(Escrito en 🇪🇸️ 🇲🇽 – Written in 🇬🇧️🇺🇸 – Scritto in 🇮🇹 – Rédigé en 🇫🇷🇨🇩- Escrito em – 🇵🇹🇧🇷)
🇪🇸️ESPAÑOL🇲🇽
Sin lugar a duda, sea cual sea la región del mundo en la que nos ubiquemos, tradicionalmente las mujeres siempre han sufrido los mayores actos de discriminación. No importa la región geográfica, la cultura o las creencias religiosas, siempre ha habido el mismo común denominador: el perjuicio para la mujer por el mero hecho de ser mujer. Una de esas tradicionales conductas, el Chhaupadi, profundamente discriminatorias para las mujeres, la encontramos en Nepal.
El Chhaupadi es una tradición cultural de origen ancestral aún muy arraigada en zonas apartadas y rurales de Nepal y, especialmente, en la Provincia de Sudurpaschim, en el noroeste del país. De acuerdo con esta tradición, que considera que la menstruación es una maldición del dios Indra, a las mujeres se las considera seres impuros durante la menstruación.
Por esta razón, las mujeres son obligadas a aislarse del resto de la comunidad en pequeños cobertizos o cabañas construidas de forma muy precaria, conocidos como “chhaupadi goth”, con prohibición total de acercarse a su familia y de participar en la vida diaria de su comunidad. Una “castigo divino” que comienza con la primera menstruación, cuyo aislamiento puede durar hasta 14 días, y que se repite hasta que la mujer llega a la menopausia. Igualmente, también se ven obligadas a aislarse durante el mismo periodo cuando dan a luz. Todo bajo la creencia de que su mera presencia puede conllevar la mala suerte o un daño irreparable para toda la comunidad.
Durante los días que deben estar bajo esta forma de aislamiento forzado, tienen prohibido entrar es sus propios hogares, tocar a otras personas, acudir a los lugares de culto o tener contacto con hombres o animales domésticos. En esos días únicamente pueden alimentarse a base de alimentos secos, sal y arroz. No pueden tomar alimentos derivados de leche, carne ni otros alimentos por temor a que “su impureza” afecte al ganado o a los cultivos. Tampoco pueden acudir a fuentes de agua, asearse o lavar su propia ropa. Ni siquiera pueden tener acceso a un libro durante su cautiverio forzado porque, en tal caso, Saraswati, la diosa de la cultura y la educación puede desatar su ira. Eso sí, a pesar del aislamiento, sí tienen obligación de trabajar realizando duras tareas en los campos de cultivo.
Esta ominosa tradición deja de lado las graves consecuencias que puede acarrear para el bienestar y la salud de las mujeres. Las cabañas y cobertizos, más allá de la profunda inestabilidad de su construcción, carecen por completo de las condiciones mínimas de higiene y deja totalmente desprotegidas a las mujeres ante las bajas temperaturas de la región, de los ataques de animales salvajes o de la violencia sexual que niñas y mujeres jóvenes pueden llegar a sufrir como consecuencia de este aislamiento forzado. Todo ello sin olvidar las negativas consecuencias que el aislamiento y la exclusión social llevan aparejadas para la salud mental de las mujeres obligadas a cumplir con la tradición.
Afortunadamente, los esfuerzos de las autoridades nepalíes, así como de entidades no gubernamentales y de defensa de los derechos humanos, han contribuido a que esta práctica sea cada vez más reducida también gracias a una mejora de los niveles educación y a los avances en materia de derechos de las mujeres en todo el país. Así pues, en 2005 el Tribunal Supremo de Nepal declaró ilegal el Chhaupadi y desde 2018 está castigado penalmente. Incluso en 2019, las autoridades ordenaron la destrucción de las chozas de chhaupadi en determinadas zonas llegando a derruir alrededor de 60 de estas construcciones. No obstante, eso no ha impedido que en algunas zonas particularmente remotas del país su práctica esté aún muy arraigada.
Por tanto, es necesario combatir el Chhaupadi desde una visión amplia de los derechos humanos y, por supuesto, desde la igualdad de género y la educación en materia de salud sexual y reproductiva para las mujeres. Sólo así podrán erradicarse los estigmas y la discriminación que arrastran las mujeres únicamente basadas en la menstruación y en el hecho de dar a luz, únicamente por ser mujeres.
