Está pasando ante tus ojos.

Como ya tuve oportunidad de compartir todas y todos, uno de los más abominables crímenes que se pueden cometer en contra de los seres humanos someterlos a condiciones de esclavitud y de explotación sexual. Ahora mismo, mientras estáis leyendo esto, miles de personas en todo el mundo, mujeres y niñas principalmente, pero también hombres y niños, están siendo comercializados como meros objetos de placer sexual. A través de la trata las víctimas son cosificadas y tratadas como mera mercancía de puro consumo, de usar y tirar, arrebatándoles todos sus derechos y su dignidad como seres humanos. Por eso, por ser uno de los crímenes más aberrantes que se pueden cometer contra seres humanos, es por lo que la trata con fines de explotación sexual, está reconocido como un CRIMEN DE LESA HUMANIDAD en el Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional.

No nos engañemos, está pasando ahora mismo y cerca de donde tú vives. En tu misma ciudad o a muy pocos kms de ella, a la luz de todo el mundo, mafias organizadas, empresarios de la noche, proxenetas y cargos públicos contribuyen, con el conocimiento y pasividad de las Administraciones Públicas, a que haya seres humanos que están siendo salvajemente explotados y cosificados como objetos sexuales a través de un SISTEMA DE PROSTITUCIÓN FORZADA.

Los datos que están sobre la mesa reflejan que, desde 2003, cerca de 2.800.000 de seres humanos han sido detectados como víctimas de un actividad delictiva que supone un enorme negocio para las mafias dedicas a las explotación laboral y sexual. Algunos estudios han determinado que, solo en la Unión Europea, hay entre 50.000 y 80.000 víctimas de la trata con fines de explotación principalmente sexual. Sin embargo, se tiene por cierto que por cada víctima de la trata que es identificada existen, al menos, otras 20 víctimas más que todavía no han podido serlo. Es decir, multipliquemos 2.800.000 x 20. En total, 56.000.000 DE PERSONAS QUE ESTARÍAN SIENDO AHORA MISMO VÍCTIMAS DE LA TRATA EN EL MUNDO.

Por tanto, si tomamos en consideración este dato, nos encontramos ante una situación alarmante donde cuesta imaginar la dimensión real que supone la trata de seres humanos a nivel mundial. De hecho, se estima que el volumen de beneficios sobrepasa los 40.000 millones de euros en todo el mundo situándose al mismo nivel de beneficio que el tráfico de armas, que el tráfico de drogas y en donde las el porcentaje de víctimas arroja que, en general, según el Informe de la UNODC el 72% de las víctimas son mujeres y niñas (49% mujeres y 23% niñas) frente al 28% de hombres y niños (21% hombres y 7% niños). Y si estamos ante un sistema de explotación sexual forzada, un 94% son mujeres y niñas (68% mujeres y 26% niñas) frente al 6% de hombres y niños (3% hombres y 3% niños).

No nos engañemos, la realidad es esa y los proxenetas están llevando a cabo su actividades de forma cada vez menos visible pero igualmente repulsivas. Incluso, tal y como determina el Informe de la Comisión Europea de 2016, lo están haciendo de manera en la que fuerzan la interpretación de las normas legales para trabajadores autónomos. Es más, de acuerdo con el Informe de la EUROPOL de febrero de 2016, en aquellos países en donde existe una cobertura legal para el ejercicio de la prostitución es mucho más frecuente la búsqueda de «mano de obra barata» en donde los traficantes y proxenetas utilizan el marco legal para continuar con la explotación de sus víctimas con total impunidad legal. Por tanto, a pesar de los distintos esfuerzos a modo de medidas puestas en marcha, la trata de seres humanos con fines de explotación sexual no solo no está siendo debidamente aborbada sino que, como muestra de la ineficacia de las medidas que se anuncian, sigue en aumento. Ejemplo de ello es el caso de España que está en segundo lugar (por detrás de Italia) en cuanto al número de casos de redes de prostitución desarticuladas y en donde el beneficio de la trata de personas con fines de explotación sexual supera los 5 millones de euros al día. En total, los beneficios que obtiene la trata ascienden cerca de 2.000 MILLONES DE EUROS A AÑO SOLO EN ESPAÑA.

