Dignidad Robada

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🇪🇸️ESPAÑOL🇪🇸️

Sin duda, uno de los más abominables crímenes que se pueden cometer en contra de los seres humanos es el sometimiento bajo condiciones de esclavitud y de explotación sexual de carácter forzado. Ahora mismo, millones de personas en todo el mundo, mujeres y niñas principalmente, pero también hombres y niños, están siendo comercializados como meros objetos de placer sexual. Todas ellas son víctimas de un negocio que mercantiliza el cuerpo humano como una simple mercancía de usar y tirar que les despoja de su dignidad y de sus derechos más básicos como seres humanos. 

En nuestras propias ciudades, a muy pocos kilómetros de distancia, y a ojos todo el mundo, mafias organizadas, empresarios de la noche, proxenetas e incluso cargos públicos contribuyen, con el conocimiento y pasividad de las distintas administraciones públicas, a que haya seres humanos salvajemente explotados en un SISTEMA DE PROSTITUCIÓN FORZADA.

De acuerdo con los datos oficiales, desde 2003 alrededor de 3.000.000 de personas han sido identificadas como víctimas de un enorme negocio para las mafias dedicas a las explotación laboral y sexual. Solo en la Unión Europea, se estiman entre 50.000 y 80.000 víctimas de la trata. Sin embargo, se afirma que  por cada víctima identificada existen, al menos, otras 20 víctimas más sin identificar. Es decir, ahora mismo alrededor de 60.000.000 DE PERSONAS SON VÍCTIMAS DE LA TRATA DE SERES HUMANOS EN TODO MUNDO.

Cuesta imaginar la dimensión real que supone la trata de seres humanos a nivel mundial. De hecho, se estima que el volumen de beneficios sobrepasa los 40.000 millones de euros colocándose al mismo nivel que el tráfico de armas o tráfico de drogas. Con respecto a las víctimas, según el Informe de la UNODC el 72% de las víctimas de la trata son mujeres y niñas (49% mujeres y 23% niñas) frente al 28% de hombres y niños (21% hombres y 7% niños). Sin embargo, cuando hablamos de explotación sexual forzada, un 94% son mujeres y niñas (68% mujeres y 26% niñas) frente al 6% de hombres y niños (3% hombres y 3% niños). 

Esta es la cruda realidad de una actividad delictiva que se lleva a cabo por los proxenetas de una forma cada vez menos visible pero igualmente repugnante. Es más, de acuerdo con el Informe de la Comisión Europea de 2016, para llevar a cabo su actividad hacen una interpretación forzada de las disposiciones legales dirigidas a trabajadores autónomos y del mundo de la hostelería. Así, según el Informe de la EUROPOL de febrero de 2016, en aquellos países en donde existe una cobertura legal para el ejercicio de la prostitución es mucho más frecuente la búsqueda de «mano de obra barata» en donde los traficantes y proxenetas utilizan el marco legal para continuar con la explotación de sus víctimas con casi una total impunidad. 

A pesar de los distintos esfuerzos, la trata de seres humanos con fines de explotación sexual no solo no está siendo debidamente abordada sino que sigue en aumento. A modo de ejemplo, España está en segundo lugar (sólo por detrás de Italia) en cuanto al número de casos de redes de prostitución desarticuladas y en donde el beneficio de la trata de personas con fines de explotación sexual supera los 5 millones de euros al día. En total, los beneficios ascienden a cerca de 2.000 MILLONES DE EUROS AL AÑO SOLO EN ESPAÑA.

Ciertamente, las redes dedicadas a la explotación sexual no tienen límites a la hora de captar a sus víctimas de entre los más vulnerables. La crisis migratoria de los últimos años ha sido servido para que las redes de captación puedan cebarse sobre todo con las mujeres, niñas y niños migrantes y refugiados. Así lo ha puesto de puesto de manifiesto la propia Comisión Europea en su Comunicación sobre el estado de ejecución de las medidas prioritarias en el marco de la Agenda Europea de Migración. En ella, pone en relieve los fallos del sistema de asilo que son aprovechados por las redes para intentar captar a mujeres subsaharianas. Así, desde las costas de Libia como principal punto de salida al Mediterráneo, y aprovechando  la inestabilidad del país, es fácil para las redes utilizar este lugar estratégico para el tráfico de seres humanos como así ha denunciado la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos. 

Con esta situación, es esencial trabajar en los países y zonas de vías de desarrollo, así como en aquellas en donde existen conflictos armados, para evitar que los sectores más desfavorecidos de la población, principalmente mujeres y niñas, caigan en manos de los señores de la guerra, de las redes del narcotráfico y, en este caso, en las redes de trata de personas con fines de explotación sexual, aprovechándose de la situación de VULNERABILIDAD de quienes huyen del hambre y de la guerra. 

Hay una idea que debe quedar muy clara: No existe esa supuesta “voluntariedad” a la hora de entrar en un red de explotación sexual. Esa afirmación no es más que una falacia que debe desmentirse totalmente con la fuerza de los argumentos y desde una realidad que afecta a millones de seres humanos en todo el mundo. Personas que ante una dramática situación familiar, por huir de hambre y de la guerra, caen en manos de redes tráfico de seres humanos. Pensemos que una víctima de la trata podrá “consentir” en un momento dado pero, salvo excepciones muy contadas, nunca accederían voluntariamente. Por eso, es muy importante no confundir “consentimiento” y “voluntad” porque, ante una situación de extrema necesidad, una persona puede “consentir” en entrar en una red de explotación pero, de no existir esa situación de necesidad extrema, jamás accedería voluntariamente. 

Por si fuera poco, las víctimas son criminalizadas y estigmatizadas mientras que los principales responsables de la redes de explotación sexual continúan captando a más víctimas bajo una casi total impunidad. Por tanto, es innegable que estamos ante un problema que va en aumento y en donde las autoridades muestran una clara falta de voluntad política para acabar con la trata de seres humanos con fines de explotación sexual.

Por eso hoy, DÍA INTERNACIONAL CONTRA LA EXPLOTACIÓN SEXUAL Y LA TRATA DE PERSONAS, hemos de ser muy conscientes de que, justo en este momento, hay miles de personas que están siendo vendidas y que, muy probablemente, llegarán a distintas ciudades de Europa y de todo el mundo para ser explotadas sexualmente. Todo ello con pleno conocimiento de las autoridades pero de una forma totalmente invisibilizada. 

No importa quién sea la víctima de la trata. Ahora mismo esa víctima puede estar llegando a cualquier ciudad, con una supuesta oferta de trabajo que resultó ser falsa, fuertemente amenazada, totalmente aterrorizada, sin saber qué va a ser de ella, sin saber qué está pasando, sin saber si podrá escapar, sin saber si volverá a ver a su familia, sin saber si volverá algún día a ser libre y, sobre todo sin saber qué va a ser de ella o de él cuando ya no sea rentable para los proxenetas y a nadie le interese.

Ahora que hemos centrado nuestras energías en acabar con la pandemia, no olvidemos que miles de personas que no tienen voz, que no existen para nadie y que son o han sido consideradas como meros objetos de consumo durante años. 

A pesar de las muchas dificultades, si realmente nos consideramos como una sociedad plural, justa, feminista, democrática y avanzada, debemos exigir a las autoridades medidas claras y efectivas para luchar contra la trata de seres humanos. 

Tengámoslo muy presente: La trata es un atentado a la inviolabilidad de la dignidad humana; es despojar de todos sus derechos a un ser humano dejándolo indefenso y totalmente desprotegido; es una flagrante violación de los derechos humanos; y, por tanto, es un DELITO CONTRA TODA LA HUMANIDAD. 

🇬🇧ENGLISH🇬🇧

STOLEN DIGNITY

Undoubtedly, one of the most abominable crimes that can be committed against human beings is subjugation under conditions of slavery and forced sexual exploitation. Right now, millions of people around the world, mainly women and girls, but also men and boys, are being commercialized as mere objects of sexual pleasure. They are all victims of a business that commodifies the human body as a simple disposable commodity that deprives them of their dignity and most basic rights as human beings. 

In our own cities, just a few kilometres away, and in the eyes of everyone, organised mafias, night businessmen, pimps and even public officials contribute, with the knowledge and passivity of the different public administrations, to the fact that there are human beings being savagely exploited in a FORCED PROSTITUTION SYSTEM.

According to official data, since 2003 around 3,000,000 people have been identified as victims of a huge business for the mafias dedicated to labour and sexual exploitation. In the European Union alone, it is estimated that there are between 50,000 and 80,000 victims of trafficking. However, it is claimed that for every victim identified there are at least 20 more unidentified victims. In other words, right now around 60,000,000 PEOPLE ARE VICTIMS OF HUMAN TRAFFICKING WORLDWIDE.

It is hard to imagine the real dimension of human trafficking at a global level. In fact, it is estimated that the volume of profits exceeds 40 billion euros, placing it on the same level as arms or drug trafficking. With regard to the victims, according to the UNODC report, 72% of the victims of trafficking are women and girls (49% women and 23% girls) compared to 28% men and boys (21% men and 7% boys). However, when it comes to forced sexual exploitation, 94% are women and girls (68% women and 26% girls) compared to 6% of men and boys (3% men and 3% boys). 

This is the harsh reality of criminal activity that is carried out by pimps in a way that is less and less visible but equally repugnant. Moreover, according to the European Commission’s 2016 report, they are forcing their way into the legal provisions for the self-employed and the hotel and catering industry. Thus, according to the EUROPOL Report of February 2016, in those countries where there is legal coverage for the exercise of prostitution, the search for «cheap labour» is much more frequent where traffickers and pimps use the legal framework to continue with the exploitation of their victims with almost total impunity. 

Despite various efforts, trafficking in human beings for sexual exploitation is not only not being adequately addressed but continues to increase. As an example, Spain ranks second (only behind Italy) in the number of cases of dismantled prostitution networks and where the profit from trafficking in human beings for sexual exploitation exceeds 5 million euros per day. In total, the profits amount to about 2 billion euros per year only in Spain.

Certainly, sexual exploitation networks have no limits in recruiting their victims from among the most vulnerable. The migration crisis of recent years has served to allow recruitment networks to prey on migrant and refugee women and children in particular. This has been highlighted by the European Commission itself in its Communication on the state of implementation of priority measures in the framework of the European Migration Agenda. In it, it highlights the shortcomings of the asylum system which are exploited by networks to try to recruit sub-Saharan women. Thus, from the coasts of Libya as the main exit point to the Mediterranean, and taking advantage of the country’s instability, it is easy for the networks to use this strategic location for human trafficking, as the Office of the United Nations High Commissioner for Human Rights has denounced. 

With this situation, it is essential to work in developing countries and areas, as well as in those where there are armed conflicts, to prevent the most disadvantaged sectors of the population, mainly women and girls, from falling into the hands of warlords, drug trafficking networks and, in this case, human trafficking networks for sexual exploitation, taking advantage of the situation of VULNERABILITY of those fleeing from hunger and war. 

There is one idea that must be made very clear: There is no such thing as «voluntariness» when it comes to entering a sexual exploitation network. This assertion is nothing but a fallacy that must be totally refuted with the force of argument and from a reality that affects millions of human beings throughout the world. People who, faced with a dramatic family situation, fleeing from hunger and war, fall into the hands of networks that traffic in human beings. Let us think that a victim of trafficking may «consent» at a given moment but, with very few exceptions, they would never agree voluntarily. It is therefore very important not to confuse «consent» and «will» because, in a situation of extreme need, a person may «consent» to enter an exploitation network but, in the absence of such a situation of extreme need, she or he would never voluntarily accede. 

In addition, victims are criminalized and stigmatized while those primarily responsible for sexual exploitation networks continue to recruit more victims under almost total impunity. It is therefore undeniable that we are facing a growing problem where the authorities show a clear lack of political will to stop human trafficking for sexual exploitation.

That is why today, on the INTERNATIONAL DAY AGAINST SEXUAL EXPLOITATION AND TRAFFICKING IN PERSONS, we must be very aware that, right now, there are thousands of people being sold and who, very probably, will come to different cities in Europe and around the world to be sexually exploited. All this with the full knowledge of the authorities but in a totally invisible way. 

It does not matter who the victim of trafficking is. Right now that victim could be arriving in any city, with a supposed job offer that turned out to be false, strongly threatened, totally terrified, not knowing what will become of her, not knowing what is happening, not knowing if she will be able to escape, not knowing if she will see her family again, not knowing if she will ever be free again and, above all, not knowing what will become of her or him when it is no longer profitable for the pimps and nobody cares.

Now that we have focused our energies on ending the pandemic, let us not forget that thousands of people who have no voice, who do not exist for anyone and who are or have been considered mere objects of consumption for years. 

Despite the many difficulties, if we really consider ourselves to be a pluralistic, just, feminist, democratic and advanced society, we must demand clear and effective measures from the authorities to combat human trafficking. 

Let us bear this in mind: Trafficking is an attack on the inviolability of human dignity; it is depriving a human being of all his rights, leaving him defenceless and totally unprotected; it is a flagrant violation of human rights; and, therefore, it is a CRIME AGAINST ALL HUMANITY. 

🇮🇹ITALIANO🇮🇹

DIGNITÀ RUBATA

Senza dubbio, uno dei crimini più abominevoli che possono essere commessi contro gli esseri umani è l’asservimento in condizioni di schiavitù e di sfruttamento sessuale forzato. In questo momento, milioni di persone in tutto il mondo, soprattutto donne e ragazze, ma anche uomini e ragazzi, vengono scambiati come semplici oggetti di piacere sessuale. Sono tutti vittime di un business che mercifica il corpo umano come semplice merce usa e getta che li priva della loro dignità e dei diritti più elementari come esseri umani. 

Nelle nostre città, a pochi chilometri di distanza, e agli occhi di tutti, mafie organizzate, uomini d’affari notturni, magnaccia e persino funzionari pubblici contribuiscono, con la conoscenza e la passività delle diverse amministrazioni pubbliche, al fatto che ci sono esseri umani che vengono selvaggiamente sfruttati in un SISTEMA DI PROSTITUZIONE FORZATA.

Secondo i dati ufficiali, dal 2003 circa 3.000.000 di persone sono state identificate come vittime di un enorme business per le mafie dedite al lavoro e allo sfruttamento sessuale. Nella sola Unione Europea, si stima che ci siano tra le 50.000 e le 80.000 vittime della tratta. Tuttavia, si sostiene che per ogni vittima identificata ci siano almeno altre 20 vittime non identificate. In altre parole, in questo momento circa 60 milioni di persone sono vittime del traffico umano in tutto il mondo.

È difficile immaginare la reale dimensione della tratta di esseri umani a livello globale. Si stima, infatti, che il volume dei profitti superi i 40 miliardi di euro, collocandosi sullo stesso livello del traffico di armi o di droga. Per quanto riguarda le vittime, secondo il rapporto dell’UNODC, il 72 per cento delle vittime della tratta sono donne e ragazze (49 per cento donne e 23 per cento ragazze) rispetto al 28 per cento uomini e ragazzi (21 per cento uomini e 7 per cento ragazzi). Tuttavia, quando si parla di sfruttamento sessuale forzato, il 94% sono donne e ragazze (68% donne e 26% ragazze) rispetto al 6% di uomini e ragazzi (3% uomini e 3% ragazzi). 

Questa è la dura realtà dell’attività criminale che viene svolta dai magnaccia in modo sempre meno visibile ma altrettanto ripugnante. Inoltre, secondo il rapporto della Commissione Europea del 2016, per svolgere la loro attività, essi interpretano forzatamente le disposizioni di legge rivolte ai lavoratori autonomi e al settore alberghiero e della ristorazione. Così, secondo il rapporto EUROPOL del febbraio 2016, in quei paesi in cui esiste una copertura legale per l’esercizio della prostituzione, la ricerca di «manodopera a basso costo» è molto più frequente, dove i trafficanti e i protettori utilizzano il quadro giuridico per continuare a sfruttare le loro vittime nella quasi totale impunità. 