Nuevamente, nos encontramos ante una muestra más de la violencia y la discriminación que sufren las mujeres por el mero hecho de ser mujer. Una forma de discriminación basada en creencias irracionales que ataca a la dignidad de las mujeres poniendo en riesgo su integridad física y emocional.
Ninguna mujer en ningún lugar del mundo debería jamás ser sometida a ninguna forma de degradación como persona.
Ninguna mujer debería ver vulnerada su dignidad como ser humano.
Porque ser mujer no es una maldición.
🇬🇧️ENGLISH🇺🇸
The curse of the Chhaupadi
Undoubtedly, whatever region of the world we are in, women have traditionally suffered the greatest acts of discrimination. No matter the geographical region, culture or religious beliefs, there has always been the same common denominator: harm to women simply because they are women. One such traditional behaviour, Chhaupadi, which is deeply discriminatory against women, can be found in Nepal.
Chhaupadi is a cultural tradition of ancestral origin still deeply rooted in remote and rural areas of Nepal, especially in the Sudurpaschim Province in the northwest of the country. According to this tradition, which considers menstruation to be a curse of the god Indra, women are considered impure during menstruation.
For this reason, women are forced to isolate themselves from the rest of the community in small, precariously constructed sheds or huts, known as «chhaupadi goth», and are forbidden to go near their families or participate in the daily life of their community. This «divine punishment» begins with the first menstruation, which can last up to 14 days in isolation, and is repeated until the woman reaches menopause. They are also forced to isolate themselves for the same period when they give birth. All in the belief that their mere presence may bring bad luck or irreparable harm to the whole community.
During the days they must be in this form of forced isolation, they are forbidden to enter their own homes, touch other people, go to places of worship or have contact with men or domestic animals. On these days they may only eat dry food, salt and rice. They may not eat food derived from milk, meat or other foodstuffs for fear that «their impurity» will affect livestock or crops. Nor can they go to water sources, wash themselves or their own clothes. They cannot even have access to a book during their forced captivity because Saraswati, the goddess of culture and education, may unleash her wrath. However, despite their isolation, they are obliged to work hard labour in the fields.
This ominous tradition ignores the serious consequences it can have on women’s well-being and health. The huts and sheds, beyond the profound instability of their construction, completely lack the minimum conditions of hygiene and leave the women totally unprotected from the region’s low temperatures, from attacks by wild animals or from the sexual violence that girls and young women can suffer as a result of this forced isolation. Not to mention the negative consequences that isolation and social exclusion have on the mental health of women forced to comply with tradition.
Fortunately, the efforts of the Nepalese authorities, as well as non-governmental and human rights organisations, have contributed to a reduction in this practice, also thanks to improved levels of education and advances in women’s rights throughout the country. Thus, in 2005 the Supreme Court of Nepal declared Chhaupadi illegal and since 2018 it has been criminally punishable. Even in 2019, the authorities ordered the destruction of chhaupadi huts in certain areas and demolished around 60 of these constructions. However, this has not prevented the practice from remaining deeply rooted in some particularly remote areas of the country.
It is therefore necessary to combat Chhaupadi from a broad human rights perspective and, of course, from the perspective of gender equality and sexual and reproductive health education for women. This is the only way to eradicate stigma and discrimination against women based solely on menstruation and the fact of giving birth, just because they are women.
Once again, we are faced with yet another example of the violence and discrimination that women suffer simply because they are women. A form of discrimination based on irrational beliefs that attacks women’s dignity and puts their physical and emotional integrity at risk.
No woman anywhere in the world should ever be subjected to any form of degradation as a person.
No woman should have her dignity as a human being violated.
Because being a woman is not a curse.
🇮🇹ITALIANO🇮🇹
La maledizione del Chhaupadi
Senza dubbio, in qualsiasi regione del mondo ci troviamo, le donne hanno tradizionalmente subito i maggiori atti di discriminazione. Indipendentemente dalla regione geografica, dalla cultura o dal credo religioso, c’è sempre stato lo stesso comune denominatore: il danno alle donne per il solo fatto di essere donne. Uno di questi comportamenti tradizionali, il Chhaupadi, profondamente discriminatorio nei confronti delle donne, si trova in Nepal.