Las redes dedicadas a la explotación sexual no tienen límites a la hora de captar a sus víctimas entre los más vulnerables. La reciente crisis migratoria que vivimos desde hace ya varios años ha sido un verdadero caldo de cultivo para que las redes de captación puedan cebarse sobre todo con las mujeres, niñas y niños migrantes y refugiados. Así lo ha puesto de puesto de manifiesto la propia Comisión Europea en su Comunicación sobre el estado de ejecución de las medidas prioritarias en el marco de la Agenda Europea de Migración. En ella, se hace eco de los fallos del sistema de asilo que son aprovechados por las redes de captación para intenta captar a mujeres subsaharianas que parten desde Libia como principal punto de salida al Mediterráneo y dado que el país, debido a los enfrentamientos y a la inestabilidad, es fácil para las redes utilizarlo como punto estratégico de salida hacia Europa y para el mercado negro de esclavos. Algo que también ha sido denunciado desde la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos.

Por todo esto, es de vital importancia el trabajar en los países y zonas de vías de desarrollo, y también en aquellas otras en donde existen conflictos armados, para evitar que los sectores más desfavorecidos de la población caigan en manos de los señores de la guerra, de las redes del narcotráfico y, en este caso, en las redes de trata de personas con fines de explotación sexual. Pensemos que estas redes se aprovechan de la situación de VULNERABILIDAD de aquella parte de la población que huyen del hambre y de la guerra.

Por tanto, no existe esa supuesta «voluntariedad» a la hora de entrar en la red de explotación sexual. Esa es una falacia que hay que combatir con toda la fuerza de los argumentos y con la verdad de una realidad que afecta a millones de seres humanos en todo el mundo que, ante una dramática situación familiar, caen en las redes de la trata. Es decir, la víctima podrá en un momento determinado «consentir» en entrar en la red para huir del hambre, de la guerra o para ayudar a su familia pero si las circunstancias no les son adversas, salvo casos muy contados, NUNCA ACCEDERÍAN VOLUNTARIAMENTE. Ya dije en su momento que es preciso que desvinculemos estas dos palabras (consentimiento y voluntad) porque una persona, ante una situación extremadamente adversa, puede «consentir» en entrar en la red pero si esas circunstancias no existieran en infinita mayoría de los casos JAMÁS LO HARÍA DE FORMA VOLUNTARIA. Y, sin embargo, a pesar de todo esto, las víctimas son criminalizadas mientras que los cabezas de las redes de explotación sexual continúan captando a más víctimas bajo una práctica y casi total impunidad.

Estamos fallando tremendamente en el enfoque que tenemos que dar a la lucha contra la trata. Es innegable que nos queda mucho por hacer y hemos de hacerlo a la mayor brevedad posible porque el problema no está disminuyendo, todo lo contrario, continúa en ascenso mientras que las autoridades siguen mostrando una CLARA FALTA DE VOLUNTAD POLÍTICA para implementar medidas que verdaderamente contribuyan a la erradicación de la trata de seres humanos con fines de explotación sexual.

Hoy, DÍA INTERNACIONAL CONTRA LA EXPLOTACIÓN SEXUAL Y LA TRATA DE PERSONAS, quiero que penséis nuevamente en esto: Mientras lees este texto, hay gente que está siendo vendida como mercancía y que, muy probablemente, está llegando a tu ciudad ahora mismo. Da igual de dónde sea la mujer, la chica, la niña, el hombre, el chico y el niño. Ahora mismo esa víctima puede estar llegando a tu ciudad, MUERTA DE MIEDO, y sin saber qué va a ser de ella, sin saber qué está pasando, sin saber si dónde se ha metido realmente, sin saber si volverá a ver a su familia, sin saber si volverá algún día a ser libre y, sobre todo, con el paso del tiempo, sin saber qué va a ser de ella cuando ya a nadie le interese.

