviolabilidad de su dignidad como seres humanos. Por tanto, el derecho a la igualdad ante la ley, el derecho a la educación, el acceso a la salud, a la inserción laboral, a una vivienda digna, a la protección social y, en definitiva, todos aquellos derechos civiles, sociales, económicos y culturales reconocidos internacionalmente, además de contar con una total protección en contra de toda forma de violencia y discriminación, DEBEN ESTAR PLENAMENTE GARANTIZADOS Y JAMÁS PUEDEN CUESTIONARSE, DISTORSIONARSE O DESVIRTUARSE PARA LAS PERSONAS TRANS.

Tengamos claros algunos conceptos de entrada. En primer lugar, hay que tener en cuenta que la identidad de género no es mismo que la orientación sexual ni tampoco lo mismo que la identidad sexual. Así, la identidad de género es la percepción subjetiva que una persona tiene de sí misma respecto de su propio género y que puede coincidir o no con las características sexuales. Por su parte, la identidad sexual es la percepción que una persona tiene de sí misma con relación a sus propias características físicas o biológicas que, con carácter general, se traslada a una apariencia externa y al rol vinculado a un sexo desarrollado y preferido desde la autoconcepción misma de la persona o desde la imposición social. En cuanto a la orientación sexual, es aquella atracción física, afectiva o romántica que una persona siente por otra y que, con carácter general, se mantiene sostenida en el tiempo y que está relacionada en función con el sexo de la persona por la que se siente esa atracción física, afectiva o romántica.

Aclarados un poco estos conceptos, las personas trans perciben, sienten y tienen una identidad sexual diferente de su sexo biológico de nacimiento. Es decir, la identidad sexual parte desde la propia consciencia de quien uno es y, por tanto, las personas pueden identificarse como hombre cisgénero, mujer cisgénero, mujer trans (que es una MUJER), hombre trans (que es un HOMBRE), persona no binaria u otra terminología diferente según cual sea la cultura del país en el que nos encontremos como «hijra», «fa’afaine», «queer», «muxé», «waria», «tercer género», «biespiritual», «meti», o «transpinoy» en otros términos. Por otro lado, una persona trans puede ser heterosexual, bisexual, homosexual, asexual, demisexual, sapiosexual o tener cualquier otra orientación sexual y seguir siendo un ejemplo perfecto de la enorme diversidad que conforma la raza humana compuesta por casi 8.000 millones de personas, de seres humanos válidos y perfectos en toda su riqueza y en toda su diversidad. De ahí el derecho de las personas trans de ser reconocidas legalmente como lo que son en los documentos de identidad oficiales, de ahí la exigencia de ser reconocidas, tal y como son, POR LA SENCILLA RAZÓN DE QUE SON Y EXISTEN. Pensemos que el reconocimiento oficial en los documentos de identidad nacionales de conformidad con la identidad y la expresión de género es un avance indispensable hacia el reconocimiento, el respeto y la garantía de ejercicio de los derechos de las personas trans. No obstante, esto no quiere decir que no haya que abordar los dramáticos casos de violencia y discriminación en contra de la Comunidad Trans que, por desgracia, en no pocas ocasiones, acaban incluso con la pérdida de vidas humanas dada la crueldad adicional que sufren en comparación con otras formas de violencia, odio y discriminación.

Desgraciadamente, las violaciones de derechos humanos en la Comunidad Trans son claras en todos los aspectos. En la mayoría de los casos, y con independencia del lugar en donde vivan, las personas trans no solo se enfrentan a situaciones de acoso, agresiones físicas y verbales o exclusión de su círculo social y familiar más próximo, también deben soportar continuamente enormes trabas para acceder a una atención sanitaria adaptada a sus necesidades, a un sistema educativo que, a pesar de los avances, aún cuenta con enormes carencias en materia de inclusión y respeto hacia la diversidad afectivo-sexual y de expresión de género en las aulas, a un mercado laboral tremendamente reticente y cargado de prejuicios, a la enorme dificultad de acceso a una vivienda digna, ya sea en alquiler o en propiedad y, en definitiva, a un buen número de prejuicios sociales que imposibilitan el pleno ejercicio de sus derechos más básicos. Pero, además, las personas trans también son víctimas de otras conductas discriminatorias como lo son las detenciones arbitrarias, la criminalización injustificada o los actos de violencia diaria que sufren a través de brutales actos de tortura y agresión física, de aberrantes agresiones sexuales y, en los casos más graves, de ASESINATOS MOTIVADOS POR EL ODIO en los que, en no pocas ocasiones, factores como la edad, el origen étnico, la situación laboral, la clase social y el grado de discapacidad también entran en escena cuando son víctimas de un acto de violencia, odio y discriminación con ALTOS NIVELES DE IMPUNIDAD por el miedo a las represalias en caso de denuncia.

