(Escrito en 🇪🇸– Written in 🇬🇧– Scritto in 🇮🇹– Rédigé en 🇫🇷– Escrito em 🇵🇹)
🇪🇸ESPAÑOL🇪🇸
Durante siglos, la humanidad ha pensado que era indestructible. A veces, ha habido quienes ha llegado a pensar que éramos dioses. Nada más lejos de la realidad. A lo largo de este año que, por fin, toca a su fin, hemos vivido una auténtica tragedia humana. Somos vulnerables y nuestra fuerza radica en nuestra capacidad de permanecer unidos en los momentos adversos. Una unión que, por desgracia, na ha llegado a tiempo y no ha sido suficiente para socorrer a millones de personas en situación de vulnerabilidad que han sufrido (y aún sufren) los efectos de esta pandemia de forma desproporcionada.
Más de 80 millones de personas se han contagiado de forma oficial aunque algunas estimaciones afirman que la cifra real sería mucho mayor. Alrededor de 2 millones de personas han perdido la vida pero las cifras podrían ser también mucho mayores. Sin duda, la pérdida de vidas humanas es la mayor de la tragedias. Pero esta pandemia ha ido mucho más allá y ha destrozado las posibilidades de un futuro mejor para millones de personas que ya partían de una especial situación de vulnerabilidad y pobreza, muy especialmente mujeres, niñas y niños.
Aunque es cierto que ha podido llegar demasiado tarde, el esfuerzo coordinado ha sido enorme. Hemos de ser capaces de aprender de los errores para que jamás vuelva a pasar nada similar. Quizá haya llegado el momento de empezar a construir un mundo más inclusivo, justo, sostenible y en donde sea posible una respuesta rápida si alguna vez tenemos que enfrentar una amenaza similar. No basta con recuperar y reconstruir todo lo perdido con esta pandemia, también de estar preparados para las que puedan desatarse en el futuro. Y habrá que hacerlo, no desde el miedo, sino desde el avance, el progreso científico y desde la experiencia de todo cuanto hemos sufrido. Más aún si pensamos que la destrucción de los espacios naturales supone un factor determinante en la aparición de nuevas enfermedades infecciosas que pueden pasar no solo de una especie a otra sino también al propio ser humano (zoonosis).

Precisamente hoy, día 27 de diciembre, en el aniversario del nacimiento de Louis Pasteur, uno de los más importantes innovadores en cuanto a técnicas de vacunación de los últimos 150 años, es necesario reconocer nuevamente la labor del personal sanitario, muy especialmente a quienes han estado en la primera línea frente a la Covid-19 (mujeres en su mayoría), y también a todas aquellas personas cuya labor ha sido esencial para el mantenimiento de la estabilidad social en los momentos más duros de la pandemia. A todas ellas, hemos de rendirle nuestro más sentido homenaje y agradecimiento por su esfuerzo y compromiso. Pero no olvidemos que, cuando todo esto pase (que pasará), seguirán necesitando de nuestro apoyo y seguirán necesitando el refuerzo de los medios materiales, de personal y de investigación para la próxima vez que tengamos que enfrentarnos a una amenaza similar. Les necesitaremos, siempre les necesitaremos.
Nos hemos dado cuenta de que la inversión en investigación médica salva vidas y que para ello es imprescindible la cooperación entre países. Los sistemas de salud deben reforzarse, igualmente, deben proporcionar una cobertura sanitaria universal. El virus no distingue de clases sociales y todas las personas, así como todas las familias, tienen derecho a la misma protección social y sanitaria en caso de necesidad. No olvidemos que la salud es un derecho humano que, en consecuencia, debe estar garantizado para cualquier persona sin que importe su clase social, edad, sexo, etnia, cultura, religión, orientación e identidad sexual o expresión de género, origen nacional, lugar de procedencia o grado diversidad funcional, sensorial e intelectual.
Ya sabemos cuál es la respuesta: La confianza en la ciencia, un sistema sanitario universal de calidad, la solidaridad entre los distintos gobiernos y la coordinación son del todo esenciales para la seguridad sanitaria, para la estabilidad y para la paz mundial. No puede haber espacio para los juegos de poder, que solo han contribuido a la pérdida de vidas humanas, ni para aquellas corrientes ideológicas que solo buscan la crispación, el desencanto de la población y el rechazo a la igualdad de derechos, de libertades y de oportunidades para toda persona, sea quien sea y en cualquier lugar.
Mientras no exista la misma seguridad para todas y todos, el riesgo también será el mismo para todas y todos.