Mientras aquí nos quejamos de que tenemos que volver a votar en unas cuantas semanas, hay gente que es invisible, que no vota, que no tiene voz, que no existe para nadie, que son únicamente objetos de consumo. No olvidemos de que, a pesar de nuestras carencias, si tenemos vocación de llegar a ser una sociedad plural, justa, feminista, democrática y avanzada, es tiempo de que, de una vez por todas, EXIJAMOS a nuestros gobernantes medidas claras y efectivas para luchar contra la trata de seres humanos.

RECORDEMOS: La trata, es un atentado a la inviolabilidad de la dignidad humana; la trata, es arrebatar el don de la libertad a un ser humano indefenso y desprotegido; la trata, es una violación de los derechos humanos; la trata, es un DELITO CONTRA LA HUMANIDAD.

El Valor de la Paz.

La Paz no debería ser únicamente la ausencia de violencia, debería ser el estado natural de todo aquello que nos rodea y que, a pesar de nuestras diferencias, nos permitiese ser capaces de avanzar conjuntamente, en plena armonía, en total convivencia  y en constante evolución. 

La propia Carta de las Naciones Unidas deja remarcado que existe el compromiso de “preservar a las generaciones venideras del flagelo de la guerra” que en dos ocasiones golpeó al conjunto de la humanidad durante el pasado siglo y que, por desgracia, en la actualidad, sigue golpeando a buena parte la población en numerosas regiones de todo el mundo contabilizándose millones de víctimas inocentes en los 55 conflictos bélicos que, a día de hoy, aún permanecen activos

Mapa con algunos de los principales conflictos bélicos actuales.

No basta con intentar únicamente el mantenimiento de la Paz a través del envió de fuerzas que eviten más enfrentamientos entre las partes enfrentadas. Tampoco es efectivo intentar construir la paz toda vez que regiones enteras han sido arrasadas sin que las heridas estén cicatrizadas. Tampoco es una panacea el descargar todas las responsabilidades en la diplomacia preventiva. Nada de todo esto por separado es efectivo en sí pero, al mismo tiempo, todo forma parte de un conjunto esencial que debe ser elevado al máximo nivel si realmente queremos trabajar por una paz mundial y duradera. Todo ese conjunto a ese máximo nivel recibe un nombre que muy pocas veces es pronunciado no solo por los altos cargos de los diferentes gobiernos que conforman la comunidad internacional, sino que tampoco nuestros mismos labios pronuncian. Y ese nombre es: CULTURA DE LA PAZ. 

Sé que, al menos en apariencia, la cultura de la paz parece no tener ninguna posibilidad frente la cultura de la guerra y de la violencia, que tantos intereses mueve aunque no queramos o no sepamos reconocerlos. Igualmente, de esa cultura de la guerra, la impunidad y la intolerancia toman su fuerza haciéndose cada vez más presentes en nuestra sociedad. Es cierto, luchas contra todo es un reto complejo que debe ser enfocado desde múltiples perspectivas y a través de mecanismos que se antojan demasiado lentos y con demasiados errores. Pero es el único camino posible y el recorrerlo no es una opción, sino todo lo contrario, es una obligación de toda sociedad que, sin duda, puede y debe conseguirse. 

Tal vez un día, 24 horas, no sean suficientes para reivindicar todo aquello que represente al Día Internacional para la Paz. La Paz no tiene que reivindicarse únicamente hoy, día 21 de septiembre, con un alto el fuego en día de hoy, sino que debe reivindicarse y exigirse constantemente para todos los líderes del mundo comiencen a escuchar de una vez por todas a todos los pueblos del mundo. Pueblos que solo piden el fin de la violencia, de la represión y de la intolerancia; pueblos que claman por el respeto a hacia sus derechos y libertades fundamentales más básicas pero que apenas tienen posibilidad de hacerlo porque sus voces han sido silenciadas; pueblos que buscan desesperadamente la protección de sus familias huyendo del hambre, del dolor, de la destrucción y de una muerte segura.