Es URGENTE EXIGIR a todas las Instituciones Gubernamentales que adopten cuantas medidas sean necesarias para el ejercicio efectivo de los derechos de los que también son titulares las personas trans por el mero hecho de ser personas, POR EL MERO HECHO DE SER SERES HUMANOS. Para ello, resulta indispensable la supresión de toda traba administrativa e impedimento legal que pueda obstaculizar el reconocimiento legal de su identidad de género, protegiendo el libre desarrollo de la personalidad y la propia autonomía corporal. Además, debe determinarse por todos los Estados la PROHIBICIÓN ABSOLUTA de toda clase de tratamiento psiquiátrico y farmacológico no deseado, así como toda intervención médico-quirúrgica para la esterilización forzosa, la PROHIBICIÓN ABSOLUTA de la obligación de divorcio en aquellos casos en los que un cónyuge sea transgénero, la PROHIBICIÓN ABSOLUTA de la negación de la custodia y régimen de visitas sobre descendientes o la PROHIBICIÓN ABSOLUTA de toda norma o conducta que impida el mantenimiento o el establecimiento de vínculos familiares.

Los Estados tiene el deber de garantizar que todo el marco normativo, los distintos programas de inclusión, así como todas las políticas sociales que lleven a cabo, sean compatibles con el ejercicio los legítimos derechos de las personas trans. Igualmente, también tienen la obligación de perseguir con todo el rigor de la ley cualquier conducta criminal para puedan vivir sin miedo en un espacio libre de violencia, de odio y de discriminación.

Como demócratas, como defensores de los derechos humanos de toda persona, SEA QUIEN SEA, hemos de comprometernos en la construcción de una sociedad en donde la INCLUSIÓN sea un eje transversal en todos los escenarios para poder romper todas las barreras discriminatorias y responder abrazando la diversidad como única vía para respetar los derechos básicos e inalienables de la Comunidad Transgénero.

Por tanto, quiero que queden claro los siguientes puntos, de una vez por todas, y PARA SIEMPRE:

1️⃣ Una mujer trans, ES UNA MUJER.

2️⃣ Un hombre trans, ES UN HOMBRE.

3️⃣ El derecho al libre desarrollo de la personalidad es INCUESTIONABLE.

4️⃣ La Dignidad Humana de toda persona, sea quien sea, ES INVIOLABLE.

Y, por último, tengamos claro que:

LOS DERECHOS DE LA COMUNIDAD TRANS, SON DERECHOS HUMANOS.

Por la VERDAD y la JUSTICIA.

Hoy es otra de esas fechas de calendario que no pasan desapercibidas para que quienes adquirimos en su momento el compromiso de defender la Dignidad y los Derechos Humanos de cualquier persona en cualquier lugar del mundo. En este día, somos muchas y muchos quienes rendimos sentido homenaje a quienes perdieron la vida al negarse a romper este compromiso de luchar por la defensa del más débil y por buscar la VERDAD y la JUSTICIA como únicos instrumentos válidos y legítimos para devolver la dignidad a todas las víctimas de violaciones de Derechos Humanos.

En este día 24 de marzo, Día Internacional del Derecho a la Verdad en relación con Violaciones Graves de los Derechos Humanos y de la Dignidad de las Víctimas, es momento de honrar la memoria y el trabajo de todas aquellas personas que lucharon y luchan, día a día, con el único afán de conseguir un futuro mejor para su comunidad, para sus congéneres y desde el profundo respeto hacia la inviolabilidad de la dignidad humana. Especialmente, quiero rendir homenaje a todas aquellas personas que perdieron la vida defendiendo la dignidad y los derechos de sus semejantes, fueran quienes fueran, convirtiéndose también en víctimas pero, igualmente, en un ejemplo de inspiración para todas y todos.

Cuando hablamos del Derecho a la Verdad, debemos entender que, a lo largo de la historia, y también en tiempos no demasiado lejanos, millones de personas han sufrido, y por desgracia siguen sufriendo, ataques atroces en contra de sus derechos más básicos y de los que aún no han recibido la debida reparación y obligada respuesta. Pensemos que el Derecho a Verdad ha sido reconocido por la Organización de las Naciones Unidas y por la inmensa mayoría de los Estados que conforman la Comunidad Internacional. Por tanto, es un derecho que asiste a las todas las víctimas sin distinción y del que emana una obligación para todos los Estados consistente no solo en un deber de respeto sino también en el deber de adoptar todas las medidas que sean necesarias para su pleno reconocimiento y para una absoluta garantía de cumplimiento.