🇬🇧ENGLISH🇬🇧
WE WILL RISE
For centuries, mankind has thought it was indestructible. Sometimes, there have been those who have come to think that we were gods. Nothing could be further from the truth. Throughout this year, which is finally coming to an end, we have experienced a real human tragedy. We are vulnerable and our strength lies in our ability to stand together in adverse times. A union that, unfortunately, has not come in time and has not been enough to help millions of vulnerable people who have suffered (and are still suffering) disproportionately from the effects of this pandemic.
More than 80 million people have been officially infected, although some estimates claim that the real figure would be much higher. Some 2 million people have lost their lives, but the numbers could be much higher. The loss of life is undoubtedly the greatest of tragedies. But this pandemic has gone much further and has destroyed the chances of a better future for millions of people who were already in a particularly vulnerable and poor situation, especially women and children.
While it may have come too late, the coordinated effort has been enormous. We must be able to learn from our mistakes so that nothing similar ever happens again. Perhaps the time has come to start building a more inclusive, just, sustainable world where a rapid response is possible if we ever have to face a similar threat. It is not enough to recover and rebuild all that has been lost to this pandemic, but also to be prepared for those that may be unleashed in the future. And we will have to do so, not from fear, but from progress, scientific progress and from the experience of all that we have suffered. Even more so if we consider that the destruction of natural spaces is a determining factor in the appearance of new infectious diseases that can pass not only from one species to another but also to human beings themselves (zoonoses).

Precisely today, December 27th, the anniversary of the birth of Louis Pasteur, one of the most important innovators in terms of vaccination techniques in the last 150 years, it is necessary to once again recognise the work of health personnel, especially those who have been on the front line of the Covid-19 (mostly women), and also all those people whose work has been essential in maintaining social stability during the toughest moments of the pandemic. To all of them, we must pay our most heartfelt tribute and thanks for their efforts and commitment. But let us not forget that, when all this happens (which will happen), they will continue to need our support and will continue to need the reinforcement of material, personnel and research means for the next time we have to face a similar threat. We will need them, we will always need them.
We have realised that investment in medical research saves lives and that cooperation between countries is essential for this. Health systems must also be strengthened, providing universal health coverage. The virus does not distinguish between social classes and all people, as well as all families, are entitled to the same social and health protection in case of need. Let us not forget that health is a human right which must therefore be guaranteed for all people regardless of their social class, age, sex, ethnicity, culture, religion, sexual orientation and identity or gender expression, national origin, place of origin or degree of functional, sensory and intellectual diversity.
We already know the answer: Trust in science, a universal quality health system, solidarity between different governments and coordination are all essential for health security, stability and world peace. There can be no room for power games, which have only contributed to the loss of human lives, nor for those ideological currents that only seek to make people tense, disillusioned and reject equal rights, freedoms and opportunities for everyone, whoever they are and wherever they are.
As long as there is not the same security for all, the risk will also be the same for all.

🇮🇹ITALIANO🇮🇹
RISORGEREMO.
Per secoli, l’umanità ha pensato di essere indistruttibile. A volte, c’è stato chi ha pensato che fossimo degli dei. Niente potrebbe essere più lontano dalla verità. Nel corso di quest’anno, che sta finalmente giungendo al termine, abbiamo vissuto una vera e propria tragedia umana. Siamo vulnerabili e la nostra forza sta nella capacità di stare insieme in tempi difficili. Un’unione che, purtroppo, non è arrivata in tempo e non è stata sufficiente ad aiutare milioni di persone vulnerabili che hanno sofferto (e soffrono ancora) in modo sproporzionato per gli effetti di questa pandemia.
Più di 80 milioni di persone sono state ufficialmente infettate, anche se secondo alcune stime la cifra reale sarebbe molto più alta. Circa 2 milioni di persone hanno perso la vita, ma i numeri potrebbero essere molto più alti. La perdita di vite umane è senza dubbio la più grande delle tragedie. Ma questa pandemia è andata molto oltre e ha distrutto le possibilità di un futuro migliore per milioni di persone che si trovavano già in una situazione di particolare vulnerabilità e povertà, soprattutto donne e bambini.
Anche se forse è arrivato troppo tardi, lo sforzo coordinato è stato enorme. Dobbiamo essere in grado di imparare dai nostri errori in modo che non accada mai più nulla di simile. Forse è giunto il momento di iniziare a costruire un mondo più inclusivo, giusto e sostenibile, dove sia possibile una risposta rapida se mai dovessimo affrontare una minaccia simile. Non basta recuperare e ricostruire tutto ciò che è andato perduto a causa di questa pandemia, ma anche essere preparati per coloro che potrebbero essere scatenati in futuro. E dovremo farlo non per paura, ma per il progresso, per il progresso scientifico e per l’esperienza di tutto ciò che abbiamo sofferto. Ancora di più se si pensa che la distruzione degli spazi naturali è un fattore determinante per la comparsa di nuove malattie infettive che possono passare non solo da una specie all’altra ma anche agli stessi esseri umani (zoonosi).

Proprio oggi, 27 dicembre, in occasione dell’anniversario della nascita di Louis Pasteur, uno dei più importanti innovatori in termini di tecniche di vaccinazione degli ultimi 150 anni, è necessario riconoscere ancora una volta il lavoro del personale sanitario, in particolare di coloro che sono stati in prima linea nella Covid-19 (la maggior parte dei quali sono donne), e anche di tutte quelle persone il cui lavoro è stato essenziale per mantenere la stabilità sociale nei momenti più difficili della pandemia. A tutti loro dobbiamo rendere il nostro più sentito omaggio e ringraziamento per i loro sforzi e il loro impegno. Ma non dimentichiamo che, quando tutto questo accadrà (cosa che accadrà), continueranno ad avere bisogno del nostro sostegno e continueranno ad aver bisogno del rafforzamento dei materiali, del personale e dei mezzi di ricerca per la prossima volta che dovremo affrontare una minaccia simile. Ne avremo bisogno, ne avremo sempre bisogno.
Ci siamo resi conto che gli investimenti nella ricerca medica salvano vite umane e che la cooperazione tra i paesi è essenziale per questo. Anche i sistemi sanitari devono essere rafforzati e devono fornire una copertura sanitaria universale. Il virus non distingue tra classi sociali e tutte le persone, così come tutte le famiglie, hanno diritto alla stessa protezione sociale e sanitaria in caso di necessità. Non dimentichiamo che la salute è un diritto umano che, di conseguenza, deve essere garantito a qualsiasi persona indipendentemente dalla classe sociale, dall’età, dal sesso, dall’etnia, dalla cultura, dalla religione, dall’orientamento sessuale e dall’identità o dall’espressione di genere, dall’origine nazionale, dal luogo di origine o dal grado di diversità funzionale, sensoriale e intellettuale.
Conosciamo già la risposta: la fiducia nella scienza, un sistema sanitario di qualità universale, la solidarietà tra i diversi governi e il coordinamento sono tutti elementi essenziali per la sicurezza sanitaria, la stabilità e la pace nel mondo. Non ci può essere spazio per i giochi di potere, che hanno solo contribuito alla perdita di vite umane, o per quelle correnti ideologiche che cercano solo di rendere le persone tese, di disilluderle e di rifiutare la parità di diritti, libertà e opportunità per tutti, chiunque essi siano e ovunque si trovino.
Finché non esiste la stessa sicurezza per tutti, il rischio sarà lo stesso per tutti.

🇫🇷FRANÇAIS🇫🇷
NOUS RENAÎTRONS.
Pendant des siècles, l’humanité a cru qu’elle était indestructible. Parfois, il y a eu ceux qui en sont venus à penser que nous étions des dieux. Rien n’est plus éloigné de la vérité. Tout au long de cette année, qui touche enfin à sa fin, nous avons vécu une véritable tragédie humaine. Nous sommes vulnérables et notre force réside dans notre capacité à rester solidaires dans les moments difficiles. Une union qui, malheureusement, n’est pas arrivée à temps et n’a pas suffi à aider les millions de personnes vulnérables qui ont souffert (et souffrent encore) de manière disproportionnée des effets de cette pandémie.
Plus de 80 millions de personnes ont été officiellement infectées, bien que certaines estimations prétendent que le chiffre réel serait beaucoup plus élevé. Environ 2 millions de personnes ont perdu la vie, mais les chiffres pourraient être bien plus élevés. La perte de vies humaines est sans aucun doute la plus grande des tragédies. Mais cette pandémie est allée beaucoup plus loin et a détruit les chances d’un avenir meilleur pour des millions de personnes qui se trouvaient déjà dans une situation particulièrement vulnérable et pauvre, en particulier les femmes et les enfants.
Bien qu’il soit peut-être arrivé trop tard, l’effort coordonné a été énorme. Nous devons être capables de tirer les leçons de nos erreurs afin que rien de semblable ne se reproduise jamais. Le temps est peut-être venu de commencer à construire un monde plus inclusif, plus juste et plus durable, où une réponse rapide est possible si nous devons un jour faire face à une menace similaire. Il ne suffit pas de récupérer et de reconstruire tout ce qui a été perdu à cause de cette pandémie, mais aussi de se préparer à ceux qui pourraient être déclenchés à l’avenir. Et nous devrons le faire, non pas par peur, mais par le progrès, le progrès scientifique et l’expérience de tout ce que nous avons subi. D’autant plus si l’on pense que la destruction des espaces naturels est un facteur déterminant dans l’apparition de nouvelles maladies infectieuses qui peuvent passer non seulement d’une espèce à l’autre mais aussi aux êtres humains eux-mêmes (zoonoses).

Aujourd’hui, 27 décembre, jour anniversaire de la naissance de Louis Pasteur, l’un des plus importants innovateurs en matière de techniques de vaccination de ces 150 dernières années, il est nécessaire de reconnaître une fois de plus le travail du personnel de santé, en particulier de ceux qui ont été en première ligne du Covid-19 (dont la majorité sont des femmes), et aussi de toutes les personnes dont le travail a été essentiel pour maintenir la stabilité sociale pendant les moments les plus difficiles de la pandémie. À tous, nous devons rendre notre hommage le plus sincère et les remercier pour leurs efforts et leur engagement. Mais n’oublions pas que, lorsque tout cela se produira (ce qui arrivera), ils continueront à avoir besoin de notre soutien et auront encore besoin du renforcement du matériel, du personnel et des moyens de recherche pour la prochaine fois que nous devrons faire face à une menace similaire. Nous aurons besoin d’eux, nous en aurons toujours besoin.
Nous avons réalisé que l’investissement dans la recherche médicale sauve des vies et que la coopération entre les pays est essentielle à cet effet. Les systèmes de santé doivent également être renforcés et doivent offrir une couverture médicale universelle. Le virus ne fait pas de distinction entre les classes sociales et toutes les personnes, ainsi que toutes les familles, ont droit à la même protection sociale et sanitaire en cas de besoin. N’oublions pas que la santé est un droit de l’homme qui, par conséquent, doit être garanti à toute personne sans distinction de classe sociale, d’âge, de sexe, d’appartenance ethnique, de culture, de religion, d’orientation et d’identité sexuelles ou d’expression du genre, d’origine nationale, de lieu d’origine ou de degré de diversité fonctionnelle, sensorielle et intellectuelle.
Nous connaissons déjà la réponse : la confiance dans la science, un système de santé universel de qualité, la solidarité entre les différents gouvernements et la coordination sont tous essentiels pour la sécurité sanitaire, la stabilité et la paix mondiale. Il ne peut y avoir de place pour les jeux de pouvoir, qui n’ont fait que contribuer à la perte de vies humaines, ni pour ces courants idéologiques qui ne cherchent qu’à crisper les gens, à les désillusionner et à rejeter l’égalité des droits, des libertés et des chances pour tous, quels qu’ils soient et où qu’ils soient.
Tant que la même sécurité n’existera pas pour tous, le risque sera également le même pour tous.

🇵🇹PORTUGUÊS🇵🇹
ERGUER-NOS-EMOS.
Durante séculos, a humanidade pensou que era indestrutível. Por vezes, houve aqueles que passaram a pensar que éramos deuses. Nada poderia estar mais longe da verdade. Ao longo deste ano, que finalmente está a chegar ao fim, temos vivido uma verdadeira tragédia humana. Somos vulneráveis e a nossa força reside na nossa capacidade de nos mantermos unidos em tempos adversos. Uma união que, infelizmente, não chegou a tempo e não foi suficiente para ajudar milhões de pessoas vulneráveis que sofreram (e ainda sofrem) de forma desproporcionada os efeitos desta pandemia.
Mais de 80 milhões de pessoas foram oficialmente infectadas, embora algumas estimativas afirmem que o número real seria muito superior. Cerca de 2 milhões de pessoas perderam a vida, mas os números poderiam ser muito superiores. A perda de vidas é sem dúvida a maior das tragédias. Mas esta pandemia foi muito mais longe e destruiu as hipóteses de um futuro melhor para milhões de pessoas que já se encontravam numa situação particularmente vulnerável e pobre, especialmente mulheres e crianças.
Embora possa ter chegado demasiado tarde, o esforço coordenado tem sido enorme. Temos de ser capazes de aprender com os nossos erros para que nada semelhante volte a acontecer. Talvez tenha chegado o momento de começar a construir um mundo mais inclusivo, justo e sustentável, onde seja possível uma resposta rápida se alguma vez tivermos de enfrentar uma ameaça semelhante. Não é suficiente recuperar e reconstruir tudo o que se perdeu com esta pandemia, mas também estar preparado para aqueles que possam ser desencadeados no futuro. E teremos de o fazer, não por medo, mas pelo progresso, progresso científico e pela experiência de tudo o que sofremos. Ainda mais se pensarmos que a destruição dos espaços naturais é um factor determinante no aparecimento de novas doenças infecciosas que podem passar não só de uma espécie para outra mas também para os próprios seres humanos (zoonoses).

Precisamente hoje, 27 de Dezembro, no aniversário do nascimento de Louis Pasteur, um dos mais importantes inovadores em termos de técnicas de vacinação nos últimos 150 anos, é necessário reconhecer mais uma vez o trabalho do pessoal de saúde, particularmente daqueles que estiveram na linha da frente do Covid-19 (a maioria dos quais são mulheres), e também de todas aquelas pessoas cujo trabalho foi essencial para manter a estabilidade social durante os tempos mais difíceis da pandemia. A todos eles, devemos prestar a nossa mais sentida homenagem e agradecimento pelos seus esforços e empenho. Mas não esqueçamos que, quando tudo isto acontecer (o que acontecerá), eles continuarão a precisar do nosso apoio e continuarão a precisar do reforço de material, pessoal e meios de investigação para a próxima vez que tivermos de enfrentar uma ameaça semelhante. Vamos precisar deles, vamos precisar sempre deles.
Compreendemos que o investimento na investigação médica salva vidas e que a cooperação entre países é essencial para isso. Os sistemas de saúde devem também ser reforçados e devem proporcionar uma cobertura sanitária universal. O vírus não faz distinção entre classes sociais e todas as pessoas, bem como todas as famílias, têm direito à mesma protecção social e sanitária em caso de necessidade. Não esqueçamos que a saúde é um direito humano que, consequentemente, deve ser garantido a qualquer pessoa independentemente da classe social, idade, sexo, etnia, cultura, religião, orientação sexual e expressão de identidade ou género, origem nacional, local de origem ou grau de diversidade funcional, sensorial e intelectual.
Já sabemos a resposta: confiança na ciência, um sistema universal de saúde de qualidade, solidariedade entre diferentes governos e coordenação são todos essenciais para a segurança sanitária, estabilidade e paz mundial. Não pode haver lugar para jogos de poder, que apenas contribuíram para a perda de vidas humanas, ou para aquelas correntes ideológicas que apenas procuram tornar as pessoas tensas, desiludi-las e rejeitar a igualdade de direitos, liberdades e oportunidades para todos, quem quer que sejam e onde quer que estejam.
Enquanto não existir a mesma segurança para todos, o risco também será o mesmo para todos.