Existen muchos aspectos relacionados con la ausencia de la paz que no únicamente se reducen a los enfrentamientos armados. Son muchas las causas que rodean los distintos conflictos de la actualidad; la falta de asistencia médica y humanitaria, la extrema pobreza, la prevención de enfermedades como el cólera, el tifus o el VIH; los desastres naturales fruto de un cada vez más evidente cambio climático; la falta de un sistema democrático que respete la democracia y los derechos humanos; la falta de control de la venta de armas y la ausencia de compromisos de desarme; o la ausencia del cumplimiento de los compromisos contraídos por el resto de la comunidad internacional como las operaciones de paz en las zonas afectadas o ausencia de ayudas de cooperación al desarrollo.

Tampoco podemos olvidar que el papel de los jóvenes en la construcción y en el desarrollo de un futuro de paz es totalmente esencial. Pensemos que, a través de la Paz, es posible un mayor grado de desarrollo que permita aumentar la igualdad de oportunidades entre los jóvenes, mujeres y hombres del futuro, que residen en las zonas de conflicto. Es preciso proteger a las nuevas generaciones procurándoles un ambiente sano y una educación inclusiva para que, como protagonistas fundamentales del mañana, y a través de su enorme potencial, dirijan a sus respectivos países hacia un futuro mejor en donde la paz y el desarrollo sostenible de su comunidad se hagan realidad desde una estabilidad y seguridad que son necesarias para erradicar la pobreza extrema, el hambre y las enfermedades que, aún teniendo fácil cura, se cobran demasiadas vidas inocentes precisamente por la ausencia paz. 

Sus voces, que también son las nuestras, deben ser escuchadas porque, incluso mucho antes de lo que se esperaba, jóvenes de todo el mundo, mujeres y hombres del mañana, están demostrado su enorme fuerza y capacidad de compromiso en favor de aspectos tan esenciales como lo son el respeto hacia la dignidad y hacia los derechos humanos de toda persona (especialmente en la defensa de los derechos de migrantes y refugiados que se ven obligados abandonar todo cuanto poseen para salvar su vida); la defensa de un modelo de desarrollo sostenible que permita combatir los efectos del cambio climático; la promoción del empoderamiento de la sociedad civil a través de la fuerza de la democracia como mejor instrumento para combatir en favor de la igualdad entre mujeres y hombres; para luchar contra toda forma de discriminación por racismo, xenofobia, LGTBIfobia, enfermedad o discapacidad; y para impulsar y materializar un sistema de educación cívica e inclusiva que permita el máximo nivel de participación de la sociedad en aspectos tan esenciales como lo es la búsqueda y el mantenimiento de la Paz. 

Creo que aún no somos totalmente conscientes de la vital importancia que tiene un modelo de desarrollo sostenible en la consecución de la Paz. A través de programas de sostenibilidad se pueden abordar todas aquellas necesidades fundamentales de la población sin que eso ponga en riesgo que las próximas generaciones ven reducidas sus posibilidades de cubrir las que serán sus necesidades del mañana y permitiendo que puedan desarrollar todo su potencial. Pensemos nuevamente que la extrema pobreza, el hambre endémica de algunas regiones, el agotamiento de los recursos naturales, la escasez de algo tan vital como es el agua y la degradación del medio ambiente son elementos que alimentan el caldo de cultivo desde donde surge la corrupción, el racismo, la xenofobia y, en consecuencia, suponen una fuente de alimentación para los conflictos bélicos actuales y un verdadero riesgo para la paz en aquellas zonas afectadas por aquellos factores. A través del desarrollo sostenible pueden eliminarse estas causas de conflicto y contribuir a una paz duradera en las zonas afectadas que, al mismo tiempo, contribuirá a que existan las condiciones necesarias para avanzar precisamente en ese camino del desarrollo sostenible para alcanzar las cotas más altas de prosperidad.