Nonostante i vari sforzi, la tratta di esseri umani a scopo di sfruttamento sessuale non solo non viene affrontata in modo adeguato, ma continua ad aumentare. Ad esempio, la Spagna si colloca al secondo posto (solo dietro l’Italia) nel numero di casi di reti di prostituzione smantellate e dove il profitto della tratta di esseri umani a scopo di sfruttamento sessuale supera In totale, gli utili ammontano a circa 2 MILIARDI DI EURO PER ANNO SOLO IN SPAGNA.

Certamente, le reti dedicate allo sfruttamento sessuale non hanno limiti nel reclutare le loro vittime tra le più vulnerabili. La crisi migratoria degli ultimi anni ha permesso alle reti di reclutamento di predare le donne e i bambini migranti e rifugiati in particolare. Ciò è stato evidenziato dalla stessa Commissione europea nella sua comunicazione sullo stato di attuazione delle misure prioritarie nel quadro dell’Agenda europea per le migrazioni. In essa si evidenziano le carenze del sistema di asilo che vengono sfruttate dalle reti per cercare di reclutare donne subsahariane. Così, dalle coste della Libia come principale punto di uscita verso il Mediterraneo, e approfittando dell’instabilità del Paese, è facile per le reti utilizzare questa posizione strategica per il traffico di esseri umani, come ha denunciato l’Ufficio dell’Alto Commissariato delle Nazioni Unite per i Diritti Umani. 

In questa situazione, è essenziale lavorare nei Paesi e nelle aree in via di sviluppo, così come in quelle dove ci sono conflitti armati, per evitare che le fasce più svantaggiate della popolazione, soprattutto donne e ragazze, cadano nelle mani dei signori della guerra, delle reti del narcotraffico e, in questo caso, delle reti di traffico di esseri umani a fini di sfruttamento sessuale, approfittando della situazione di VULNERABILITÀ di chi fugge dalla fame e dalla guerra. 

C’è un’idea che deve essere molto chiara: non esiste la «volontarietà» quando si tratta di entrare in una rete di sfruttamento sessuale. Questa affermazione non è altro che una fallacia che deve essere totalmente confutata con la forza dell’argomentazione e da una realtà che riguarda milioni di esseri umani in tutto il mondo. Persone che, di fronte a una drammatica situazione familiare, in fuga dalla fame e dalla guerra, cadono nelle mani delle reti del traffico di esseri umani. Pensiamo che una vittima di tratta potrà «acconsentire» in un dato momento, ma, con pochissime eccezioni, non acconsentirebbe mai volontariamente. Pertanto, è molto importante non confondere «consenso» e «volontà» perché, in una situazione di estremo bisogno, una persona può «acconsentire» ad entrare in una rete di sfruttamento ma, se questa situazione di estremo bisogno non esistesse, non vi entrerebbe mai volontariamente. 

In aggiunta, le vittime sono criminalizzate e stigmatizzate, mentre i principali autori di reti di sfruttamento sessuale continuano a reclutare altre vittime in condizioni di quasi totale impunità. È quindi innegabile che ci troviamo di fronte a un problema crescente in cui le autorità mostrano una chiara mancanza di volontà politica di porre fine alla tratta di esseri umani a scopo di sfruttamento sessuale.

Ecco perché oggi, GIORNATA INTERNAZIONALE CONTRO LO SFRUTTAMENTO SESSUALE E IL TRAFFICO DELLE PERSONE, dobbiamo essere molto consapevoli che, in questo momento, ci sono migliaia di persone che vengono vendute e che, molto probabilmente, arriveranno in varie città d’Europa e del mondo per essere sfruttate sessualmente. Tutto questo con la piena conoscenza delle autorità, ma in modo del tutto invisibile. 

Non importa chi sia la vittima della tratta. In questo momento quella vittima potrebbe arrivare in qualsiasi città, con una presunta offerta di lavoro che si è rivelata falsa, fortemente minacciata, totalmente terrorizzata, non sapendo cosa ne sarà di lei, non sapendo cosa sta succedendo, non sapendo se sarà in grado di fuggire, non sapendo se potrà mai più rivedere la sua famiglia, non sapendo se sarà mai più libera e, soprattutto, non sapendo cosa ne sarà di lei o di lui quando non sarà più redditizio per i papponi e a nessuno importa.

Ora che abbiamo concentrato le nostre energie per porre fine alla pandemia, non dimentichiamo che migliaia di persone che non hanno voce, che non esistono per nessuno e che sono o sono state considerate per anni meri oggetti di consumo. 

Nonostante le molte difficoltà, se davvero ci consideriamo una società pluralista, giusta, femminista, democratica e avanzata, dobbiamo chiedere alle autorità misure chiare ed efficaci per combattere il traffico di esseri umani. 

Teniamo presente questo: La tratta è un attacco all’inviolabilità della dignità umana; priva l’essere umano di tutti i suoi diritti, lasciandolo indifeso e totalmente indifeso; è una flagrante violazione dei diritti umani; e, quindi, è una REATO CONTRO TUTTA L’UMANITÀ. 

🇫🇷️FRANÇAIS🇫🇷️

DIGNITÉ VOLÉE

Sans aucun doute, l’un des crimes les plus abominables qui puissent être commis contre des êtres humains est la soumission dans des conditions d’esclavage et d’exploitation sexuelle forcée. À l’heure actuelle, des millions de personnes dans le monde, principalement des femmes et des filles, mais aussi des hommes et des garçons, sont échangées comme de simples objets de plaisir sexuel. Ils sont tous victimes d’une entreprise qui transforme le corps humain en une simple marchandise jetable qui les prive de leur dignité et de leurs droits les plus fondamentaux en tant qu’êtres humains. 

Dans nos propres villes, à quelques kilomètres de là, et aux yeux de tous, les mafias organisées, les hommes d’affaires nocturnes, les proxénètes et même les fonctionnaires publics contribuent, avec le savoir et la passivité des différentes administrations publiques, au fait qu’il existe des êtres humains qui sont sauvagement exploités dans un SYSTÈME DE PROSTITUTION FORCÉE.

Selon les données officielles, depuis 2003, environ 3 000 000 de personnes ont été identifiées comme victimes d’un énorme commerce pour les mafias qui se consacrent au travail et à l’exploitation sexuelle. Rien que dans l’Union européenne, on estime qu’il y a entre 50 000 et 80 000 victimes de la traite. Toutefois, on affirme que pour chaque victime identifiée, il y a au moins 20 autres victimes non identifiées. En d’autres termes, à l’heure actuelle, environ 60 000 000 de personnes sont victimes de la traite des êtres humains dans le monde entier.

Il est difficile d’imaginer la dimension réelle de la traite des êtres humains au niveau mondial. En fait, on estime que le volume des profits dépasse les 40 milliards d’euros, ce qui le place au même niveau que le trafic d’armes ou de drogue. En ce qui concerne les victimes, selon le rapport de l’ONUDC, 72 % des victimes de la traite sont des femmes et des filles (49 % de femmes et 23 % de filles), contre 28 % d’hommes et de garçons (21 % d’hommes et 7 % de garçons). Cependant, lorsque nous parlons d’exploitation sexuelle forcée, 94 % sont des femmes et des filles (68 % de femmes et 26 % de filles), contre 6 % d’hommes et de garçons (3 % d’hommes et 3 % de garçons). 

C’est la dure réalité de l’activité criminelle qui est menée par les proxénètes d’une manière de moins en moins visible mais tout aussi répugnante. En outre, selon le rapport 2016 de la Commission européenne, pour exercer leur activité, ils font une interprétation forcée des dispositions légales visant les travailleurs indépendants et l’industrie de l’hôtellerie et de la restauration. Ainsi, selon le rapport d’EUROPOL de février 2016, dans les pays où l’exercice de la prostitution est légalement couvert, la recherche de «main-d’œuvre bon marché» est beaucoup plus fréquente, les trafiquants et les proxénètes utilisant le cadre légal pour continuer à exploiter leurs victimes en toute impunité. 

En dépit de divers efforts, non seulement la traite des êtres humains à des fins d’exploitation sexuelle n’est pas traitée de manière adéquate, mais elle continue d’augmenter. À titre d’exemple, l’Espagne se classe deuxième (derrière l’Italie seulement) pour le nombre de cas de réseaux de prostitution démantelés et où le profit de la traite des êtres humains à des fins d’exploitation sexuelle dépasse Au total, les bénéfices s’élèvent à environ 2 MILLIARDS D’EUROS PAR AN EN ESPAGNE SEULEMENT.

Il est certain que les réseaux qui se consacrent à l’exploitation sexuelle n’ont aucune limite pour recruter leurs victimes parmi les plus vulnérables. La crise migratoire de ces dernières années a permis aux réseaux de recrutement de s’attaquer aux femmes et aux enfants migrants et réfugiés en particulier. La Commission européenne elle-même l’a souligné dans sa communication sur l’état de mise en œuvre des mesures prioritaires dans le cadre de l’agenda européen des migrations. Il y souligne les lacunes du système d’asile qui sont exploitées par des réseaux pour tenter de recruter des femmes subsahariennes. Ainsi, depuis les côtes de la Libye comme principal point de sortie vers la Méditerranée, et profitant de l’instabilité du pays, il est facile pour les réseaux d’utiliser cet endroit stratégique pour la traite des êtres humains, comme l’a dénoncé le Haut Commissariat des Nations Unies aux droits de l’homme. 

Face à cette situation, il est essentiel de travailler dans les pays et les régions en développement, ainsi que dans ceux où il y a des conflits armés, pour éviter que les secteurs les plus défavorisés de la population, principalement les femmes et les jeunes filles, ne tombent entre les mains des seigneurs de la guerre, des réseaux de trafic de drogue et, dans ce cas, des réseaux de traite des êtres humains à des fins d’exploitation sexuelle, en profitant de la situation de VULNERABILITE de ceux qui fuient la faim et la guerre. 

Il y a une idée qui devrait être très claire : il n’y a pas de «volontariat» lorsqu’il s’agit d’entrer dans un réseau d’exploitation sexuelle. Cette affirmation n’est rien d’autre qu’un sophisme qui doit être totalement réfuté avec la force de l’argument et à partir d’une réalité qui touche des millions d’êtres humains dans le monde. Des personnes qui, confrontées à une situation familiale dramatique, fuyant la faim et la guerre, tombent aux mains de réseaux de trafic d’êtres humains. Pensons qu’une victime de la traite pourra «consentir» à un moment donné mais, à quelques exceptions près, elle ne sera jamais d’accord volontairement. Il est donc très important de ne pas confondre «consentement» et «volonté» car, dans une situation d’extrême nécessité, une personne peut «consentir» à entrer dans un réseau d’exploitation mais, si cette situation d’extrême nécessité n’existe pas, elle n’y adhérera jamais volontairement. 

En outre, les victimes sont criminalisées et stigmatisées alors que les principaux auteurs des réseaux d’exploitation sexuelle continuent de recruter d’autres victimes dans une impunité quasi totale. Il est donc indéniable que nous sommes confrontés à un problème croissant dans lequel les autorités font preuve d’un manque évident de volonté politique pour mettre fin à la traite des êtres humains à des fins d’exploitation sexuelle.

C’est pourquoi aujourd’hui, Journée internationale contre l’exploitation sexuelle et la traite des êtres humains, nous devons être très conscients qu’il y a actuellement des milliers de personnes qui sont vendues et qui, très probablement, arriveront dans différentes villes d’Europe et du monde entier pour être exploitées sexuellement. Tout cela en toute connaissance de cause des autorités mais de manière totalement invisible. 

Peu importe qui est la victime de la traite. À l’heure actuelle, cette victime pourrait arriver dans n’importe quelle ville, avec une prétendue offre d’emploi qui s’est avérée fausse, fortement menacée, totalement terrifiée, ne sachant pas ce qu’elle va devenir, ne sachant pas ce qui se passe, ne sachant pas si elle pourra s’échapper, ne sachant pas si elle reverra un jour sa famille, ne sachant pas si elle sera à nouveau libre et, surtout, ne sachant pas ce qu’elle deviendra lorsque les proxénètes ne seront plus rentables et que personne ne s’en souciera.

Maintenant que nous avons concentré nos énergies à mettre fin à la pandémie, n’oublions pas que des milliers de personnes n’ont pas de voix, n’existent pour personne et sont ou ont été considérées comme de simples objets de consommation pendant des années. 

Malgré les nombreuses difficultés, si nous nous considérons vraiment comme une société pluraliste, juste, féministe, démocratique et avancée, nous devons exiger des autorités des mesures claires et efficaces pour lutter contre la traite des êtres humains. 

Gardons cela à l’esprit : La traite est une atteinte à l’inviolabilité de la dignité humaine ; elle prive un être humain de tous ses droits, le laissant sans défense et sans aucune protection ; elle constitue une violation flagrante des droits de l’homme ; et, par conséquent, c’est un CRIME CONTRE TOUTE L’HUMANITÉ. 

🇵🇹PORTUGUÊS🇵🇹

DIGNIDADE ROUBADA

Sem dúvida, um dos crimes mais abomináveis que podem ser cometidos contra seres humanos é a subjugação em condições de escravidão e exploração sexual forçada. Neste momento, milhões de pessoas em todo o mundo, principalmente mulheres e raparigas, mas também homens e rapazes, estão a ser comercializados como meros objectos de prazer sexual. Todos eles são vítimas de um negócio que mercantiliza o corpo humano como um simples bem descartável que os priva da sua dignidade e dos seus direitos mais básicos como seres humanos. 

Nas nossas próprias cidades, a poucos quilómetros de distância, e aos olhos de todos, máfias organizadas, empresários nocturnos, proxenetas e mesmo funcionários públicos contribuem, com o conhecimento e a passividade das diferentes administrações públicas, para o facto de haver seres humanos a serem selvagamente explorados num SISTEMA DE PROSTITUIÇÃO FORÇADA.

Segundo dados oficiais, desde 2003, cerca de 3.000.000 pessoas foram identificadas como vítimas de um enorme negócio para as máfias dedicadas à exploração laboral e sexual. Só na União Europeia, estima-se que haja entre 50.000 e 80.000 vítimas de tráfico. No entanto, afirma-se que para cada vítima identificada há pelo menos mais 20 vítimas não identificadas. Por outras palavras, neste momento, cerca de 60.000.000 PESSOAS SÃO VÍTIMAS DO TRÁFICO HUMANO NO MUNDO.

É difícil imaginar a verdadeira dimensão do tráfico de seres humanos a nível global. De facto, estima-se que o volume de lucros exceda os 40 mil milhões de euros, colocando-o ao mesmo nível que o tráfico de armas ou o tráfico de droga. Em relação às vítimas, de acordo com o relatório do UNODC, 72% das vítimas de tráfico são mulheres e raparigas (49% mulheres e 23% raparigas) em comparação com 28% homens e rapazes (21% homens e 7% rapazes). No entanto, quando falamos de exploração sexual forçada, 94% são mulheres e raparigas (68% mulheres e 26% raparigas) em comparação com 6% de homens e rapazes (3% homens e 3% rapazes). 

Esta é a dura realidade da actividade criminosa que é realizada por proxenetas de uma forma cada vez menos visível mas igualmente repugnante. Além disso, de acordo com o relatório da Comissão Europeia de 2016, a fim de exercerem a sua actividade fazem uma interpretação forçada das disposições legais destinadas aos trabalhadores independentes e à indústria hoteleira e de restauração. Assim, de acordo com o Relatório EUROPOL de Fevereiro de 2016, nos países onde existe cobertura legal para o exercício da prostituição, a procura de «mão-de-obra barata» é muito mais frequente, onde os traficantes e proxenetas utilizam o quadro legal para continuar a explorar as suas vítimas com quase total impunidade. 

Apesar de vários esforços, o tráfico de seres humanos para exploração sexual não só não está a ser devidamente abordado como continua a aumentar. Como exemplo, a Espanha ocupa o segundo lugar (apenas atrás da Itália) no número de casos de redes de prostituição desmanteladas e onde o lucro do tráfico de seres humanos para exploração sexual excede No total, os lucros ascendem a cerca de 2 BILHÕES de EUROS por ano só em Espanha.

Certamente, as redes dedicadas à exploração sexual não têm limites no recrutamento das suas vítimas de entre as mais vulneráveis. A crise migratória dos últimos anos permitiu que as redes de recrutamento se aproveitassem de mulheres e crianças migrantes e refugiadas, em particular. Isto foi salientado pela própria Comissão Europeia na sua Comunicação sobre o estado de implementação de acções prioritárias no âmbito da Agenda Europeia das Migrações. Nele, destaca as deficiências do sistema de asilo que são exploradas por redes para tentar recrutar mulheres subsarianas. Assim, das costas da Líbia como principal ponto de saída para o Mediterrâneo, e aproveitando a instabilidade do país, é fácil para as redes utilizar este local estratégico para o tráfico de seres humanos, como denunciou o Alto Comissariado das Nações Unidas para os Direitos do Homem. 

Com esta situação, é essencial trabalhar nos países e áreas em desenvolvimento, bem como naqueles onde existem conflitos armados, para evitar que os sectores mais desfavorecidos da população, principalmente mulheres e raparigas, caiam nas mãos dos senhores da guerra, das redes de tráfico de droga e, neste caso, das redes de tráfico de seres humanos para exploração sexual, aproveitando a situação de VULNERABILIDADE dos que fogem da fome e da guerra. 

Há uma ideia que deve ser muito clara: não existe «voluntariedade» quando se trata de entrar numa rede de exploração sexual. Esta afirmação não é senão uma falácia que deve ser totalmente refutada com a força da argumentação e de uma realidade que afecta milhões de seres humanos em todo o mundo. Pessoas que, perante uma situação familiar dramática, fugindo da fome e da guerra, caem nas mãos de redes de tráfico de seres humanos. Pensemos que uma vítima de tráfico poderá «consentir» num dado momento mas, com muito poucas excepções, nunca concordariam voluntariamente. Por conseguinte, é muito importante não confundir «consentimento» e «vontade» porque, numa situação de extrema necessidade, uma pessoa pode «consentir» em entrar numa rede de exploração mas, se esta situação de extrema necessidade não existir, nunca acederia voluntariamente. 

Além disso, as vítimas são criminalizadas e estigmatizadas, enquanto os principais perpetradores das redes de exploração sexual continuam a recrutar mais vítimas sob impunidade quase total. É portanto inegável que estamos perante um problema crescente em que as autoridades mostram uma clara falta de vontade política para pôr fim ao tráfico de seres humanos para fins de exploração sexual.

É por isso que hoje, DIA INTERNACIONAL CONTRA A EXPLORAÇÃO SEXUAL E O TRÁFICO DE PESSOAS, devemos estar muito conscientes de que, neste momento, há milhares de pessoas que estão a ser vendidas e que, muito provavelmente, chegarão a várias cidades na Europa e em todo o mundo para serem exploradas sexualmente. Tudo isto com o pleno conhecimento das autoridades, mas de uma forma totalmente invisível. 

Não importa quem é a vítima de tráfico. Neste momento, essa vítima pode estar a chegar a qualquer cidade, com uma suposta oferta de emprego que se revelou falsa, fortemente ameaçada, totalmente aterrorizada, sem saber o que será dela, sem saber o que está a acontecer, sem saber se será capaz de escapar, sem saber se voltará a ver a sua família, sem saber se voltará a ser livre e, sobretudo, sem saber o que será dela ou dele quando já não for rentável para os proxenetas e ninguém se importar.

Agora que concentrámos as nossas energias no fim da pandemia, não esqueçamos que milhares de pessoas que não têm voz, que não existem para ninguém e que são ou foram consideradas meros objectos de consumo durante anos. 

Apesar das muitas dificuldades, se realmente nos consideramos uma sociedade pluralista, justa, feminista, democrática e avançada, devemos exigir medidas claras e eficazes das autoridades para combater o tráfico de seres humanos. 

Tenhamos isto em mente: O tráfico é um ataque à inviolabilidade da dignidade humana; é privar um ser humano de todos os seus direitos, deixando-o indefeso e totalmente desprotegido; é uma violação flagrante dos direitos humanos; e, portanto, é um CRIME CONTRA TODA A HUMANIDADE. 

El Único Camino

(Escrito en 🇪🇸️ – Written in 🇬🇧️ – Scritto in 🇮🇹 – Rédigé en 🇫🇷️ – Escrito em 🇵🇹)

🇪🇸️ESPAÑOL🇪🇸️

La Paz no debería ser únicamente la ausencia de violencia, debería ser el estado natural de todo aquello que nos rodea y que, a pesar de nuestras diferencias, nos permitiese ser capaces de avanzar conjuntamente, en plena armonía, en total convivencia, en constante evolución y dejando a un lado toda forma de hostilidad.

La propia Carta de las Naciones Unidas reconoce el compromiso de “preservar a las generaciones venideras del flagelo de la guerra” que en dos ocasiones golpeó al conjunto de la humanidad durante el pasado siglo y que, por desgracia, en la actualidad, sigue golpeando a buena parte la población en numerosas regiones de todo el mundo contabilizándose millones de víctimas inocentes en los más de 50 conflictos bélicos que, a día de hoy, aún permanecen activos. 

No basta con intentar únicamente el mantenimiento de la Paz a través del envío de fuerzas que eviten más enfrentamientos entre las partes enfrentadas. Tampoco es efectivo intentar construir la paz toda vez que regiones enteras han sido arrasadas sin que las heridas estén cicatrizadas. Tampoco es una panacea el descargar todas las responsabilidades en la diplomacia preventiva. 

Nada de todo esto por separado es efectivo por sí solo pero, al mismo tiempo, todo forma parte de un conjunto esencial que debe ser elevado al máximo nivel si realmente queremos trabajar por una paz mundial y duradera. Todo ese conjunto a ese máximo nivel recibe un nombre que muy pocas veces es pronunciado no solo por los altos cargos de los diferentes gobiernos que conforman la comunidad internacional, sino que tampoco nuestros mismos labios pronuncian. Y ese nombre es: CULTURA DE LA PAZ. 

Solo en apariencia, la cultura de la paz parece no tener ninguna posibilidad frente la cultura de la guerra y de la violencia, que tantos intereses mueve aunque no queramos o no sepamos reconocerlos. Igualmente, de esa cultura de la guerra, la impunidad y la intolerancia toman su fuerza todos aquellos que no creen en la paz y que, desafortunadamente, cada vez están más presentes en nuestra sociedad. Luchar contra todo es un reto complejo que debe ser enfocado desde múltiples perspectivas y a través de mecanismos que se antojan demasiado lentos y con demasiados errores. Pero es el único camino posible y el recorrerlo no es una opción, sino todo lo contrario, es una obligación de toda sociedad que, sin duda, puede y debe conseguirse. 

Tal vez un día, 24 horas, no sean suficientes para reivindicar todo aquello que pueda exigirse en el  Día Internacional para la Paz. La Paz no tiene que reivindicarse únicamente hoy, día 21 de septiembre, con un alto el fuego en día de hoy, sino que debe reivindicarse y exigirse constantemente para todos los líderes del mundo comiencen a escuchar de una vez por todas a todos los pueblos del mundo. 

Pueblos que solo piden el fin de la violencia, de la represión y de la intolerancia; pueblos que claman por el respeto a hacia sus derechos y libertades fundamentales más básicas pero que apenas tienen posibilidad de hacerlo porque sus voces han sido silenciadas; pueblos que buscan desesperadamente la protección de sus familias huyendo del hambre, del dolor, de la destrucción y de una muerte segura.

Existen muchos aspectos relacionados con la ausencia de la paz que no únicamente se reducen a los enfrentamientos armados. Son muchas las causas que rodean los distintos conflictos de la actualidad; la falta de asistencia médica y humanitaria, la extrema pobreza, la prevención de enfermedades como el cólera, el tifus o el VIH; los desastres naturales fruto de un cada vez más evidente cambio climático; la falta de un sistema político que respete la democracia, la inviolabilidad de la dignidad humana y los derechos humanos; la falta de control de la venta de armas y la ausencia de compromisos de desarme; o la ausencia del cumplimiento de los compromisos contraídos por el resto de la comunidad internacional como las operaciones de paz en las zonas afectadas o ausencia de ayudas de cooperación al desarrollo.

Quizá ahora, cuando el mundo está siendo azotado por una brutal pandemia, es cuando más debemos pensar en mantenernos unidos para luchar contra un enemigo común que amenaza a toda la humanidad. Un enemigo común que no solo está causando una enorme pérdida de vidas humanas sino que, también, pone en serio peligro la estabilidad, la paz y la seguridad en todo el mundo. 

No importa que no podamos estar cerca entre nosotros porque la distancia nunca podrá impedir que sigamos trabajando conjuntamente por un futuro mejor marcado por el respeto, la igualdad, la justicia social y, por supuesto, por la paz como único camino posible. 

El papel de los jóvenes en la construcción y en el desarrollo de un futuro de paz es totalmente esencial. Solo a través de la Paz, es posible un mayor grado de desarrollo que permita aumentar la igualdad de oportunidades entre los jóvenes, mujeres y hombres del futuro, que residen en las zonas de conflicto. 

Es preciso proteger a las nuevas generaciones procurándoles un ambiente sano y una educación inclusiva para que, como protagonistas fundamentales del mañana, y a través de su enorme potencial, dirijan a sus respectivos países hacia un futuro mejor en donde la paz y el desarrollo sostenible de su comunidad se hagan realidad desde una estabilidad y seguridad que son necesarias para erradicar la pobreza extrema, el hambre y las enfermedades que, aún teniendo fácil cura, se cobran demasiadas vidas inocentes precisamente por la ausencia paz. 

Sus voces, que también son las nuestras, deben ser escuchadas porque, incluso mucho antes de lo que se esperaba, jóvenes de todo el mundo, mujeres y hombres del mañana, están demostrado su enorme fuerza y capacidad de compromiso en favor de aspectos tan esenciales como lo son el respeto hacia la dignidad y hacia los derechos humanos de toda persona (especialmente en la defensa de los derechos de migrantes y refugiados que se ven obligados abandonar todo cuanto poseen para salvar su vida); la defensa de un modelo de desarrollo sostenible que permita combatir los efectos del cambio climático; la promoción del empoderamiento de la sociedad civil a través de la fuerza de la democracia como mejor instrumento para combatir en favor de la igualdad entre mujeres y hombres; para luchar contra toda forma de discriminación por racismo, xenofobia, LGTBIfobia, enfermedad o discapacidad; y para impulsar y materializar un sistema de educación cívica e inclusiva que permita el máximo nivel de participación de la sociedad en aspectos tan esenciales como lo es la búsqueda y el mantenimiento de la Paz. 

También debemos empezar a ser plenamente conscientes de la vital importancia que tiene un modelo de desarrollo sostenible en la consecución de la Paz. A través de programas de sostenibilidad se pueden abordar todas aquellas necesidades fundamentales de la población sin que eso ponga en riesgo que las próximas generaciones ven reducidas sus posibilidades de cubrir las que serán sus necesidades del mañana y permitiendo que puedan desarrollar todo su potencial. 

Hemos de entender que la extrema pobreza, el hambre endémica de algunas regiones, el agotamiento de los recursos naturales, la escasez de algo tan vital como es el agua y la degradación del medio ambiente son elementos que alimentan el caldo de cultivo desde donde surge la corrupción, el racismo, la xenofobia y, en consecuencia, suponen una fuente de alimentación para los conflictos bélicos actuales y un verdadero riesgo para la paz en aquellas zonas afectadas por aquellos factores. A través del desarrollo sostenible pueden eliminarse estas causas de conflicto y contribuir a una paz duradera en las zonas afectadas que, al mismo tiempo, contribuirá a que existan las condiciones necesarias para avanzar precisamente en ese camino del desarrollo sostenible para alcanzar las cotas más altas de prosperidad.

Algunos negarán siempre todo los que he dicho hasta ahora y utilizarán argumentos falaces, vacíos y absurdos a la vez que traten de buscar responsables ajenos a modo de chivos expiatorios. Y lo harán desde el cinismo y el recurso fácil de argumentos extendidos por quienes promueven posturas ideológicas contrarias a la dignidad humana y los derechos humanos, señalando a quienes son diferentes como los únicos responsables de su situación y culpándoles de ser causantes de problemas que les son totalmente ajenos. 

Sin embargo, en un mundo interconectado las responsabilidades también lo están y, por tanto, la obligación de defender la Paz es siempre una obligación compartida entre todos los pueblos. Por eso, es preciso saber utilizar los instrumentos necesarios para desacreditar a quienes, desde el cinismo y la falacia, intentan dividir a la sociedad en algo tan básico como lo es la búsqueda de la paz y la eliminación de toda forma de violencia, de intolerancia y de discriminación. Una violencia, una intolerancia y una discriminación que solo contribuyen a seguir degradando a seres humanos por el mero hecho de ser diferentes cuando, en realidad, todas y todos contamos con la misma dignidad inviolable y con los mismos derechos de carácter inalienable. 

Por todas estas razones, hemos de asumir la necesidad de sumar nuestra voz en favor de la defensa de la Paz. Hagámoslo siempre, no únicamente en el día de hoy, clamando por el fin de la violencia, de la represión, de la intolerancia y en favor de la democracia, de la libertad, de la igualdad, de la dignidad y de los derechos humanos. 

Sabemos cuáles son los factores que provocan la ausencia de paz y tenemos a nuestro alcance los medios para salvaguardarla. Todo ello con la fuerza, la energía y la vitalidad de las nuevas generaciones cuyo papel es esencial para conseguir alcanzar una Paz que, más que una meta, es el único camino si realmente queremos avanzar como una sociedad global comprometida con nuestro entorno y con nuestro futuro. 

Porque defender la Paz es proteger la dignidad y defender los derechos humanos, es luchar en contra de la intolerancia, de la violencia y de la discriminación; es construir puentes de entendimiento; es convertir el dolor, el miedo y la desolación en vida y en esperanza; es recordar el sentido de nuestra humanidad; y porque defender la paz es, sin duda, el único camino.

🇬🇧ENGLISH🇬🇧

THE ONLY WAY.

Peace should not only be the absence of violence, it should be the natural state of everything that surrounds us and that, despite our differences, allows us to be able to advance together, in full harmony, in total coexistence, in constant evolution and leaving aside all forms of hostility.

The Charter of the United Nations recognises the commitment to «save succeeding generations from the scourge of war», which twice afflicted the whole of humanity during the last century and which, unfortunately, today continues to afflict a large part of the population in many regions of the world, claiming millions of innocent victims in the more than 50 armed conflicts that are still going on today. 

It is not enough to attempt only peacekeeping by sending forces to prevent further confrontation between the warring parties. Nor is it effective to try to build peace when entire regions have been razed to the ground without the wounds being healed. Nor is it a panacea to unload all responsibilities on preventive diplomacy. 

None of this is effective on its own but, at the same time, it is all part of an essential whole that must be raised to the highest level if we really want to work for lasting world peace. This whole group at this highest level receives a name that is rarely pronounced not only by the senior officials of the different governments that make up the international community, but also by our own lips. And that name is: CULTURE OF PEACE. 

Only in appearance, the culture of peace seems to have no chance against the culture of war and violence, which moves so many interests even if we do not want to or do not know how to recognize them. Similarly, from this culture of war, impunity and intolerance take their strength from all those who do not believe in peace and who, unfortunately, are increasingly present in our society. Fighting against everything is a complex challenge that must be approached from multiple perspectives and through mechanisms that seem too slow and too wrong. But it is the only possible path and going down it is not an option; quite the opposite, it is an obligation for every society that can and must be achieved. 

Perhaps one day, 24 hours, will not be enough to claim all that can be demanded on the International Day of Peace. Peace does not have to be claimed only today, September 21, with a ceasefire today, but must be constantly claimed and demanded for all world leaders to start listening once and for all to all the people of the world. 

People who only ask for an end to violence, repression and intolerance; people who demand respect for their most basic rights and fundamental freedoms but have little chance of doing so because their voices have been silenced; people who desperately seek the protection of their families, fleeing from hunger, pain, destruction and certain death.

There are many aspects to the absence of peace that are not only reduced to armed confrontation. There are many causes surrounding the various conflicts of today; the lack of medical and humanitarian assistance, extreme poverty, prevention of diseases such as cholera, typhoid or HIV; natural disasters resulting from increasingly evident climate change; the lack of a political system that respects democracy, the inviolability of human dignity and human rights; the lack of control over the sale of arms and the absence of disarmament commitments; or the lack of compliance with commitments made by the rest of the international community such as peace operations in the affected areas or the absence of development cooperation aid.

Perhaps now, when the world is being hit by a brutal pandemic, is when we should think most about standing together to fight a common enemy that threatens all of humanity. A common enemy that is not only causing a huge loss of human life but also seriously threatening stability, peace and security throughout the world. 

It does not matter that we cannot be close to each other because distance can never prevent us from continuing to work together for a better future marked by respect, equality, social justice and, of course, peace as the only possible way forward. 

The role of young people in building and developing a future of peace is absolutely essential. Only through peace is it possible to achieve a greater degree of development that will increase equality of opportunity between the young people, women and men of the future, who live in conflict zones. 

It is necessary to protect the new generations by providing them with a healthy environment and an inclusive education so that, as fundamental actors of tomorrow, and through their enormous potential, they can lead their respective countries towards a better future where peace and sustainable development of their community become a reality from a stability and security that is necessary to eradicate extreme poverty, hunger and diseases that, although easily curable, claim too many innocent lives precisely because of the absence of peace. 

Their voices, which are also ours, must be heard because, even much earlier than expected, young people from all over the world, the women and men of tomorrow, are demonstrating their enormous strength and capacity for commitment in favour of such essential aspects as respect for the dignity and human rights of every person (especially in the defence of the rights of migrants and refugees who are forced to abandon everything they own to save their lives); the defence of a model of sustainable development that makes it possible to combat the effects of climate change; the promotion of the empowerment of civil society through the force of democracy as the best instrument to fight for equality between women and men; to fight against all forms of discrimination due to racism, xenophobia, LGBT-phobia, illness or disability; and to promote and materialize a system of civic and inclusive education that allows the maximum level of participation of society in such essential aspects as the search for and maintenance of peace. 

We must also begin to be fully aware of the vital importance of a sustainable development model in achieving peace. Through sustainability programmes we can address all those fundamental needs of the population without this putting at risk that the next generations will see their possibilities of covering what will be their needs tomorrow reduced and allowing them to develop their full potential. 

We must understand that extreme poverty, the endemic hunger of some regions, the depletion of natural resources, the scarcity of something as vital as water and the degradation of the environment are elements that feed the breeding ground from which corruption, racism and xenophobia arise and, consequently, are a source of nourishment for current war conflicts and a real risk to peace in those areas affected by those factors. Through sustainable development, these causes of conflict can be eliminated and a contribution made to lasting peace in the areas concerned which, at the same time, will help to ensure that the conditions are in place for progressing along precisely that path of sustainable development towards the highest levels of prosperity.

Some will always deny all that I have said so far and use fallacious, empty and absurd arguments while trying to seek out outside leaders as scapegoats. And they will do so with cynicism and the easy recourse to arguments extended by those who promote ideological positions contrary to human dignity and human rights, pointing to those who are different as the only ones responsible for their situation and blaming them for causing problems that are totally alien to them. 

However, in an interconnected world, responsibilities are also interconnected, and therefore the obligation to defend Peace is always a shared one among all peoples. That is why we must know how to use the necessary instruments to discredit those who, from cynicism and fallacy, try to divide society into something as basic as the search for peace and the elimination of all forms of violence, intolerance and discrimination. Violence, intolerance and discrimination only contribute to the further degradation of human beings simply because they are different when, in reality, we all have the same inviolable dignity and the same inalienable rights. 

For all these reasons, we must assume the need to add our voice in favour of the defence of Peace. Let us always do so, not only today, calling for an end to violence, repression and intolerance and in favour of democracy, freedom, equality, dignity and human rights. 

We know what factors cause the absence of peace and we have the means to safeguard it. All this with the strength, energy and vitality of the new generations whose role is essential to achieve a Peace which, more than a goal, is the only way forward if we really want to move forward as a global society committed to our environment and our future. 

Because defending Peace means protecting dignity and defending human rights, it means fighting against intolerance, violence and discrimination; it means building bridges of understanding; it means turning pain, fear and desolation into life and hope; it means remembering the meaning of our humanity; and because defending Peace is, without a doubt, the only way.

🇮🇹ITALIANO🇮🇹

L’UNICA VIA.

La pace non dovrebbe essere solo l’assenza di violenza, dovrebbe essere lo stato naturale di tutto ciò che ci circonda e che, nonostante le nostre differenze, ci permette di avanzare insieme, in piena armonia, in totale convivenza, in costante evoluzione e lasciando da parte ogni forma di ostilità.

La Carta delle Nazioni Unite riconosce l’impegno a «salvare le future generazioni dal flagello della guerra», che ha colpito l’umanità per due volte nel secolo scorso e che, purtroppo, continua a colpire gran parte della popolazione in molte regioni del mondo, causando milioni di vittime innocenti in più di 50 guerre che ancora oggi sono in corso. 

Non è sufficiente cercare di mantenere la pace solo inviando forze che impediscano un ulteriore confronto tra le parti opposte. Né è efficace cercare di costruire la pace quando intere regioni sono state rase al suolo senza che le ferite siano guarite. Né è una panacea scaricare tutte le responsabilità sulla diplomazia preventiva. 

Niente di tutto questo è efficace da solo ma, allo stesso tempo, fa tutto parte di un insieme essenziale che deve essere elevato al massimo livello se vogliamo davvero lavorare per una pace mondiale duratura. Tutto questo gruppo di alto livello riceve un nome che viene pronunciato raramente, non solo dagli alti funzionari dei vari governi che compongono la comunità internazionale, ma anche dalle nostre stesse labbra. E questo nome è: CULTURA DELLA PACE. 

Solo in apparenza la cultura della pace sembra non avere alcuna possibilità contro la cultura della guerra e della violenza, che è il motore di tanti interessi anche se non li vogliamo o non siamo in grado di riconoscerli. Allo stesso modo, è da questa cultura della guerra, dell’impunità e dell’intolleranza che tutti coloro che non credono nella pace e che, purtroppo, sono sempre più presenti nella nostra società, traggono la loro forza. Lottare contro tutto è una sfida complessa che deve essere affrontata da molteplici prospettive e attraverso meccanismi che sembrano troppo lenti e sbagliati. Ma è l’unica strada possibile e percorrerla non è un’opzione, anzi, è un obbligo di ogni società che può e deve essere realizzato. 

Forse un giorno, 24 ore, non sarà sufficiente per rivendicare tutto ciò che può essere richiesto nella Giornata internazionale per la pace. La pace non deve essere rivendicata solo oggi, 21 settembre, con un cessate il fuoco oggi, ma deve essere rivendicata ed esigere costantemente che tutti i leader del mondo comincino ad ascoltare una volta per tutte a tutti i popoli del mondo. 

Popoli che chiedono solo la fine della violenza, della repressione e dell’intolleranza; popoli che chiedono il rispetto dei loro diritti più elementari e delle libertà fondamentali, ma che hanno poche possibilità di farlo perché la loro voce è stata messa a tacere; popoli che cercano disperatamente la protezione delle loro famiglie, fuggendo dalla fame, dal dolore, dalla distruzione e da morte certa.

Ci sono molti aspetti legati all’assenza di pace che non si riducono solo agli scontri armati. Le cause che circondano i vari conflitti di oggi sono molteplici; la mancanza di assistenza medica e umanitaria, l’estrema povertà, la prevenzione di malattie come il colera, il tifo o l’HIV; i disastri naturali derivanti da cambiamenti climatici sempre più evidenti; la mancanza di un sistema politico che rispetti la democrazia, l’inviolabilità della dignità umana e i diritti umani; la mancanza di controllo sulla vendita di armi e l’assenza di impegni di disarmo; o il mancato rispetto degli impegni assunti dal resto della comunità internazionale, come le operazioni di pace nelle zone colpite o l’assenza di aiuti alla cooperazione allo sviluppo.

Forse ora, quando il mondo è colpito da una brutale pandemia, è il momento in cui dovremmo pensare più che altro a stare insieme per combattere un nemico comune che minaccia tutta l’umanità. Un nemico comune che non solo sta causando un’enorme perdita di vite umane, ma sta anche mettendo seriamente a repentaglio la stabilità, la pace e la sicurezza in tutto il mondo. 

Non importa che non possiamo essere vicini l’uno all’altro perché la distanza non può mai impedirci di continuare a lavorare insieme per un futuro migliore segnato dal rispetto, dall’uguaglianza, dalla giustizia sociale e, naturalmente, dalla pace come unica via possibile. 

Il ruolo dei giovani nella costruzione e nello sviluppo di un futuro di pace è assolutamente essenziale. Solo attraverso la pace è possibile raggiungere un maggior grado di sviluppo che permetta di aumentare le pari opportunità tra i giovani, donne e uomini del futuro, che vivono in zone di conflitto. 

Le nuove generazioni devono essere protette fornendo loro un ambiente sano e un’educazione inclusiva affinché, in quanto attori fondamentali del domani, e attraverso il loro enorme potenziale, possano guidare i rispettivi Paesi verso un futuro migliore in cui la pace e lo sviluppo sostenibile della loro comunità diventino una realtà in una prospettiva di stabilità e sicurezza, necessarie per sradicare la povertà estrema, la fame e le malattie che, sebbene facilmente curabili, rivendicano troppe vite innocenti proprio a causa dell’assenza di pace. 

La loro voce, che è anche la nostra, deve essere ascoltata perché, anche molto prima del previsto, i giovani di tutto il mondo, donne e uomini di domani, stanno dimostrando la loro enorme forza e capacità di impegno a favore di aspetti essenziali come il rispetto della dignità e dei diritti umani di ogni persona (soprattutto nella difesa dei diritti dei migranti e dei rifugiati che sono costretti ad abbandonare tutto ciò che possiedono per salvarsi la vita); la difesa di un modello di sviluppo sostenibile che permetta di combattere gli effetti del cambiamento climatico; la promozione dell’empowerment della società civile attraverso la forza della democrazia come il miglior strumento per combattere per l’uguaglianza tra donne e uomini; per combattere contro tutte le forme di discriminazione dovute a razzismo, xenofobia, LGBT-fobia, malattie o disabilità; e per promuovere e materializzare un sistema di educazione civica e inclusiva che permetta il più alto livello di partecipazione della società in aspetti essenziali come la ricerca e il mantenimento della pace. 

Dobbiamo anche cominciare ad essere pienamente consapevoli dell’importanza vitale di un modello di sviluppo sostenibile per il raggiungimento della pace. Attraverso programmi di sostenibilità, possiamo rispondere a tutti i bisogni fondamentali della popolazione senza rischiare che le prossime generazioni vedano ridotte le loro possibilità di soddisfare i bisogni di domani e di sviluppare appieno il loro potenziale. 

Dobbiamo comprendere che l’estrema povertà, la fame endemica di alcune regioni, l’esaurimento delle risorse naturali, la scarsità di qualcosa di vitale come l’acqua e il degrado dell’ambiente sono elementi che alimentano il terreno fertile da cui nascono la corruzione, il razzismo e la xenofobia e, di conseguenza, sono una fonte di nutrimento per gli attuali conflitti bellici e un rischio reale per la pace in quelle zone colpite da questi fattori. Attraverso lo sviluppo sostenibile, queste cause di conflitto possono essere eliminate e si può contribuire a una pace duratura nelle aree interessate, che al tempo stesso contribuirà a garantire le condizioni per percorrere proprio quel percorso di sviluppo sostenibile per raggiungere i più alti livelli di prosperità.

Alcuni negheranno sempre tutto quello che ho detto finora e useranno argomentazioni fallaci, vuote e assurde, mentre cercheranno i leader esterni come capri espiatori. E lo faranno per cinismo e per il facile ricorso ad argomentazioni estese da chi promuove posizioni ideologiche contrarie alla dignità umana e ai diritti umani, indicando i diversi come gli unici responsabili della loro situazione e incolpandoli di aver causato problemi a loro totalmente estranei. 

Tuttavia, in un mondo interconnesso, anche le responsabilità sono interconnesse, e quindi l’obbligo di difendere la Pace è sempre condiviso da tutti i popoli. Per questo dobbiamo saper usare gli strumenti necessari per screditare coloro che, dal cinismo e dalla fallacia, cercano di dividere la società in qualcosa di così fondamentale come la ricerca della pace e l’eliminazione di ogni forma di violenza, intolleranza e discriminazione. La violenza, l’intolleranza e la discriminazione contribuiscono all’ulteriore degrado degli esseri umani solo perché sono diversi quando, in realtà, abbiamo tutti la stessa inviolabile dignità e gli stessi inalienabili diritti. 

Per tutti questi motivi, dobbiamo assumere la necessità di aggiungere la nostra voce a favore della difesa della Pace. Facciamo sempre così, non solo oggi, chiedendo la fine della violenza, della repressione e dell’intolleranza e a favore della democrazia, della libertà, dell’uguaglianza, della dignità e dei diritti umani. 

Sappiamo quali sono i fattori che causano l’assenza di pace e abbiamo i mezzi per salvaguardarla. Tutto questo con la forza, l’energia e la vitalità delle nuove generazioni il cui ruolo è essenziale per raggiungere una Pace che, più che un obiettivo, è l’unica via da percorrere se vogliamo davvero andare avanti come società globale impegnata per il nostro ambiente e il nostro futuro. 

Perché difendere la Pace è proteggere la dignità e difendere i diritti umani, è combattere contro l’intolleranza, la violenza e la discriminazione; è costruire ponti di comprensione; è trasformare il dolore, la paura e la desolazione in vita e speranza; è ricordare il significato della nostra umanità; e perché difendere la Pace è, senza dubbio, l’unica via.

🇫🇷️FRANÇAIS🇫🇷️

LA SEULE VOIE.

La paix ne doit pas seulement être l’absence de violence, elle doit être l’état naturel de tout ce qui nous entoure et qui, malgré nos différences, nous permet de pouvoir avancer ensemble, en pleine harmonie, en totale coexistence, en constante évolution et en laissant de côté toute forme d’hostilité.

La Charte des Nations unies reconnaît l’engagement de «préserver les générations futures du fléau de la guerre», qui a frappé l’humanité à deux reprises au cours du siècle dernier et qui, malheureusement, continue de frapper une grande partie de la population dans de nombreuses régions du monde aujourd’hui, faisant des millions de victimes innocentes dans plus de 50 guerres qui se poursuivent encore aujourd’hui. 

Il ne suffit pas de tenter uniquement de maintenir la paix en envoyant des forces qui empêcheront de nouveaux affrontements entre les parties adverses. Il n’est pas non plus efficace d’essayer de construire la paix lorsque des régions entières ont été rasées sans que les blessures ne soient cicatrisées. Ce n’est pas non plus une panacée que de se décharger de toutes les responsabilités sur la diplomatie préventive. 

Rien de tout cela n’est efficace en soi mais, en même temps, tout cela fait partie d’un ensemble essentiel qui doit être porté au plus haut niveau si nous voulons réellement œuvrer pour une paix mondiale durable. Tout ce groupe, à ce plus haut niveau, reçoit un nom rarement prononcé, non seulement par les hauts fonctionnaires des différents gouvernements qui composent la communauté internationale, mais aussi par nos propres lèvres. Et ce nom est : CULTURE DE LA PAIX. 

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Ce n’est qu’en apparence que la culture de la paix semble n’avoir aucune chance contre la culture de la guerre et de la violence, qui est le moteur de tant d’intérêts, même si nous ne voulons pas ou ne pouvons pas les reconnaître. De même, c’est de cette culture de la guerre, de l’impunité et de l’intolérance que tous ceux qui ne croient pas en la paix et qui, malheureusement, sont de plus en plus présents dans notre société, tirent leur force. Lutter contre tout est un défi complexe qui doit être abordé sous de multiples angles et par des mécanismes qui semblent trop lents et trop erronés. Mais c’est la seule voie possible et la suivre n’est pas une option, bien au contraire, c’est une obligation de toute société qui peut et doit être réalisée. 

Peut-être qu’un jour, 24 heures, ne suffira pas pour réclamer tout ce qui peut être exigé lors de la Journée internationale de la paix. La paix ne doit pas être revendiquée seulement aujourd’hui, le 21 septembre, avec un cessez-le-feu aujourd’hui, mais elle doit être revendiquée et exigée constamment pour que tous les dirigeants du monde commencent à écouter une fois pour toutes tous les peuples du monde. 

Des gens qui ne demandent que la fin de la violence, de la répression et de l’intolérance ; des gens qui réclament à grands cris le respect de leurs droits les plus fondamentaux et de leurs libertés fondamentales mais qui ont peu de chances de le faire parce que leur voix a été réduite au silence ; des gens qui cherchent désespérément à protéger leur famille, fuyant la faim, la douleur, la destruction et une mort certaine.

Il y a de nombreux aspects liés à l’absence de paix qui ne se réduisent pas seulement à des affrontements armés. Les causes des différents conflits actuels sont multiples : le manque d’assistance médicale et humanitaire, l’extrême pauvreté, la prévention de maladies telles que le choléra, la typhoïde ou le VIH ; les catastrophes naturelles résultant du changement climatique de plus en plus évident ; l’absence d’un système démocratique respectueux de la démocratie, de l’inviolabilité de la dignité humaine et des droits de l’homme ; le manque de contrôle sur la vente d’armes et l’absence d’engagements en matière de désarmement ; ou le non-respect des engagements pris par le reste de la communauté internationale, comme les opérations de paix dans les zones touchées ou l’absence d’aide à la coopération au développement.

C’est peut-être maintenant, alors que le monde est frappé par une pandémie brutale, que nous devrions le plus penser à nous unir pour combattre un ennemi commun qui menace toute l’humanité. Un ennemi commun qui non seulement cause d’énormes pertes en vies humaines, mais qui met aussi gravement en péril la stabilité, la paix et la sécurité dans le monde entier. 

Peu importe que nous ne puissions pas être proches les uns des autres, car la distance ne peut jamais nous empêcher de continuer à travailler ensemble pour un avenir meilleur marqué par le respect, l’égalité, la justice sociale et, bien sûr, la paix comme seule voie possible. 

Le rôle des jeunes dans la construction et le développement d’un avenir de paix est absolument essentiel. Seule la paix permet d’atteindre un plus grand degré de développement qui permettra d’accroître l’égalité des chances des jeunes, femmes et hommes de demain, qui vivent dans les zones de conflit. 

Les nouvelles générations doivent être protégées en leur offrant un environnement sain et une éducation inclusive afin que, en tant qu’acteurs fondamentaux de demain, et grâce à leur énorme potentiel, elles puissent conduire leurs pays respectifs vers un avenir meilleur dans lequel la paix et le développement durable de leur communauté deviennent une réalité dans une perspective de stabilité et de sécurité, nécessaires pour éradiquer l’extrême pauvreté, la faim et les maladies qui, bien que facilement guérissables, font trop de victimes innocentes précisément à cause de l’absence de paix. 

Leurs voix, qui sont aussi les nôtres, doivent être entendues car, bien plus tôt encore que prévu, les jeunes du monde entier, femmes et hommes de demain, démontrent leur énorme force et leur capacité d’engagement en faveur d’aspects aussi essentiels que le respect de la dignité et des droits de l’homme de chaque personne (en particulier la défense des droits des migrants et des réfugiés qui sont contraints d’abandonner tout ce qu’ils possèdent pour sauver leur vie) ; la défense d’un modèle de développement durable qui permet de lutter contre les effets du changement climatique ; la promotion de l’autonomisation de la société civile par la force de la démocratie en tant que meilleur instrument pour lutter pour l’égalité entre les femmes et les hommes ; pour lutter contre toutes les formes de discrimination dues au racisme, à la xénophobie, à la phobie des LGBT, à la maladie ou au handicap ; et pour promouvoir et concrétiser un système d’éducation civique et inclusive qui permette le plus haut niveau de participation de la société dans des aspects essentiels tels que la recherche et le maintien de la paix. 

Nous devons également commencer à prendre pleinement conscience de l’importance vitale d’un modèle de développement durable pour parvenir à la paix. Grâce aux programmes de durabilité, nous pouvons répondre à tous les besoins fondamentaux de la population sans risquer que les prochaines générations voient se réduire leurs possibilités de répondre aux besoins de demain et de leur permettre de développer tout leur potentiel. 

Nous devons comprendre que l’extrême pauvreté, la faim endémique de certaines régions, l’épuisement des ressources naturelles, la rareté d’un élément aussi vital que l’eau et la dégradation de l’environnement sont des éléments qui alimentent le terreau d’où naissent la corruption, le racisme et la xénophobie et, par conséquent, sont une source d’alimentation pour les conflits de guerre actuels et un risque réel pour la paix dans les régions touchées par ces facteurs. Grâce au développement durable, ces causes de conflit peuvent être éliminées et une contribution peut être apportée à une paix durable dans les zones concernées, ce qui contribuera en même temps à garantir que les conditions sont en place pour avancer précisément sur cette voie du développement durable afin d’atteindre les niveaux de prospérité les plus élevés.

Certains nieront toujours tout ce que j’ai dit jusqu’à présent et utiliseront des arguments fallacieux, vides et absurdes tout en essayant de trouver des dirigeants extérieurs comme boucs émissaires. Et ils le feront par cynisme et par le recours facile à des arguments avancés par ceux qui défendent des positions idéologiques contraires à la dignité humaine et aux droits de l’homme, en désignant ceux qui sont différents comme les seuls responsables de leur situation et en leur reprochant de causer des problèmes qui leur sont totalement étrangers. 

Cependant, dans un monde interconnecté, les responsabilités sont également interconnectées, et par conséquent l’obligation de défendre la Paix est toujours partagée par tous les peuples. C’est pourquoi nous devons savoir comment utiliser les instruments nécessaires pour discréditer ceux qui, par cynisme et par erreur, tentent de diviser la société en quelque chose d’aussi fondamental que la recherche de la paix et l’élimination de toutes les formes de violence, d’intolérance et de discrimination. La violence, l’intolérance et la discrimination ne font que contribuer à la plus grande dégradation des êtres humains simplement parce qu’ils sont différents alors qu’en réalité, nous avons tous la même dignité inviolable et les mêmes droits inaliénables. 

Pour toutes ces raisons, nous devons assumer la nécessité d’ajouter notre voix en faveur de la défense de la Paix. Faisons-le toujours, et pas seulement aujourd’hui, en appelant à la fin de la violence, de la répression et de l’intolérance et en faveur de la démocratie, de la liberté, de l’égalité, de la dignité et des droits de l’homme. 

Nous savons quels sont les facteurs qui causent l’absence de paix et nous avons les moyens de la sauvegarder. Tout cela avec la force, l’énergie et la vitalité des nouvelles générations dont le rôle est essentiel pour parvenir à une Paix qui, plus qu’un objectif, est la seule voie à suivre si nous voulons vraiment avancer en tant que société mondiale engagée dans notre environnement et notre avenir. 

Parce que défendre la paix, c’est protéger la dignité et défendre les droits de l’homme, c’est lutter contre l’intolérance, la violence et la discrimination ; c’est construire des ponts de compréhension ; c’est transformer la douleur, la peur et la désolation en vie et en espoir ; c’est se souvenir du sens de notre humanité ; et parce que défendre la paix est, sans aucun doute, le seul voie.

🇵🇹PORTUGUÊS🇵🇹

O ÚNICO CAMINHO.

A paz não deve ser apenas a ausência de violência, deve ser o estado natural de tudo o que nos rodeia e que, apesar das nossas diferenças, nos permite avançar juntos, em plena harmonia, em total coexistência, em constante evolução e deixando de lado todas as formas de hostilidade.

A Carta das Nações Unidas reconhece o compromisso de «salvar as gerações seguintes do flagelo da guerra», que atingiu a humanidade duas vezes no século passado e que, infelizmente, continua a atingir uma grande parte da população em muitas regiões do mundo de hoje, fazendo milhões de vítimas inocentes em mais de 50 guerras que ainda hoje se desenrolam. 

Não basta tentar apenas manter a paz enviando forças que impeçam novos confrontos entre as partes em confronto. Nem é eficaz tentar construir a paz quando regiões inteiras foram arrasadas até ao chão sem que as feridas tenham sido curadas. Também não é uma panaceia descarregar todas as responsabilidades na diplomacia preventiva. 

Nada disto é eficaz por si só mas, ao mesmo tempo, faz tudo parte de um todo essencial que deve ser elevado ao mais alto nível se quisermos realmente trabalhar para uma paz mundial duradoura. Todo este grupo ao mais alto nível recebe um nome raramente pronunciado, não só pelos altos funcionários dos vários governos que compõem a comunidade internacional, mas também pelos nossos próprios lábios. E esse nome é: CULTURA DA PAZ.

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Só aparentemente a cultura da paz parece não ter qualquer hipótese contra a cultura da guerra e da violência, que é a força motriz por detrás de tantos interesses, mesmo que não queiramos ou não sejamos capazes de os reconhecer. Do mesmo modo, é desta cultura de guerra, impunidade e intolerância que aqueles que não acreditam nela retiram a sua força e se tornam cada vez mais presentes na nossa sociedade. A luta contra tudo é um desafio complexo que deve ser abordado de múltiplas perspectivas e através de mecanismos que parecem demasiado lentos e com demasiados erros. Mas é o único caminho possível e tomá-lo não é uma opção, mas muito pelo contrário, é uma obrigação de toda a sociedade que, sem dúvida, pode e deve ser alcançada. 

Talvez um dia, 24 horas, não seja suficiente para reclamar tudo o que pode ser exigido no Dia Internacional da Paz. A paz não tem de ser reclamada apenas hoje, 21 de Setembro, com um cessar-fogo hoje, mas deve ser reclamada e exigida constantemente para que todos os líderes do mundo comecem a ouvir de uma vez por todas a todos os povos do mundo. 

Povos que apenas pedem o fim da violência, repressão e intolerância; povos que clamamam pelo respeito dos seus direitos mais básicos e liberdades fundamentais, mas que têm poucas hipóteses de o fazer porque as suas vozes foram silenciadas; povos que procuram desesperadamente a protecção das suas famílias, fugindo da fome, da dor, da destruição e da morte certa.

Há muitos aspectos relacionados com a ausência de paz que não estão apenas reduzidos a confrontos armados. Há muitas causas em torno dos vários conflitos de hoje; a falta de assistência médica e humanitária, a pobreza extrema, a prevenção de doenças como a cólera, a febre tifóide ou o VIH; as catástrofes naturais resultantes das alterações climáticas cada vez mais evidentes; a falta de um sistema político que respeite a democracia, a inviolabilidade da dignidade humana e os direitos humanos; a falta de controlo sobre a venda de armas e a ausência de compromissos de desarmamento; ou a falta de cumprimento de compromissos assumidos pelo resto da comunidade internacional, tais como operações de paz nas áreas afectadas ou a ausência de ajuda à cooperação para o desenvolvimento.

Talvez agora, quando o mundo está a ser atingido por uma pandemia brutal, seja quando deveríamos pensar mais em estar juntos para combater um inimigo comum que ameaça toda a humanidade. Um inimigo comum que não só está a causar uma enorme perda de vidas humanas como também a pôr seriamente em risco a estabilidade, a paz e a segurança em todo o mundo. 

Não importa que não possamos estar próximos um do outro porque a distância nunca nos pode impedir de continuar a trabalhar juntos por um futuro melhor marcado pelo respeito, pela igualdade, pela justiça social e, claro, pela paz como o único caminho possível para avançar. 

O papel dos jovens na construção e desenvolvimento de um futuro de paz é absolutamente essencial. Só através da paz é possível alcançar um maior grau de desenvolvimento que permita aumentar a igualdade de oportunidades entre os jovens, mulheres e homens do futuro, que vivem em zonas de conflito. 

As novas gerações devem ser protegidas, proporcionando-lhes um ambiente saudável e uma educação inclusiva para que, como actores fundamentais de amanhã, e através do seu enorme potencial, possam conduzir os seus respectivos países para um futuro melhor em que a paz e o desenvolvimento sustentável da sua comunidade se tornem uma realidade numa perspectiva de estabilidade e segurança, necessárias para erradicar a pobreza extrema, a fome e as doenças que, embora facilmente curáveis, reclamam demasiadas vidas inocentes, precisamente devido à ausência de paz. 

As suas vozes, que são também as nossas, devem ser ouvidas porque, mesmo muito antes do esperado, jovens de todo o mundo, mulheres e homens de amanhã, demonstram a sua enorme força e capacidade de empenhamento a favor de aspectos essenciais como o respeito pela dignidade e pelos direitos humanos de cada pessoa (especialmente na defesa dos direitos dos migrantes e refugiados que são forçados a abandonar tudo o que possuem para salvar as suas vidas); a defesa de um modelo de desenvolvimento sustentável que torna possível combater os efeitos das alterações climáticas; a promoção do empoderamento da sociedade civil através da força da democracia como o melhor instrumento para lutar pela igualdade entre mulheres e homens; para lutar contra todas as formas de discriminação devido ao racismo, xenofobia, LGBT-fobia, doença ou deficiência; e para promover e materializar um sistema de educação cívica e inclusiva que permita o mais alto nível de participação da sociedade em aspectos tão essenciais como a busca e manutenção da paz. 

Devemos também começar a estar plenamente conscientes da importância vital de um modelo de desenvolvimento sustentável para alcançar a paz. Através de programas de sustentabilidade, podemos abordar todas as necessidades fundamentais da população sem correr o risco de as próximas gerações verem reduzidas as suas possibilidades de satisfazer as necessidades de amanhã e de lhes permitir desenvolver todo o seu potencial. 

Temos de compreender que a pobreza extrema, a fome endémica de algumas regiões, o esgotamento dos recursos naturais, a escassez de algo tão vital como a água e a degradação do ambiente são elementos que alimentam o terreno fértil de onde provém a corrupção, o racismo e a xenofobia e, consequentemente, são uma fonte de alimento para os actuais conflitos bélicos e um risco real para a paz nas zonas afectadas por esses factores. Através do desenvolvimento sustentável, estas causas de conflito podem ser eliminadas e pode ser dada uma contribuição para uma paz duradoura nas áreas em questão, o que ao mesmo tempo ajudará a garantir que estão criadas as condições para avançar precisamente nesse caminho de desenvolvimento sustentável para alcançar os mais altos níveis de prosperidade.

Alguns negarão sempre tudo o que eu disse até agora e usarão argumentos falaciosos, vazios e absurdos enquanto tentam procurar líderes externos como bodes expiatórios. E fá-lo-ão a partir do cinismo e do fácil recurso a argumentos alargados por aqueles que promovem posições ideológicas contrárias à dignidade humana e aos direitos humanos, apontando aqueles que são diferentes como os únicos responsáveis pela sua situação e culpando-os por causarem problemas que lhes são totalmente alheios. 

No entanto, num mundo interligado, as responsabilidades também estão interligadas, pelo que a obrigação de defender a Paz é sempre uma obrigação partilhada entre todos os povos. É por isso que devemos saber utilizar os instrumentos necessários para desacreditar aqueles que, por cinismo e falácia, tentam dividir a sociedade em algo tão básico como a busca da paz e a eliminação de todas as formas de violência, intolerância e discriminação. A violência, a intolerância e a discriminação só contribuem para uma maior degradação dos seres humanos simplesmente porque são diferentes quando, na realidade, todos temos a mesma dignidade inviolável e os mesmos direitos inalienáveis. 

Por todas estas razões, devemos assumir a necessidade de juntar a nossa voz a favor da defesa da Paz. Façamo-lo sempre, não só hoje, apelando ao fim da violência, repressão e intolerância e a favor da democracia, liberdade, igualdade, dignidade e direitos humanos. 

Sabemos quais os factores que causam a ausência de paz e temos os meios para a salvaguardar. Tudo isto com a força, energia e vitalidade das novas gerações cujo papel é essencial para alcançar uma Paz que, mais do que um objectivo, é o único caminho se realmente quisermos avançar como uma sociedade global empenhada no nosso ambiente e no nosso futuro. 

Porque defender a Paz é proteger a dignidade e defender os direitos humanos, é lutar contra a intolerância, violência e discriminação; é construir pontes de entendimento; é transformar a dor, o medo e a desolação em vida e esperança; é recordar o significado da nossa humanidade; e porque defender a Paz é, sem dúvida, o único caminho.

El Poder del Pueblo

(Escrito en 🇪🇸️ – Written in 🇬🇧️ – Scritto in 🇮🇹 – Rédigé en 🇫🇷️ – Escrito em 🇵🇹)

Democracia. En Griego antiguo, ‘δημοκρατία’ /dēmokratía/. (Poder del Pueblo).

Sin duda, esta es un palabra que, durante siglos, se ha enriquecido con un profundo significado. Con una primera búsqueda en el diccionario encontramos una primera definición que consiste en aquella «forma de gobierno en la que el poder es ejercido por la ciudadanía, que es la detentora de la soberanía nacional, directamente o a través de sus legítimos representantes».

También puede entenderse como tal aquel modelo de sociedad en donde existe la igualdad de derechos sin que pueda haber distinción de por razones de sexo, etnia, origen nacional, sexo, orientación e identidad sexual o de género, pensamiento o cualquier otra consideración o circunstancia personal. Un sentido de la democracia en donde toda la ciudadanía tiene la posibilidad de formar parte en la toma de decisiones que, de una forma u otra, puedan llegar a afectarle. 

En la actualidad, la idea de la Democracia debe entenderse como ese instrumento que posibilita la existencia de la pluralidad social y que se expresa periódicamente en unas elecciones libres en donde los poderes púbicos obtienen su legitimidad a la hora de tomar las decisiones que afectan a la población. Pero en toda democracia también deben existir los mecanismos y las condiciones que permitan el respeto hacia las minorías e individuos en la protección de sus derechos más básicos y fundamentales existentes en toda democracia con una plena separación de poderes y ante cualquier exceso o arbitrariedad por parte de los poderes públicos cuando pretendan ampararse en el mero apoyo mayoritario durante la toma de sus decisiones. Y es que ninguna democracia puede convertirse en una simple dictadura numérica que haga poner en riesgo los derechos y las libertades de titularidad de todas y de todos. 

Los difíciles momentos a los que nos enfrentamos debido a la pandemia del Covid-19, debe hacernos ver el papel indispensable que tiene la democracia para garantizar que cualquier toma de decisiones garantice el máximo nivel de consenso y de participación de toda la ciudadanía. Por tanto, no podemos permitir que el virus se convierta en una excusa para limitar los derechos inherentes de la población y la fuerza de la democracia. Por ello, hemos de poner especial atención en aquellas regiones en donde la democracia aún no está plenamente consolidada, donde la separación de poderes todavía no está claramente delimitada y en donde las instituciones no cuentan con la estabilidad necesaria para garantizar el pleno ejercicio y respeto de todos los derechos y libertades.

En el Día Internacional de la Democracia, debemos recordar, tal vez más que nunca, que la democracia tiene como objeto principal a las personas porque está basada en la igualdad de trato ante la Ley, en la igualdad de oportunidades en la participación de la vida pública y privada, en la inclusión de todas las personas, sean como sean y sean quienes sean; en la construcción de la Paz entre los diferentes pueblos, comunidades y regiones; en el mantenimiento del espacio medioambiental que nos rodea; y, por supuesto, por encima de todo, el respeto absoluto hacia dignidad humana inviolable y hacia los derechos humanos como derechos básicos e inalienables de toda persona. 

A pesar de la crisis sanitaria, debemos seguir luchando contra las otras “grandes pandemias” que son la violencia, del odio y de la discriminación y que, sin duda, son las mayores amenazas a las que cualquier democracia puede enfrentarse . Ahora más que nunca, hemos de seguir trabajando para garantizar un sistema sanitario adecuado a las necesidades de todas las personas y en cualquier lugar del mundo. También evitar que la falta de oportunidades impida a millones de niños, niñas, jóvenes y personas adultas el poder acceder a una educación de calidad para desarrollar todo su potencial. 

Es en este punto en donde debemos ser capaces de afrontar los desafíos del presente y, al mismo tiempo, estar preparados para los retos del mañana. Para eso, hemos de ser capaces de construir una sociedad fuerte, libre, plural, pacífica, e inclusiva en donde la protección de los derechos más básicos sea algo transversal para cualquier gobierno que muestre una vocación de trabajar por y para toda la ciudadanía, sin exclusiones de ningún tipo, y de forma realista, coherente y transparente. Por tanto, cualquier gobierno de cualquier democracia que se considere como tal, debe comprometerse fielmente y sin fisuras en la protección de los derechos humanos y fundamentales de la población a través de mecanismos independientes del poder político y eliminando todo rastro de corrupción e intromisión en la actuación de las Fuerzas de Seguridad y del Poder Judicial. 

Desgraciadamente, son demasiados los casos en donde hemos podido comprobar la forma en la que nuestra democracia, así como el espacio de convivencia construido en las últimas décadas, se ha degradado a un ritmo alarmante. Pensemos en el auge de los extremismos y populismo de corte racista y xenófobo, en los ataques a migrantes y refugiados, en las agresiones al colectivo LGTBIQ+, en el resurgimiento de formas de comportamiento machistas y contrarias a los derechos de la mujer, en los autoritarismos que censuran y persiguen la identidad cultural y religiosa diferente o que buscan prohibición de toda corriente política e ideológica que les es contraria obviando el derecho a la libertad de pensamiento y al pluralismo político. 

La prueba más clara de esta degradación podemos encontrarla en los defensores de los derechos y de la libertades que, cada día, son cruelmente perseguidos o sienten la presión de quienes se muestran contrarios a la libertad, a la igualdad y al respeto por la diversidad, dificultándoles su trabajo hasta el punto en el que ven sus vidas seriamente amenazadas. Representantes de la sociedad civil; representantes en los distintos parlamentos nacionales; activistas de organizaciones no gubernamentales que luchan por los derechos de las comunidades indígenas, por los derechos de la mujer, por los derechos de migrantes y refugiados, por los derechos de la Comunidad LGTBIQ+, por los derechos de menores, enfermos e incapaces y por la preservación del medio ambiente; por los periodistas comprometidos con el derecho a la información; y, sobre todo, por los miles de mujeres y hombres, activistas anónimos, verdaderos héroes y heroínas, que han sido continuamente objeto de acoso, hostigamiento y que, en los casos más extremos, bajo una casi total impunidad, también han sido agredidos de forma vil y cobarde o violentamente asesinados. Y lo han sido, únicamente por defender la Libertad, la Justicia, la Igualdad, los Derechos Humanos y la Dignidad Humana como pilares básicos de la esencia misma de la Democracia.

Para evitar esta degradación de la Democracia, contamos con todos los instrumentos necesarios a nuestro alcance. Luego, en tal caso, de no llevar a cabo las acciones necesarias para ello, estaríamos ante una falta de voluntad política y no ante una falta de capacidad jurídica. Así, como primer paso, debemos empezar por la erradicación de toda forma de violencia sobre las personas poniendo fin a todo tipo de maltrato, tortura o explotación. Para ello, hay que exigir la aplicación del Estado de Derecho en todos aspectos de la vida política, no solo en el ámbito nacional, también en el aspecto internacional, garantizando en acceso a la justicia de todas las víctimas que vean vulnerados sus más elementales derechos. Víctimas que deben recibir todo el apoyo de las instituciones de forma clara, determinada, eficaz y transparente, eliminado toda forma de corrupción y fortaleciendo las instituciones a través de la coordinación y la cooperación internacional para combatir en cualquier parte del mundo toda clase de violencia, delincuencia organizada y terrorismo contrario al Estado de Derecho, al respeto de los Derechos Humanos y a la inviolabilidad de la dignidad humana. 

Como segundo paso, todos los Estados de la Comunidad Internacional deben tomar de forma conjunta medidas que contribuyan a que todas las personas, con independencia de quienes sean o de dónde provengan, tengan capacidad de participación y de representación en aquellos asuntos que les afecte como forma más clara de inclusión. Para ello, es necesario fortalecer los mecanismos de cooperación con los países en desarrollo y con el resto de organizaciones internacionales a nivel global para que lleven a cabo todos aquellos pasos en favor de la igualdad de oportunidades y la no discriminación de personas y grupos de personas y teniendo muy presente la necesidad de preservar en entorno que nos rodea mediante el desarrollo sostenible. 

No es una cuestión baladí. De hecho, la propia Declaración Universal de los Derechos Humanos, además de reconocer en su art. 23 que la voluntad del pueblo es la base de la autoridad del poder público, también reconoce el derecho de toda persona a participar y a servir en el Gobierno de su país ya sea a través de la ocupación de un cargo público o, en su caso, mediante la elección de representantes en un sistema de votación secreto, libre, justo y democrático. Este es el sistema más reconocido a nivel internacional en las distintas constituciones del mundo y el mejor medio para a difusión de los todos los valores universales y principios democráticos. ¿Y por qué? Porque la Democracia, es el mejor instrumento para la protección de la dignidad humana y la difusión de los Derechos Humanos en cualquier parte del mundo. 

No olvidemos que la Democracia es un camino de doble sentido. Tanto la sociedad como los poderes públicos han de unir sus fuerzas para construir cada día un futuro mejor mediante un diálogo plural y libre en el que las decisiones que se adopten sean beneficiosas para el conjunto de la población y no para solo una parte de ella. Por eso, es necesario incentivar los procesos de participación ciudadana en todos aquellos asuntos de la vida pública y así fortalecer los cimientos de una sociedad justa, plural, diversa y avanzada que esté a la altura de los retos del futuro. 

Aún queda mucho trabajo por delante, mucho por lo que luchar en la defensa de la Igualdad, de la Libertad, de la Justicia, de la Democracia, de los Derechos Humanos y de la Dignidad Humana. 

Somos muchas y muchos los que nos levantamos cada día dispuestos a luchar desde el pleno convencimiento de lo que creemos que es justo. 

Y, afortunadamente, nos sobran los motivos para ello, nos sobran los motivos para continuar luchando, nos sobran los motivos para continuar hacia adelante. 

En favor de la Democracia nos sobran los motivos, SIEMPRE.

🇬🇧️ENGLISH🇬🇧️

THE POWER OF THE PEOPLE

Democracy. In Ancient Greek, ‘δημοκρατία’ /dēmokratía/. (Rule of the People).

Without doubt, this is a word that, over the centuries, has been enriched with a profound meaning. With a first search in the dictionary we find a first definition that consists of that «form of government in which the power is exercised by the citizens, who are the holders of the national sovereignty, directly or through their legitimate representatives».

It can also be understood as a model of society in which there is equality of rights without distinction on the grounds of sex, ethnicity, national origin, gender, sexual or gender identity and orientation, thought or any other personal consideration or circumstance. A sense of democracy in which all citizens have the possibility of taking part in decision-making that, in one way or another, may affect them.

At present, the idea of democracy should be understood as that instrument which makes the existence of social plurality possible and which is expressed periodically in free elections where the public powers obtain their legitimacy when making decisions that affect the population. But in any democracy there must also be mechanisms and conditions that allow for respect for minorities and individuals in the protection of their most basic and fundamental rights that exist in any democracy with a full separation of powers and against any excess or arbitrariness on the part of the public authorities when they seek to rely on mere majority support in making their decisions. No democracy can become a mere numerical dictatorship that jeopardises the rights and freedoms of all.

The difficult times we are facing due to the Covid-19 pandemic, should make us see the indispensable role of democracy in ensuring that any decision-making guarantees the highest level of consensus and participation of all citizens. Therefore, we cannot allow the virus to become an excuse to limit the inherent rights of the population and the strength of democracy. That is why we must pay particular attention to those regions where democracy is not yet fully consolidated, where the separation of powers is not yet clearly defined and where the institutions do not have the stability needed to guarantee the full exercise and respect of all rights and freedoms.

On the International Day of Democracy, we must remember, perhaps more than ever, that democracy is about people because it is based on equal treatment before the law, on equal opportunities to participate in public and private life, on the inclusion of all people, no matter who or what they are; in the construction of peace between different peoples, communities and regions; in the maintenance of the environmental space that surrounds us; and, of course, above all, absolute respect for inviolable human dignity and human rights as basic and inalienable rights of every person.

Despite the health crisis, we must continue to fight against the other «great pandemics» of violence, hatred and discrimination, which are undoubtedly the greatest threats that any democracy can face. Now more than ever, we must continue to work to ensure a health system that meets the needs of all people, everywhere in the world. We must also ensure that the lack of opportunities does not prevent millions of children, young people and adults from having access to quality education to develop their full potential.

It is at this point that we must be able to meet the challenges of today and, at the same time, be prepared for the challenges of tomorrow. To do this, we must be able to build a strong, free, plural, peaceful and inclusive society in which the protection of the most basic rights is something that cuts across any government that shows a vocation to work for and with all citizens, without exclusions of any kind, and in a realistic, coherent and transparent way. Therefore, any government in any democracy that considers itself as such must commit itself faithfully and without fail to protect the human and fundamental rights of the population through mechanisms that are independent of political power and by eliminating all traces of corruption and interference in the actions of the Security Forces and the Judiciary.

Unfortunately, there are too many cases where we have seen how our democracy, as well as the space for coexistence built up over the last few decades, has deteriorated at an alarming rate. Let us think of the rise of extremism and populism of a racist and xenophobic nature, of attacks on migrants and refugees, of aggressions against the LGTBIQ+ collective, of the resurgence of forms of behaviour that are sexist and contrary to women’s rights, of authoritarianisms that censor and persecute different cultural and religious identities or that seek to ban all political and ideological currents that are contrary to them, ignoring the right to freedom of thought and political pluralism.

The clearest evidence of this degradation can be found in the defenders of rights and freedoms who are cruelly persecuted every day or feel the pressure of those who are against freedom, equality and respect for diversity, making their work difficult to the point where they see their lives seriously threatened. Representatives of civil society; representatives in the various national parliaments; activists from non-governmental organisations fighting for the rights of indigenous communities, for women’s rights, for the rights of migrants and refugees, for the rights of the LGTBIQ+ Community, for the rights of minors, the sick and the disabled, and for the preservation of the environment; for the journalists committed to the right to information; and, above all, for the thousands of women and men, anonymous activists, true heroes and heroines, who have been continuously harassed, harassed and, in the most extreme cases, under almost total impunity, have also been vilely and cowardly attacked or violently murdered. And they have been so, solely for defending Freedom, Justice, Equality, Human Rights and Human Dignity as basic pillars of the very essence of Democracy.

To avoid this degradation of democracy, we have all the necessary instruments at our disposal. Then, if we do not take the necessary actions to do so, we would be facing a lack of political will and not a lack of legal capacity. So, as a first step, we must start by eradicating all forms of violence against people by putting an end to all forms of mistreatment, torture or exploitation. To this end, we must demand the application of the rule of law in all aspects of political life, not only in the national sphere, but also in the international sphere, guaranteeing access to justice for all victims whose most basic rights have been violated. Victims who must receive all the support of the institutions in a clear, determined, effective and transparent manner, eliminating all forms of corruption and strengthening institutions through international coordination and cooperation to combat all types of violence, organised crime and terrorism anywhere in the world that are contrary to the rule of law, respect for human rights and the inviolability of human dignity.

As a second step, all the States of the International Community must jointly take measures to help ensure that all people, regardless of who they are or where they come from, have the capacity to participate and be represented in those matters that affect them as a clearer form of inclusion. To this end, it is necessary to strengthen cooperation mechanisms with developing countries and with other international organisations at a global level so that they can carry out all those steps in favour of equal opportunities and non-discrimination of persons and groups of persons, and bearing in mind the need to preserve the environment around us through sustainable development.

This is not a trivial issue. In fact, the Universal Declaration of Human Rights itself, in addition to recognising in Article 23 that the will of the people shall be the basis of the authority of government, also recognises the right of everyone to take part in and serve in the government of his country, either by holding public office or, if necessary, by electing representatives in a system of secret, free, fair and democratic elections. This is the most internationally recognised system in the world’s various constitutions and the best means of disseminating all universal values and democratic principles. And why? Because democracy is the best instrument for the protection of human dignity and the dissemination of human rights in any part of the world.

Let us not forget that democracy is a two-way street. Both society and the public authorities must join forces to build a better future every day through a pluralistic and free dialogue in which the decisions taken are beneficial to the whole of the population and not just a part of it. It is therefore necessary to encourage processes of citizen participation in all matters of public life and thus strengthen the foundations of a fair, pluralistic, diverse and advanced society that is up to the challenges of the future.

There is still much work to be done, much to be fought for in the defence of Equality, Freedom, Justice, Democracy, Human Rights and Human Dignity.

There are many of us who wake up every day ready to fight from the full conviction of what we believe is right.

And, fortunately, we have plenty of reasons to do so, we have plenty of reasons to continue fighting, we have plenty of reasons to continue moving forward.

In favour of Democracy we have plenty of reasons, ALWAYS.

🇮🇹ITALIANO🇮🇹

IL POTERE DEL POPOLO

Democrazia. In Greco Antico, ‘δημοκρατία’ /dēmokratía/. (Potere al Popolo)

Indubbiamente, questa è una parola che, per secoli, si è arricchita di un significato profondo. Con una prima ricerca nel dizionario troviamo una prima definizione che consiste in quella «forma di governo in cui il potere è esercitato dalla cittadinanza, che è titolare della sovranità nazionale, direttamente o attraverso i suoi legittimi rappresentanti».

Può anche essere inteso come quel modello di società in cui vi è parità di diritti senza alcuna distinzione in base al sesso, all’etnia, all’origine nazionale, al sesso, all’orientamento e all’identità sessuale o di genere, al pensiero o a qualsiasi altra considerazione o circostanza personale. Un senso di democrazia in cui tutti i cittadini hanno la possibilità di partecipare alle decisioni che, in un modo o nell’altro, possono influenzarli.

Attualmente, l’idea di Democrazia deve essere intesa come quello strumento che rende possibile l’esistenza della pluralità sociale e che si esprime periodicamente in libere elezioni in cui i poteri pubblici ottengono la loro legittimità quando prendono decisioni che riguardano la popolazione. Ma in ogni democrazia ci devono essere anche meccanismi e condizioni che consentano il rispetto delle minoranze e degli individui nella tutela dei loro diritti più elementari e fondamentali, che esistono in ogni democrazia con una piena separazione dei poteri e di fronte a qualsiasi eccesso o arbitrarietà da parte delle autorità pubbliche quando cercano di fare affidamento sul mero sostegno della maggioranza nelle loro decisioni. Nessuna democrazia può diventare una mera dittatura numerica che metta a repentaglio i diritti e le libertà di tutti.

I momenti difficili che stiamo affrontando a causa della pandemia di Covid-19, devono farci capire il ruolo indispensabile della democrazia nell’assicurare che qualsiasi processo decisionale garantisca il più alto livello di consenso e di partecipazione di tutti i cittadini. Non possiamo quindi permettere che il virus diventi una scusa per limitare i diritti intrinseci della popolazione e la forza della democrazia. Dobbiamo quindi prestare particolare attenzione a quelle regioni dove la democrazia non è ancora pienamente consolidata, dove la separazione dei poteri non è ancora chiaramente delimitata e dove le istituzioni non hanno la stabilità necessaria per garantire il pieno esercizio e il rispetto di tutti i diritti e le libertà.

Nella Giornata Internazionale della Democrazia, dobbiamo ricordare, forse più che mai, che la democrazia riguarda soprattutto le persone perché si basa sulla parità di trattamento davanti alla legge, sulle pari opportunità di partecipazione alla vita pubblica e privata, sull’inclusione di tutte le persone, non importa chi o cosa siano; nella costruzione della pace tra popoli, comunità e regioni diverse; nel mantenimento dello spazio ambientale che ci circonda; e, naturalmente, soprattutto, nell’assoluto rispetto dell’inviolabile dignità umana e dei diritti umani come diritti fondamentali e inalienabili di ogni persona.

Nonostante la crisi sanitaria, dobbiamo continuare a lottare contro le altre grandi pandemie di violenza, odio e discriminazione, che sono senza dubbio le minacce più grandi che ogni democrazia può affrontare. Ora più che mai dobbiamo continuare a lavorare per garantire un sistema sanitario adeguato alle esigenze di tutte le persone, ovunque nel mondo. Dobbiamo anche garantire che la mancanza di opportunità non impedisca a milioni di bambini, giovani e adulti di accedere a un’istruzione di qualità per sviluppare appieno il loro potenziale.

È a questo punto che dobbiamo essere in grado di affrontare le sfide di oggi e, allo stesso tempo, essere preparati alle sfide di domani. Per fare questo, dobbiamo essere in grado di costruire una società forte, libera, plurale, pacifica e inclusiva, in cui la tutela dei diritti più elementari sia qualcosa di trasversale a tutti i governi e dimostri la vocazione a lavorare per e con tutti i cittadini, senza esclusioni di alcun tipo e in modo realistico, coerente e trasparente. Pertanto, qualsiasi governo in qualsiasi democrazia che si consideri tale, deve impegnarsi fedelmente e senza fenditure nella tutela dei diritti umani e fondamentali della popolazione attraverso meccanismi indipendenti dal potere politico ed eliminando ogni traccia di corruzione e di ingerenza nelle azioni delle Forze di sicurezza e della magistratura.

Purtroppo, ci sono troppi casi in cui abbiamo potuto constatare come la nostra democrazia, così come lo spazio di convivenza costruito negli ultimi decenni, si sia deteriorato a un ritmo allarmante. Pensiamo all’ascesa dell’estremismo e del populismo di stampo razzista e xenofobo, alle aggressioni contro migranti e rifugiati, alle aggressioni contro il collettivo LGTBIQ+, alla recrudescenza di forme di comportamento macho contrarie ai diritti delle donne, agli autoritarismi che censurano e perseguitano le diverse identità culturali e religiose o che cercano di proibire tutte le correnti politiche e ideologiche ad esse contrarie, ignorando il diritto alla libertà di pensiero e al pluralismo politico.

La prova più evidente di questo degrado si può trovare nei difensori dei diritti e delle libertà che sono crudelmente perseguitati ogni giorno o sentono la pressione di coloro che si oppongono alla libertà, all’uguaglianza e al rispetto della diversità, rendendo il loro lavoro difficile al punto da vedere la loro vita seriamente minacciata. Rappresentanti della società civile; rappresentanti nei vari parlamenti nazionali; attivisti di organizzazioni non governative che lottano per i diritti delle comunità indigene, per i diritti delle donne, per i diritti dei migranti e dei rifugiati, per i diritti della comunità LGTBIQ+, per i diritti dei minori, dei malati e dei disabili e per la salvaguardia dell’ambiente; dai giornalisti impegnati nel diritto all’informazione; e, soprattutto, dalle migliaia di donne e uomini, anonimi attivisti, veri eroi ed eroine, che sono stati continuamente molestati, molestati e, nei casi più estremi, nella quasi totale impunità, sono stati anche vilmente e vilmente attaccati o violentemente assassinati. E lo sono stati, solo perché difendono la libertà, la giustizia, l’uguaglianza, i diritti umani e la dignità umana come pilastri fondamentali dell’essenza stessa della Democrazia.

Per evitare questo degrado della Democrazia, abbiamo a disposizione tutti gli strumenti necessari. Poi, se non intraprendiamo le azioni necessarie per farlo, ci troveremmo di fronte a una mancanza di volontà politica e non a una mancanza di capacità giuridica. Pertanto, come primo passo, dobbiamo cominciare a sradicare ogni forma di violenza contro le persone, ponendo fine a ogni tipo di abuso, tortura o sfruttamento. A tal fine, dobbiamo esigere l’applicazione dello Stato di diritto in tutti gli aspetti della vita politica, non solo a livello nazionale, ma anche a livello internazionale, garantendo l’accesso alla giustizia a tutte le vittime i cui diritti più elementari sono stati violati. Vittime che devono ricevere tutto il sostegno delle istituzioni in modo chiaro, determinato, efficace e trasparente, eliminando ogni forma di corruzione e rafforzando le istituzioni attraverso il coordinamento e la cooperazione internazionale per combattere tutti i tipi di violenza, la criminalità organizzata e il terrorismo in qualsiasi parte del mondo che sono contrari allo stato di diritto, al rispetto dei diritti umani e all’inviolabilità della dignità umana.

In secondo luogo, tutti gli Stati della Comunità internazionale devono adottare congiuntamente misure che contribuiscano a garantire che tutte le persone, indipendentemente da chi sono o da dove vengono, abbiano la capacità di partecipare ed essere rappresentate nelle questioni che li riguardano come una forma più chiara di inclusione. A tal fine, è necessario rafforzare i meccanismi di cooperazione con i Paesi in via di sviluppo e con le altre organizzazioni internazionali a livello globale, affinché possano compiere tutti quei passi a favore delle pari opportunità e della non discriminazione delle persone e dei gruppi di persone e tenendo presente la necessità di preservare l’ambiente che ci circonda attraverso lo sviluppo sostenibile.

Non è una questione banale. Infatti, la stessa Dichiarazione Universale dei Diritti dell’Uomo, oltre a riconoscere nel suo articolo 23 che la volontà del popolo è alla base dell’autorità di governo, riconosce anche il diritto di ciascuno di partecipare e servire il governo del proprio Paese, sia ricoprendo cariche pubbliche, sia, a seconda dei casi, eleggendo i rappresentanti in un sistema elettorale segreto, libero, equo e democratico. Questo è il sistema più riconosciuto a livello internazionale nelle varie costituzioni del mondo e il miglior mezzo per diffondere tutti i valori universali e i principi democratici. E perché? Perché la democrazia è il miglior strumento per la tutela della dignità umana e la diffusione dei diritti umani in qualsiasi parte del mondo.

Non dimentichiamo che la democrazia è una strada a doppio senso. Sia la società che le autorità pubbliche devono unire le loro forze per costruire ogni giorno un futuro migliore attraverso un dialogo pluralistico e libero in cui le decisioni prese siano vantaggiose per l’intera popolazione e non solo per una parte di essa. È quindi necessario incoraggiare processi di partecipazione dei cittadini in tutte le questioni della vita pubblica e rafforzare così le basi di una società equa, pluralistica, diversificata e avanzata, all’altezza delle sfide del futuro.

C’è ancora molto lavoro da fare, molto da combattere per la difesa dell’uguaglianza, della libertà, della giustizia, della democrazia, dei diritti umani e della dignità umana.

Siamo in molti a svegliarci ogni giorno pronti a lottare per la piena convinzione di ciò che crediamo sia giusto.

E, per fortuna, abbiamo molte ragioni per farlo, abbiamo molte ragioni per continuare a lottare, abbiamo molte ragioni per continuare ad andare avanti.

A favore della democrazia abbiamo molte ragioni, SEMPRE.

🇫🇷️FRANÇAIS🇫🇷️

LE POUVOIR DU PEUPLE

La démocratie. En grec ancien, «δημοκρατία» /dēmokratía/. (Le pouvoir du peuple).

C’est sans doute un mot qui, depuis des siècles, s’est enrichi d’une signification profonde. En effectuant une première recherche dans le dictionnaire, nous trouvons une première définition qui consiste en cette «forme de gouvernement dans laquelle le pouvoir est exercé par les citoyens, qui sont les détenteurs de la souveraineté nationale, directement ou par l’intermédiaire de leurs représentants légitimes».

Elle peut également être comprise comme le modèle de société dans lequel il y a égalité des droits sans distinction de sexe, d’ethnie, d’origine nationale, de genre, d’orientation et d’identité sexuelles ou de genre, de pensée ou de toute autre considération ou circonstance personnelle. Un sens de la démocratie dans lequel tous les citoyens ont la possibilité de prendre part aux décisions qui, d’une manière ou d’une autre, peuvent les affecter.

Aujourd’hui, l’idée de démocratie doit être comprise comme l’instrument qui rend possible l’existence de la pluralité sociale et qui s’exprime périodiquement par des élections libres où les pouvoirs publics obtiennent leur légitimité lorsqu’ils prennent des décisions qui affectent la population. Mais dans toute démocratie, il doit aussi y avoir des mécanismes et des conditions qui permettent le respect des minorités et des individus dans la protection de leurs droits les plus élémentaires et fondamentaux, qui existent dans toute démocratie avec une séparation totale des pouvoirs et face à tout excès ou arbitraire de la part des autorités publiques lorsqu’elles cherchent à s’appuyer sur le simple soutien de la majorité pour prendre leurs décisions. Aucune démocratie ne peut devenir une simple dictature numérique qui met en péril les droits et les libertés de tous.

Les moments difficiles auxquels nous sommes confrontés en raison de la pandémie de Covid-19, doivent nous faire prendre conscience du rôle indispensable de la démocratie pour que toute prise de décision garantisse le plus haut niveau de consensus et de participation de tous les citoyens. Nous ne pouvons donc pas permettre que le virus devienne une excuse pour limiter les droits inhérents de la population et la force de la démocratie. En conséquence, nous devons accorder une attention particulière aux régions où la démocratie n’est pas encore pleinement consolidée, où la séparation des pouvoirs n’est pas encore clairement délimitée et où les institutions ne disposent pas de la stabilité nécessaire pour garantir le plein exercice et le respect de tous les droits et libertés.

En cette Journée internationale de la démocratie, nous devons nous rappeler, peut-être plus que jamais, que la démocratie est avant tout une affaire de personnes, car elle est fondée sur l’égalité de traitement devant la loi, sur l’égalité des chances de participer à la vie publique et privée, sur l’inclusion de tous les individus, quels qu’ils soient ; dans la construction de la paix entre les différents peuples, communautés et régions ; dans le maintien de l’espace environnemental qui nous entoure ; et, bien sûr, surtout, dans le respect absolu de la dignité humaine inviolable et des droits de l’homme en tant que droits fondamentaux et inaliénables de chaque personne.

Malgré la crise sanitaire, nous devons continuer à lutter contre les autres grandes «pandémies» de violence, de haine et de discrimination, qui sont sans aucun doute les plus grandes menaces auxquelles toute démocratie peut être confrontée. Aujourd’hui plus que jamais, nous devons continuer à travailler pour garantir un système de santé adapté aux besoins de tous, partout dans le monde. Nous devons également veiller à ce que le manque de possibilités n’empêche pas des millions d’enfants, de jeunes et d’adultes d’avoir accès à une éducation de qualité afin de développer pleinement leur potentiel.

C’est à ce stade que nous devons être capables de relever les défis d’aujourd’hui et, en même temps, être préparés aux défis de demain. Pour ce faire, nous devons être en mesure de construire une société forte, libre, plurielle, pacifique et inclusive, où la protection des droits les plus fondamentaux est une préoccupation qui concerne tous les gouvernements et qui montre une vocation à travailler pour et avec tous les citoyens, sans exclusion d’aucune sorte, et de manière réaliste, cohérente et transparente. Par conséquent, tout gouvernement dans toute démocratie qui se considère comme tel, doit s’engager fidèlement et sans faille à protéger les droits de l’homme et les droits fondamentaux de la population par des mécanismes indépendants du pouvoir politique et en éliminant toute trace de corruption et d’ingérence dans les actions des Forces de Sécurité et du Pouvoir Judiciaire.

Malheureusement, il y a trop de cas où nous avons pu constater comment notre démocratie, ainsi que l’espace de coexistence construit au cours des dernières décennies, se sont détériorés à un rythme alarmant. Pensons à la montée de l’extrémisme et du populisme à caractère raciste et xénophobe, aux attaques contre les migrants et les réfugiés, aux agressions contre le collectif LGTBIQ+, à la résurgence de formes de comportement machiste contraires aux droits des femmes, aux autoritarismes qui censurent et persécutent les différentes identités culturelles et religieuses ou qui cherchent à interdire tous les courants politiques et idéologiques qui leur sont contraires, en ignorant le droit à la liberté de pensée et au pluralisme politique.

La preuve la plus évidente de cette dégradation se trouve chez les défenseurs des droits et des libertés qui sont cruellement persécutés chaque jour ou qui ressentent la pression de ceux qui s’opposent à la liberté, à l’égalité et au respect de la diversité, rendant leur travail difficile au point de voir leur vie gravement menacée. Représentants de la société civile ; représentants des différents parlements nationaux ; militants d’organisations non gouvernementales luttant pour les droits des communautés indigènes, pour les droits des femmes, pour les droits des migrants et des réfugiés, pour les droits de la Communauté LGTBIQ+, pour les droits des mineurs, des malades et des handicapés, et pour la préservation de l’environnement ; par les journalistes attachés au droit à l’information ; et, surtout, par les milliers de femmes et d’hommes, militants anonymes, véritables héros et héroïnes, qui n’ont cessé d’être harcelés, harcelés et, dans les cas les plus extrêmes, en toute impunité, ont également été vilainement et lâchement attaqués ou violemment assassinés. Et ils l’ont été, uniquement parce qu’ils défendent la liberté, la justice, l’égalité, les droits de l’homme et la dignité humaine en tant que piliers fondamentaux de l’essence même de la démocratie.

Pour éviter cette dégradation de la démocratie, nous disposons de tous les instruments nécessaires. Ensuite, si nous ne prenons pas les mesures nécessaires pour le faire, nous serions confrontés à un manque de volonté politique et non à un manque de capacité juridique. C’est pourquoi, dans un premier temps, nous devons commencer par éradiquer toutes les formes de violence contre les personnes, en mettant fin à tous les types d’abus, de torture ou d’exploitation. À cette fin, nous devons exiger l’application de l’État de droit dans tous les aspects de la vie politique, non seulement au niveau national, mais aussi au niveau international, en garantissant l’accès à la justice à toutes les victimes dont les droits les plus fondamentaux ont été violés. Les victimes qui doivent recevoir tout le soutien des institutions de manière claire, déterminée, efficace et transparente, en éliminant toutes les formes de corruption et en renforçant les institutions par la coordination et la coopération internationales afin de lutter contre tous les types de violence, de criminalité organisée et de terrorisme partout dans le monde qui sont contraires à l’État de droit, au respect des droits de l’homme et à l’inviolabilité de la dignité humaine.

Dans un deuxième temps, tous les États de la communauté internationale doivent prendre conjointement des mesures qui contribuent à garantir que toutes les personnes, indépendamment de leur identité ou de leur origine, aient la capacité de participer et d’être représentées dans les affaires qui les concernent, ce qui constitue une forme plus claire d’inclusion. À cette fin, il est nécessaire de renforcer les mécanismes de coopération avec les pays en développement et avec les autres organisations internationales au niveau mondial afin qu’ils puissent mener à bien toutes ces démarches en faveur de l’égalité des chances et de la non-discrimination des personnes et des groupes de personnes et en gardant à l’esprit la nécessité de préserver l’environnement qui nous entoure grâce au développement durable.

Ce n’est pas une question insignifiante. En fait, la Déclaration universelle des droits de l’homme elle-même, en plus de reconnaître dans son article 23 que la volonté du peuple est le fondement de l’autorité des pouvoirs publics, reconnaît également le droit de toute personne de prendre part au gouvernement de son pays et de le servir, soit en exerçant une fonction publique, soit, selon le cas, en élisant des représentants au moyen d’un vote secret, libre, équitable et démocratique. C’est le système le plus reconnu au niveau international dans les différentes constitutions du monde et le meilleur moyen de diffuser toutes les valeurs universelles et les principes démocratiques. Et pourquoi ? Parce que la démocratie est le meilleur instrument pour la protection de la dignité humaine et la diffusion des droits de l’homme dans n’importe quelle partie du monde.

N’oublions pas que la démocratie est une voie à double sens. La société et les pouvoirs publics doivent unir leurs forces pour construire chaque jour un avenir meilleur grâce à un dialogue pluraliste et libre dans lequel les décisions prises sont bénéfiques pour l’ensemble de la population et pas seulement pour une partie de celle-ci. Il est donc nécessaire d’encourager les processus de participation des citoyens à toutes les questions de la vie publique et de renforcer ainsi les bases d’une société juste, pluraliste, diverse et avancée, à la hauteur des défis de l’avenir.

Il y a encore beaucoup de travail à faire, beaucoup de combat à mener pour défendre l’égalité, la liberté, la justice, la démocratie, les droits de l’homme et la dignité humaine.

Nous sommes nombreux à nous réveiller chaque jour prêts à nous battre avec la conviction profonde de ce que nous croyons être juste.

Et, heureusement, nous avons de nombreuses raisons de le faire, nous avons de nombreuses raisons de continuer à nous battre, nous avons de nombreuses raisons de continuer à aller de l’avant.

En faveur de la démocratie, les raisons sont nombreuses, TOUJOURS.

🇵🇹PORTUGUÊS🇵🇹

O PODER DO POVO

Democracia. Em grego antigo, ‘δημοκρατία’ /dēmokratía/. (Poder do Povo).

Sem dúvida, esta é uma palavra que, durante séculos, tem sido enriquecida com um profundo significado. Com uma primeira pesquisa no dicionário encontramos uma primeira definição que consiste naquela «forma de governo em que o poder é exercido pela cidadania, que é detentora da soberania nacional, directamente ou através dos seus legítimos representantes».

Também pode ser entendido como aquele modelo de sociedade em que existe igualdade de direitos sem qualquer distinção com base no sexo, etnia, origem nacional, género, orientação sexual ou de género e identidade, pensamento ou qualquer outra consideração ou circunstância pessoal. Um sentido de democracia em que todos os cidadãos têm a possibilidade de participar na tomada de decisões que, de uma forma ou de outra, podem afectá-los.

Actualmente, a ideia de Democracia deve ser entendida como aquele instrumento que torna possível a existência de pluralidade social e que se expressa periodicamente em eleições livres onde os poderes públicos obtêm a sua legitimidade ao tomarem decisões que afectam a população. Mas em qualquer democracia deve haver também mecanismos e condições que permitam o respeito pelas minorias e indivíduos na protecção dos seus direitos mais básicos e fundamentais, que existem em qualquer democracia com plena separação de poderes e face a qualquer excesso ou arbitrariedade por parte das autoridades públicas quando estas procuram contar com o mero apoio da maioria na tomada de decisões. Nenhuma democracia se pode tornar uma mera ditadura numérica que ponha em perigo os direitos e liberdades de todos.

Os momentos difíceis que enfrentamos devido à pandemia de Covid-19, devem fazer-nos ver o papel indispensável da democracia para assegurar que qualquer decisão garanta o mais alto nível de consenso e participação de todos os cidadãos. Não podemos, portanto, permitir que o vírus se torne uma desculpa para limitar os direitos inerentes da população e a força da democracia. Devemos, portanto, prestar especial atenção às regiões onde a democracia ainda não está totalmente consolidada, onde a separação de poderes ainda não está claramente delimitada e onde as instituições não têm a estabilidade necessária para garantir o pleno exercício e o respeito por todos os direitos e liberdades.

No Dia Internacional da Democracia, devemos recordar, talvez mais do que nunca, que a democracia é principalmente sobre as pessoas porque se baseia na igualdade de tratamento perante a lei, na igualdade de oportunidades para participar na vida pública e privada, na inclusão de todas as pessoas, não importa quem ou o que sejam; na construção da paz entre diferentes povos, comunidades e regiões; na manutenção do espaço ambiental que nos rodeia; e, claro, acima de tudo, no respeito absoluto pela dignidade humana inviolável e pelos direitos humanos como direitos básicos e inalienáveis de cada pessoa.

Apesar da crise sanitária, devemos continuar a lutar contra as outras grandes «pandemias» de violência, ódio e discriminação, que são sem dúvida as maiores ameaças que qualquer democracia pode enfrentar. Agora mais do que nunca, devemos continuar a trabalhar para garantir um sistema de saúde adequado às necessidades de todas as pessoas, em qualquer parte do mundo. Temos também de assegurar que a falta de oportunidades não impeça milhões de crianças, jovens e adultos de terem acesso a uma educação de qualidade, a fim de desenvolverem todo o seu potencial.

É neste ponto que devemos ser capazes de enfrentar os desafios de hoje e, ao mesmo tempo, estar preparados para os desafios de amanhã. Para tal, devemos ser capazes de construir uma sociedade forte, livre, plural, pacífica e inclusiva onde a protecção dos direitos mais básicos seja algo que atravesse todo o governo e demonstre uma vocação para trabalhar para e com todos os cidadãos, sem exclusões de qualquer tipo, e de uma forma realista, coerente e transparente. Portanto, qualquer governo em qualquer democracia que se considere como tal, deve empenhar-se fielmente e sem fissuras na protecção dos direitos humanos e fundamentais da população através de mecanismos independentes do poder político e eliminando todos os vestígios de corrupção e interferência nas acções das Forças de Segurança e do Poder Judiciário.

Lamentavelmente, há demasiados casos em que pudemos ver como a nossa democracia, bem como o espaço de coexistência construído nas últimas décadas, se deteriorou a um ritmo alarmante. Pensemos no aumento do extremismo e populismo de natureza racista e xenófoba, nos ataques a migrantes e refugiados, nas agressões contra o colectivo LGTBIQ+, no ressurgimento de formas de comportamento machista contrárias aos direitos das mulheres, nos autoritarismos que censuram e perseguem diferentes identidades culturais e religiosas ou que procuram proibir todas as correntes políticas e ideológicas contrárias às mesmas, ignorando o direito à liberdade de pensamento e ao pluralismo político.

A prova mais evidente desta degradação pode ser encontrada nos defensores dos direitos e liberdades que são cruelmente perseguidos todos os dias ou sentem a pressão daqueles que se opõem à liberdade, igualdade e respeito pela diversidade, tornando o seu trabalho difícil ao ponto de verem as suas vidas seriamente ameaçadas. Representantes da sociedade civil; representantes nos vários parlamentos nacionais; activistas de organizações não governamentais que lutam pelos direitos das comunidades indígenas, pelos direitos das mulheres, pelos direitos dos migrantes e refugiados, pelos direitos da Comunidade LGTBIQ+, pelos direitos dos menores, dos doentes e dos deficientes, e pela preservação do ambiente; pelos jornalistas empenhados no direito à informação; e, sobretudo, pelos milhares de mulheres e homens, activistas anónimos, verdadeiros heróis e heroínas, que têm sido continuamente assediados, molestados e, nos casos mais extremos, sob impunidade quase total, também têm sido vil e cobardemente atacados ou violentamente assassinados. E assim tem sido, só porque defendem a Liberdade, a Justiça, a Igualdade, os Direitos Humanos e a Dignidade Humana como pilares básicos da própria essência da Democracia.

Para evitar esta degradação da Democracia, temos à nossa disposição todos os instrumentos necessários. Então, se não tomarmos as medidas necessárias para o fazer, estaremos perante uma falta de vontade política e não uma falta de capacidade jurídica. Portanto, como primeiro passo, devemos começar por erradicar todas as formas de violência contra as pessoas, pondo fim a todos os tipos de abuso, tortura ou exploração. Para tal, devemos exigir a aplicação do Estado de direito em todos os aspectos da vida política, não só a nível nacional, mas também a nível internacional, garantindo o acesso à justiça a todas as vítimas cujos direitos mais básicos tenham sido violados. Vítimas que devem receber todo o apoio das instituições de uma forma clara, determinada, eficaz e transparente, eliminando todas as formas de corrupção e reforçando as instituições através da coordenação e cooperação internacional, a fim de combater todos os tipos de violência, crime organizado e terrorismo em qualquer parte do mundo que sejam contrários ao Estado de direito, ao respeito pelos direitos humanos e à inviolabilidade da dignidade humana.

Como segundo passo, todos os Estados da Comunidade Internacional devem tomar conjuntamente medidas que contribuam para assegurar que todas as pessoas, independentemente de quem sejam ou de onde venham, tenham a capacidade de participar e estar representadas nos assuntos que as afectam como uma forma mais clara de inclusão. Para tal, é necessário reforçar os mecanismos de cooperação com os países em desenvolvimento e com as outras organizações internacionais a nível mundial, de modo a que possam levar a cabo todas essas acções em prol da igualdade de oportunidades e da não discriminação de pessoas e grupos de pessoas e tendo em conta a necessidade de preservar o ambiente à nossa volta através do desenvolvimento sustentável.

Não é uma questão trivial. De facto, a própria Declaração Universal dos Direitos Humanos, além de reconhecer no seu artigo 23 que a vontade do povo será a base da autoridade do governo, reconhece também o direito de todos de participar e servir o governo do seu país, quer exercendo cargos públicos, quer, conforme o caso, elegendo representantes num sistema de escrutínio secreto, livre, justo e democrático. Este é o sistema mais reconhecido internacionalmente nas várias constituições do mundo e o melhor meio de divulgação de todos os valores universais e princípios democráticos. E porquê? Porque a democracia é o melhor instrumento para a protecção da dignidade humana e para a divulgação dos direitos humanos em qualquer parte do mundo.

Não esqueçamos que a democracia é uma via de dois sentidos. Tanto a sociedade como as autoridades públicas devem unir forças para construir um futuro melhor todos os dias através de um diálogo pluralista e livre no qual as decisões tomadas sejam benéficas para toda a população e não apenas para uma parte dela. É portanto necessário encorajar processos de participação dos cidadãos em todos os assuntos da vida pública e assim reforçar as bases de uma sociedade justa, pluralista, diversificada e avançada que esteja à altura dos desafios do futuro.

Há ainda muito trabalho a fazer, muito a lutar pela defesa da Igualdade, Liberdade, Justiça, Democracia, Direitos Humanos e Dignidade Humana.

Há muitos de nós que acordamos todos os dias prontos para lutar a partir da plena convicção do que acreditamos ser correcto.

E, felizmente, temos muitas razões para o fazer, temos muitas razões para continuar a lutar, temos muitas razões para continuar a avançar.

A favor da Democracia temos muitas razões, SEMPRE.