Hace 40 años, el 24 de marzo de 1980, Monseñor Óscar Arnulfo Romero, sacerdote de El Salvador y humanista, dedicado en cuerpo y alma a la defensa de la Paz y de los Derechos Humanos, fue brutalmente asesinado intentando defender los derechos de los más débiles de la población durante el conflicto bélico que desangraba al país. Desde la perspectiva de estos acontecimientos históricos, en este día debemos reconocer no solo la figura de personas como Monseñor Romero sino la de todas aquellas personas que han dedicado y dedican toda su vida a la defensa y a la promoción de los Derechos Humanos en todo el mundo aun cuando suponga un riesgo para su integridad y para su propia vida.

Monseñor Óscar Arnulfo Romero (1917-1980)

También un 24 de marzo, pero de 1976, Argentina sufría un Golpe de Estado, dentro de uno de los periodos más ominosos de la historia de América Latina, que sumió al país bajo el yugo de una dictadura militar que sesgó la vida de 30.000 personas mediante ejecuciones sumarias, desapariciones forzadas y a través de los macabros «VUELOS DE LA MUERTE». Todo un mecanismo de terrorismo de Estado puesto al servicio de un cruel genocidio y en donde miles de familias quedaron marcadas para siempre por la ausencia de padres, madres, hijos e hijas a quienes seguirán buscando más allá de la resignación, del llanto, del dolor y de la propia muerte. Es por eso por lo que, en este día, debemos reivindicar la memoria de todas las víctimas de desapariciones forzadas, de ejecuciones sumarias, de secuestro y robo de menores y de actos de tortura entre otras atrocidades cometidas durante las dictaduras militares que, durante buena parte del siglo XX, desangraron a toda América Latina. Y tampoco podemos olvidarnos de las familias de las víctimas que también vivieron el terror en primera persona durante aquellos años, y cuyas heridas siguen aún abiertas, junto con una sociedad que, incluso, a día de hoy, y aunque cada vez menos, aún se siente parcialmente atemorizada. Una sociedad que, a su vez, aún espera respuestas, que ansía JUSTICIA, que clama por la identificación de los responsables de tales atrocidades y que, con una fuerza incansable, alza su voz cada vez más atronadora y desgarrada gritando: «¡NUNCA MÁS!».

Este Derecho a la Verdad implica el derecho a conocer todos los detalles de todo lo que pasó, de la identidad de las personas que cometieron tan brutales atrocidades y del paradero y destino final de todas las víctimas. Para alcanzar este objetivo, el único camino es la VERDAD, la verdad con mayúsculas. Solo a través de ella las víctimas y familiares podrán recibir esa JUSTICIA, también con mayúsculas, además de la reparación y de las respuestas que tanto necesitan para cerrar sus heridas o, al menos, para poder empezar a aprender a vivir con ellas sin el tormento y sin la tortura diaria de no saber quién, cómo, cuándo y por qué.

En estos momentos en los que parece que algunas de aquellas abominaciones del pasado parecen querer volver a nuestras vidas, NUESTRA PRINCIPAL ASPIRACIÓN DEBE SER SIEMPRE LA DE TOMAR PARTIDO EN FAVOR DE LA DEFENSA DE LA DIGNIDAD Y DE LOS DERECHOS HUMANOS, actuando con todo el rigor, con toda la fuerza y con toda la determinación posibles para conseguir esa VERDAD con mayúsculas y desde la responsabilidad común que todas y todos tenemos no solo con respecto a nuestro propio pasado sino también y como sociedad para con las generaciones futuras.

Solo a través de la VERDAD, la víctimas hallarán la PAZ; y solo a través de la VERDAD, las víctimas recibirán el reconocimiento debido y la tan merecida JUSTICIA.

Porque, en definitiva, solo a través de la VERDAD puede haber JUSTICIA.

Manifestante de la Organización de Derechos Humanos «Madres de la Plaza de Mayo».

Demostremos nuestra Humanidad.