Algunos negarán siempre todo los que he dicho hasta ahora y utilizarán argumentos falaces, vacíos y absurdos a la vez que traten de buscar responsables ajenos a modo de chivos expiatorios. Y lo harán desde el cinismo y el recurso fácil de argumentos extendidos por quienes promueven posturas ideológicas contrarias a la dignidad y los derechos humanos, señalando al quienes son diferentes como únicos responsables de su situación y culpándoles de ser causantes de problemas que les son totalmente ajenos. 

Pero en un mundo interconectado las responsabilidades también lo están y, por tanto, la obligación de defender la Paz es siempre una obligación compartida entre todos los pueblos. Por eso, es preciso saber utilizar los instrumentos necesarios para desacreditar a quienes, desde el cinismo y la falacia, intentan dividir a la sociedad en algo tan básico como lo es la búsqueda de la paz y la eliminación de toda forma de violencia, de intolerancia y de discriminación. Una violencia, una intolerancia y una discriminación que solo contribuyen a seguir denigrando a seres humanos por el mero hecho de ser diferentes cuando, en realidad, todas y todos contamos con la misma dignidad inviolable y con los mismos derechos de carácter inalienable. 

Por todas estas razones, quiero que comprendáis la necesidad de sumar nuestra voz en favor de la defensa de la Paz. Hagámoslo siempre, no únicamente en el día de hoy, clamando por el fin de la violencia, de la represión, de la intolerancia y en favor de la democracia, de la libertad, de la igualdad, de la dignidad y de los derechos humanos. Sabemos cuáles son los factores que provocan la ausencia de paz y tenemos a nuestro alcance los medios para salvaguardarla. Todo ello con la fuerza, la energía y la vitalidad de las nuevas generaciones cuyo papel es esencial para conseguir alcanzar una Paz que, más que una meta, es el único camino si realmente queremos avanzar como una sociedad global comprometida con nuestro entorno y con nuestro futuro. 

Porque defender la Paz es proteger la dignidad y defender los derechos humanos, es luchar en contra de la intolerancia, de la violencia y de la discriminación; defender la Paz es construir puentes de entendimiento; defender la Paz es convertir el dolor, el miedo y la desolación en vida y en esperanza; y porque defender la Paz es, en definitiva, RECORDAR EL SENTIDO DE NUESTRA HUMANIDAD. 

Por la Democracia.

Democracia. Del griego δημοκρατία /dēmokratía/. (Poder del Pueblo).

Sin duda es un palabra con un profundo significado. Si acudimos al diccionario encontraremos que este la define como aquella forma de gobierno en la que el poder es ejercido por la ciudadania, que es la detentora de la soberanía nacional, y que es ejercida por el pueblo directamente o a través de representantes. 

También puede entenderse como tal aquel modelo de sociedad en donde existe la igualdad de derechos sin que pueda haber distinción de por razones de sexo, etnia, origen nacional, sexo, orientación e identidad sexual o o de género, pensamiento o cualquier otra consideración o circunstancia personal. Un sentido de la democracia en donde toda la ciudadanía tiene la posibilidad de formar parte en la toma de decisiones que, de una forma u otra, puedan afectarle. 

Dicho esto, en la actualidad la idea de la Democracia debe entenderse como ese instrumento que posibilita la existencia de la pluralidad social y que se expresa periódicamente en unas elecciones libres en donde los poderes púbicos obtienen su legitimidad a la hora de tomar las decisiones que nos afectan. Pero en toda democracia, también deben existir los mecanismos y las condiciones que permitan el respeto hacia las minorías e individuos en la protección de sus derechos más básicos y fundamentales existentes en toda democracia con separación de poderes y ante cualquier exceso o arbitrariedad por parte de los Poderes Públicos cuando pretendan ampararse en su apoyo mayoritario durante la toma de sus decisiones.

Por eso, hoy, en el Día Internacional de la Democracia, creo que debemos recordar, tal vez más que nunca, que la democracia tiene como objeto principal a las personas porque está basada en la igualdad de trato ante la Ley, en la igualdad de oportunidades en la participación de la vida pública y privada, en la inclusión de todas las personas, sean como sean y sean quienes sean, en la construcción de la Paz entre los diferentes pueblos y comunidades, en el mantenimiento del espacio que nos rodea y, por supuesto, por encima de todo, en los derechos humanos como derechos básicos e inalienables cuya titularidad corresponde a toda persona sin que quepa distinción de ningún tipo. 

Es en este punto en donde debemos ser capaces de afrontar los desafíos del presente y, al mismo tiempo, estar preparados para los desafíos del mañana. Para eso, hemos de ser capaces de construir una sociedad fuerte, libre, plural, pacífica, e inclusiva en donde la protección de los derechos más básicos sea algo transversal para cualquier gobierno que muestre una vocación de trabajar por y para toda la ciudadanía, sin exclusiones de ningún tipo, y de forma realista, coherente y transparente. Por tanto, cualquier gobierno de cualquier democracia que se considere como tal, debe comprometerse fielmente y sin fisuras en la protección de los derechos humanos y fundamentales de la población a través de mecanismos independientes del poder político y eliminando todo rastro de corrupción en la actuación de las Fuerzas de Seguridad y del Poder Judicial. 

Desgraciadamente, son demasiados los casos en donde hemos podido comprobar la forma en la que nuestra democracia y el espacio de convivencia construido en las últimas décadas se han estado degradando a un ritmo alarmante. Pensemos en el auge de los extremismos y populismo de corte racista y xenófobo, en los ataques a migrantes y refugiados, en las agresiones al colectivo LGTBIQ+, en el resurgimiento de formas de comportamiento machistas y contrarias a los derechos de la mujer y en los autoritarismos que censuran y persiguen la identidad cultural y religiosa o que buscan prohibición de toda corriente política e ideológica que les es contraria obviando el derecho a la libertad de pensamiento y al pluralismo político. 

Manifestación de la ultraderecha en Alemania

La prueba más clara de esta degradación podemos encontrarla en los defensores de los derechos y de la libertades que cada día son cruelmente perseguidos o sienten la presión de quienes se muestran contrarios a la libertad, a la igualdad y al respeto por la diversidad dificultándoles su trabajo hasta el punto en el que ven sus vidas amenazadas. Reconozco que, en ocasiones, yo mismo he sido presionado de forma velada por quien tenía frente a mí y que, también, he sido objeto de amenazas directas por defender los principios y valores universales que reconoce la Declaración Universal. Pero yo solo soy un caso más dentro de los miles que, diariamente, afectan a quienes dedican todos sus esfuerzos en defender los Derechos Humanos. Representantes de la sociedad civil; representantes en los distintos parlamentos nacionales; activistas de organizaciones no gubernamentales que luchan por los derechos de las comunidades indígenas, por los derechos de la mujer, por los derechos de migrantes y refugiados, por los derechos de la Comunidad LGTBI, por los derechos de menores, enfermo e incapaces y por la preservación del medio ambiente; periodistas comprometidos con el derecho a la información; y, sobre todo, miles de mujeres y hombres, activistas anónimos, verdaderos héroes y heroínas, han sido continuamente objeto de acoso, hostigamiento y, en los casos más extremos, con casi total impunidad, también han sido agredidos de forma vil y cobarde o violentamente asesinados. Y lo han sido, únicamente por defender la Libertad, la Justicia, la Igualdad, los Derechos Humanos, los Derechos Humanos y la Dignidad como pilares básicos que sustentan la Democracia. 

Marielle Franco, política y activista pro derechos humanos. Asesinada en marzo de 2018.

¿Pero cómo debemos actuar ante esta situación? ¿Cómo hay que hacerlo? ¿Cómo podemos evitar la degradación de la Democracia? De entrada, contamos con todos los instrumentos necesarios a nuestro alcance. Luego, en tal caso, de no llevar a cabo las acciones necesarias para ello, estaríamos ante una falta de voluntad política y no ante una falta de capacidad jurídica. Así, como primer paso, es claro que debemos empezar por la erradicación de toda forma de violencia sobre las personas poniendo fin a todo tipo de maltrato, tortura o explotación. Para ello, hay que promover el Estado de Derecho en todos aspectos de la vida política no solo en el ámbito nacional, también en el aspecto internacional garantizando en acceso a la justicia de todas las víctimas que vean vulnerados sus más elementales derechos y que sean apoyadas por las instituciones de forma clara, con voluntad determinada, eficaz y transparente, eliminado toda forma de corrupción y fortaleciendo las instituciones a través de la coordinación y la cooperación internacional para combatir toda clase de violencia, delincuencia organizada y terrorismo contrario al Estado de Derecho y al respeto de los Derechos Humanos. 

Como segundo paso, todos los Estados de la Comunidad Internacional deben tomar de forma conjunta medidas que contribuyan a que todas las personas, con independencia de quienes sean o de dónde provengan, tengan capacidad de participación y de representación en aquellos asuntos que les afecte como forma más clara de inclusión. Para ello, será necesario fortalecer los mecanismos de cooperación con los países en desarrollo y con el resto de organizaciones internacionales a nivel global para que lleven a cabo todos aquellos pasos en favor de la no discriminación de personas y grupos de personas, de la igualdad de oportunidades y teniendo muy presente la necesidad de preservar en entorno que nos rodea mediante el desarrollo sostenible. 

Todo lo dicho hasta ahora no es una cuestión baladí. La propia Declaración Universal de los Derechos Humanos, además de reconocer en su art. 23 que la voluntad del pueblo es la base de la autoridad del poder público, también reconoce el derecho de toda persona a participar y a servir en el Gobierno de su país ya sea a través de la ocupación de un cargo público o, en su caso, mediante la elección de representantes en un sistema de votación secreto, libre, justo y democrático. Este es el sistema más reconocido a nivel internacional en las distintas constituciones del mundo y el mejor medio para a difusión de los todos los valores universales  y principios democráticos. ¿Y por qué? Porque la Democracia, es el mejor instrumento para ejercer la protección y la difusión de los Derechos Humanos en cualquier parte del mundo. 

No olvidemos que la Democracia es una suerte de camino de doble sentido en el que la sociedad y los poderes públicos han de poner todas sus fuerzas en construir cada día mediante un diálogo plural, libre y continuo que se traduzca en aquellas decisiones que resulten beneficiosas para el conjunto de la población. Por eso, es necesario incentivar los procesos de participación ciudadana en todos aquellos asuntos de la vida pública y así fortalecer los cimientos de una sociedad justa, diversa y avanza que esté a la altura de los retos del futuro. Aún queda mucho trabajo por delante, mucho por lo que luchar en la defensa de la Igualdad, de la Libertad, de la Justicia, de la Democracia, de los Derechos Humanos y de la Dignidad Humana. 

Por mi parte, sé que no estoy solo, que no estamos solos. Somos muchas y muchos los que nos levantamos cada día dispuestos a luchar desde el pleno convencimiento de lo que creemos que es justo. 

Y, afortunadamente, nos sobran los motivos para ello, nos sobran los motivos para continuar luchando, nos sobran los motivos para continuar hacia adelante. 

Nos sobran los motivos, SIEMRE.