Il chhaupadi è una tradizione culturale di origine ancestrale ancora profondamente radicata nelle aree remote e rurali del Nepal, soprattutto nella provincia di Sudurpaschim, nel nord-ovest del Paese. Secondo questa tradizione, che considera le mestruazioni una maledizione del dio Indra, le donne sono considerate impure durante le mestruazioni.
Per questo motivo, le donne sono costrette a isolarsi dal resto della comunità in piccoli capannoni o capanne costruiti in modo precario, noti come «chhaupadi goth», e non possono avvicinarsi alle loro famiglie o partecipare alla vita quotidiana della comunità. Questa «punizione divina» inizia con la prima mestruazione, che può durare fino a 14 giorni in isolamento, e si ripete fino a quando la donna raggiunge la menopausa. Sono costrette a isolarsi per lo stesso periodo anche quando partoriscono. Il tutto nella convinzione che la loro sola presenza possa portare sfortuna o danni irreparabili all’intera comunità.
Durante i giorni in cui devono rimanere in questa forma di isolamento forzato, è vietato loro entrare in casa, toccare altre persone, andare in luoghi di culto o avere contatti con uomini o animali domestici. In questi giorni possono mangiare solo cibo secco, sale e riso. Non possono mangiare cibi derivati dal latte, dalla carne o da altri alimenti per paura che la «loro impurità» influisca sul bestiame o sui raccolti. Non possono nemmeno andare alle fonti d’acqua, lavarsi o lavare i propri vestiti. Non possono nemmeno avere accesso a un libro durante la loro prigionia forzata perché Saraswati, la dea della cultura e dell’educazione, potrebbe scatenare la sua ira. Tuttavia, nonostante l’isolamento, sono obbligate a lavorare duramente nei campi.
Questa sinistra tradizione ignora le gravi conseguenze che può avere sul benessere e sulla salute delle donne. Le capanne e le baracche, al di là della profonda instabilità della loro costruzione, mancano completamente delle condizioni minime di igiene e lasciano le donne totalmente prive di protezione dalle basse temperature della regione, dagli attacchi degli animali selvatici o dalle violenze sessuali che le ragazze e le giovani donne possono subire a causa di questo isolamento forzato. Per non parlare delle conseguenze negative che l’isolamento e l’esclusione sociale hanno sulla salute mentale delle donne costrette a rispettare la tradizione.
Fortunatamente, gli sforzi delle autorità nepalesi, così come delle organizzazioni non governative e per i diritti umani, hanno contribuito a ridurre questa pratica, anche grazie al miglioramento dei livelli di istruzione e ai progressi nei diritti delle donne in tutto il Paese. Così, nel 2005 la Corte Suprema del Nepal ha dichiarato illegale il chhaupadi e dal 2018 è penalmente perseguibile. Anche nel 2019 le autorità hanno ordinato la distruzione delle capanne chhaupadi in alcune aree e hanno demolito circa 60 di queste costruzioni. Tuttavia, questo non ha impedito che la pratica rimanesse profondamente radicata in alcune aree particolarmente remote del Paese.
È quindi necessario combattere il chhaupadi da un’ampia prospettiva di diritti umani e, naturalmente, dalla prospettiva dell’uguaglianza di genere e dell’educazione alla salute sessuale e riproduttiva delle donne. Questo è l’unico modo per sradicare lo stigma e la discriminazione nei confronti delle donne basati esclusivamente sulle mestruazioni e sul fatto di partorire, solo perché sono donne.
Ancora una volta, ci troviamo di fronte all’ennesimo esempio di violenza e discriminazione che le donne subiscono solo perché sono donne. Una forma di discriminazione basata su convinzioni irrazionali che attacca la dignità delle donne e mette a rischio la loro integrità fisica ed emotiva.
Nessuna donna, in nessuna parte del mondo, dovrebbe mai essere sottoposta ad alcuna forma di degradazione come persona.
Nessuna donna dovrebbe vedere violata la propria dignità di essere umano.
Perché essere donna non è una maledizione.
🇫🇷FRANÇAIS🇨🇩
La malédiction du Chhaupadi
Il ne fait aucun doute que, quelle que soit la région du monde où nous nous trouvons, les femmes ont traditionnellement subi les actes de discrimination les plus graves. Quelles que soient la région géographique, la culture ou les croyances religieuses, le dénominateur commun est toujours le même : les femmes subissent des préjudices simplement parce qu’elles sont des femmes. L’un de ces comportements traditionnels, le Chhaupadi, profondément discriminatoire à l’égard des femmes, se retrouve au Népal.
Le Chhaupadi est une tradition culturelle d’origine ancestrale encore profondément ancrée dans les régions rurales et reculées du Népal, en particulier dans la province de Sudurpaschim, dans le nord-ouest du pays. Selon cette tradition, qui considère les menstruations comme une malédiction du dieu Indra, les femmes sont considérées comme impures pendant leurs règles.
Pour cette raison, les femmes sont contraintes de s’isoler du reste de la communauté dans de petites cabanes ou huttes précaires, appelées «chhaupadi goth», et n’ont pas le droit de s’approcher de leur famille ou de participer à la vie quotidienne de leur communauté. Cette «punition divine» commence dès les premières règles, qui peuvent durer jusqu’à 14 jours en isolement, et se répète jusqu’à ce que la femme atteigne la ménopause. Elles sont également contraintes de s’isoler pendant la même période lorsqu’elles accouchent. Tout cela dans la croyance que leur simple présence peut porter malheur ou causer des dommages irréparables à l’ensemble de la communauté.
Pendant les jours où elles doivent rester dans cette forme d’isolement forcé, il leur est interdit d’entrer dans leur propre maison, de toucher d’autres personnes, de se rendre dans des lieux de culte ou d’avoir des contacts avec des hommes ou des animaux domestiques. Pendant ces jours, elles ne peuvent manger que des aliments secs, du sel et du riz. Ils ne peuvent pas manger d’aliments dérivés du lait, de la viande ou d’autres denrées alimentaires, de peur que «leur impureté» n’affecte le bétail ou les récoltes. Ils ne peuvent pas non plus aller aux points d’eau, se laver ou laver leurs vêtements. Elles ne peuvent même pas avoir accès à un livre pendant leur captivité forcée, car Saraswati, la déesse de la culture et de l’éducation, pourrait déclencher sa colère. Cependant, malgré leur isolement, ils sont obligés de travailler durement dans les champs.
Cette sinistre tradition ignore les graves conséquences qu’elle peut avoir sur le bien-être et la santé des femmes. Les huttes et les cabanes, outre la profonde instabilité de leur construction, manquent totalement des conditions minimales d’hygiène et laissent les femmes sans aucune protection contre les basses températures de la région, contre les attaques d’animaux sauvages ou contre les violences sexuelles que les filles et les jeunes femmes peuvent subir du fait de cet isolement forcé. Sans parler des conséquences négatives de l’isolement et de l’exclusion sociale sur la santé mentale des femmes contraintes de se conformer à la tradition.
Heureusement, les efforts des autorités népalaises, ainsi que des organisations non gouvernementales et de défense des droits humains, ont contribué à réduire cette pratique, notamment grâce à l’amélioration du niveau d’éducation et aux progrès des droits des femmes dans l’ensemble du pays. Ainsi, en 2005, la Cour suprême du Népal a déclaré le Chhaupadi illégal et, depuis 2018, il est pénalement sanctionné. Même en 2019, les autorités ont ordonné la destruction des huttes de chhaupadi dans certaines zones et ont démoli une soixantaine de ces constructions. Cela n’a pas empêché la pratique de rester profondément ancrée dans certaines régions particulièrement reculées du pays.
Il est donc nécessaire de lutter contre le chhaupadi dans une perspective large de droits de l’homme et, bien sûr, dans une perspective d’égalité des sexes et d’éducation à la santé sexuelle et reproductive des femmes. C’est le seul moyen d’éradiquer la stigmatisation et la discrimination à l’égard des femmes fondées uniquement sur les menstruations et le fait d’accoucher, simplement parce qu’elles sont des femmes.
Une fois de plus, nous sommes confrontés à un nouvel exemple de la violence et de la discrimination que subissent les femmes simplement parce qu’elles sont des femmes. Une forme de discrimination basée sur des croyances irrationnelles qui porte atteinte à la dignité des femmes et met en péril leur intégrité physique et émotionnelle.
Aucune femme, où que ce soit dans le monde, ne devrait jamais être soumise à une quelconque forme de dégradation en tant que personne.
Aucune femme ne devrait voir sa dignité d’être humain bafouée.
Parce qu’être une femme n’est pas une malédiction.
🇵🇹PORTUGUÊS🇧🇷
A maldição do Chhaupadi
Não há dúvida de que, seja qual for a região do mundo em que nos encontremos, as mulheres têm sofrido tradicionalmente os maiores actos de discriminação. Independentemente da região geográfica, da cultura ou das crenças religiosas, sempre houve o mesmo denominador comum: prejudicar as mulheres pelo simples facto de serem mulheres. Um desses comportamentos tradicionais, o Chhaupadi, que é profundamente discriminatório contra as mulheres, pode ser encontrado no Nepal.
O Chhaupadi é uma tradição cultural de origem ancestral ainda profundamente enraizada nas zonas remotas e rurais do Nepal, especialmente na província de Sudurpaschim, no noroeste do país. De acordo com esta tradição, que considera a menstruação uma maldição do deus Indra, as mulheres são consideradas impuras durante a menstruação.
Por esta razão, as mulheres são obrigadas a isolar-se do resto da comunidade em pequenos barracões ou cabanas precariamente construídos, conhecidos como «chhaupadi goth», e são proibidas de se aproximarem das suas famílias ou de participarem na vida quotidiana da sua comunidade. Este «castigo divino» começa com a primeira menstruação, que pode durar até 14 dias em isolamento, e repete-se até a mulher atingir a menopausa. Elas também são obrigadas a se isolar pelo mesmo período quando dão à luz. Tudo na crença de que a sua simples presença pode trazer má sorte ou danos irreparáveis a toda a comunidade.
Durante os dias em que têm de estar nesta forma de isolamento forçado, estão proibidas de entrar em casa, tocar noutras pessoas, ir a locais de culto ou ter contacto com homens ou animais domésticos. Durante esses dias, só podem comer alimentos secos, sal e arroz. Não podem ingerir alimentos derivados do leite, da carne ou de outros géneros alimentícios, por receio de que «a sua impureza» afecte o gado ou as colheitas. Também não podem ir a fontes de água, lavar-se ou lavar a sua própria roupa. Não podem sequer ter acesso a um livro durante o seu cativeiro forçado, porque Saraswati, a deusa da cultura e da educação, pode desencadear a sua ira. No entanto, apesar do seu isolamento, são obrigadas a trabalhar arduamente nos campos.
Esta tradição sinistra ignora as graves consequências que pode ter no bem-estar e na saúde das mulheres. As cabanas e barracas, para além da profunda instabilidade da sua construção, carecem completamente das condições mínimas de higiene e deixam as mulheres totalmente desprotegidas das baixas temperaturas da região, dos ataques de animais selvagens ou da violência sexual que as raparigas e jovens mulheres podem sofrer devido a este isolamento forçado. Para não falar das consequências negativas que o isolamento e a exclusão social têm na saúde mental das mulheres obrigadas a cumprir a tradição.
Felizmente, os esforços das autoridades nepalesas, bem como das organizações não governamentais e de defesa dos direitos humanos, contribuíram para uma redução desta prática, graças também à melhoria dos níveis de educação e aos avanços nos direitos das mulheres em todo o país. Assim, em 2005, o Supremo Tribunal do Nepal declarou o Chhaupadi ilegal e, desde 2018, é punível criminalmente. Já em 2019, as autoridades ordenaram a destruição das cabanas de chhaupadi em certas áreas e demoliram cerca de 60 dessas construções. No entanto, tal não impediu que a prática continuasse profundamente enraizada em algumas zonas particularmente remotas do país.
É, pois, necessário combater a chhaupadi numa perspetiva alargada de direitos humanos e, naturalmente, na perspetiva da igualdade de género e da educação para a saúde sexual e reprodutiva das mulheres. Esta é a única forma de erradicar o estigma e a discriminação contra as mulheres com base apenas na menstruação e no facto de darem à luz, só porque são mulheres.
Mais uma vez, estamos perante mais um exemplo da violência e da discriminação de que são alvo as mulheres pelo simples facto de serem mulheres. Uma discriminação baseada em crenças irracionais que atenta contra a dignidade das mulheres e põe em causa a sua integridade física e emocional.
Nenhuma mulher, em nenhum lugar do mundo, deveria ser submetida a qualquer forma de degradação como pessoa.
Nenhuma mulher deve ver a sua dignidade como ser humano violada.
Porque ser mulher não é uma maldição.