En los últimos días hemos contemplado la forma en la que nuestra vida ha cambiado radicalmente y en donde, por momentos, la histeria colectiva parecía que iba a adueñarse de todas y de todos. Todo ello provocado por un virus casi invisible, pero tremendamente peligroso para los grupos más vulnerables, que ha puesto en jaque todos nuestros esquemas y estructuras sociales a nivel global. Sin embargo, debemos tener claro que muy pronto TODA ESTA PESADILLA ACABARÁ; que, más pronto que tarde, todo volverá a la normalidad; y que, al final, cuando todo esto pase, nos daremos cuenta de lo mucho que habremos aprendido y de lo mucho que nos habremos fortalecido.

En muchas ocasiones admiramos con el rostro embobado a los héroes y heroínas de las películas de cine y de las series de televisión sin pesar en los verdaderos héroes y heroínas que, día a día, salvan la vida de miles de personas y que se encuentran a nuestro alrededor. Profesionales de la Medicina, de la Enfermería, de la Farmacéutica, de los Cuidados a personas de grupos vulnerables, de los diferentes grupos de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado y todas aquellas personas que están trabajando duramente dando lo mejor que tienen, dando el todo por el todo. Y lo hacen para que evitar el caos absoluto dentro de una situación extremadamente compleja de la que muchas y muchos aún no son (o no quieren ser) conscientes de su gravedad.

Los verdaderos héroes y heroínas.

Es cierto, la situación es muy incómoda, pero debemos tener en cuenta que, ante circunstancias excepcionales, son necesarias medidas excepcionales. Por eso, hemos de actuar como seres racionales y no dejarnos llevar por los impulsos ni por la mala intención de quienes se dedican a infundir la confusión y el miedo en la población de forma inconsciente o, peor aún, de forma totalmente deliberada. Algo que, en determinados supuestos, puede llegar a ser constitutivo de DELITO.

Enlace al Código Penal Español en el BOE

Ahora, más que nunca, hemos de ser capaces de actuar como un solo ser y volcarnos los unos con los otros para que nadie se quede atrás. Ya NO EXISTEN FRONTERAS, CREDOS, CULTURAS, NACIONALIDADES NI NINGUNA OTRA DIFERENCIA. Estamos ante una obligación que atañe a todas y a todos por igual, sin importar quién seas, cómo seas, de dónde veas o cómo pienses. Y hemos de hacerlo manteniendo en todo momento la serenidad, siguiendo las indicaciones e instrucciones de la Administración y de la OMS para reducir la velocidad de propagación, actuando con responsabilidad y evitando todo abuso malintencionado. 

Siempre habrá quien se aproveche estas situaciones de máxima gravedad para conseguir algún clase de interés o beneficio personal ya sea este económico o político. El egoísmo es algo que también está en nuestra naturaleza pero, sin duda, hay muchas herramientas dentro de cada uno de nosotros y de nosotras que, como seres humanos, podemos utilizar para vencer el egoísmo.

Basta con solo mirar a nuestro alrededor.

Si podemos sacar una lección de todo esto, esa lección es, sin duda, que SOMOS MUCHO MÁS QUE MEROS INSTRUMENTOS DE PRODUCTIVIDAD, que hay cosas mucho más importantes que calmar la codicia de unos a cambio de muy poco y que ahora somos capaces de imaginar un poco mejor la inseguridad, el miedo y el terror que sienten miles de personas que, cada día, HUYEN DEL DOLOR, DE LA GUERRA, DEL HAMBRE Y DE LA MUERTE. 

Quizá, a partir de ahora, empecemos a comprender cómo se sienten.

Esta situación que ahora estamos viviendo nos está enseñando la fragilidad de todo, lo volátil que todo puede llegar a ser y cuál es la verdadera importancia, el verdadero valor y la razón de la verdadera felicidad que, a veces, hemos llegado a olvidar pero que siempre sentimos ante la calidez de una sonrisa amable, ante el tacto de una caricia, de un beso, de un abrazo o ante la sensación que sentimos en nuestro interior cuando escuchamos un “TE QUIERO”

Nunca olvidemos lo verdaderamente importante.

Estas cosas no nos lo podrá quitar ningún virus pero, quizá, este virus sí nos pueda hacer entender la enorme importancia, no ya de lo que podemos llegar a tener o perder, sino de lo que siempre hemos tenido y de lo que, pase lo que pase, SIEMPRE TENDREMOS. 

Que esta situación no nos haga perder la esperanza, que no nos haga perder el sentido de la compasión, de la comprensión, de la bondad y del amor fraternal entre todos los seres humanos, que no nos haga perder aquello que nos diferencia y que nos hace únicos y especiales. Por favor, ahora más que nunca, DEMOSTREMOS NUESTRA HUMANIDAD. 

RECORDAD: