Las Lágrimas de todo un país

(Escrito en 🇪🇸🇲🇽 – Written in 🇬🇧🇺🇸 – Scritto in 🇮🇹 – Rédigé en 🇫🇷🇨🇩 – Escrito em 🇧🇷🇵🇹)

🇪🇸ESPAÑOL🇲🇽

Hace hoy 20 años, el mundo se detuvo en Madrid de la forma más dramática posible. El 11 de marzo de 2004, 192 personas perdieron la vida y más de 2000 resultaron heridas en los atentados perpetrados en varios trenes de distintas estaciones. En total, 10 explosiones en 4 trenes que dejaron una cicatriz imborrable en la historia reciente de España y en los corazones de quienes perdieron a sus seres queridos y de todas las víctimas que resultaron heridas.

En mitad del dolor y la confusión que siguieron a los ataques, surgió un ambiente de desinformación que rápidamente se extendió por toda la sociedad española. En particular se denunciaron los intentos de manipulación deliberada por parte del gobierno de José María Aznar en relación con la autoría de los atentados. Así, las semanas posteriores a los ataques estuvieron marcadas por la controversia y la especulación sobre quiénes habían sido los responsables que aquella atrocidad. Algo que se extendió durante años y que todavía perdura en la actualidad.

En un primer momento gobierno apuntó a la organización terrorista ETA como autora de los atentados. La banda terrorista había sido durante décadas responsable de numerosos actos terroristas en España – con más de 850 víctimas asesinadas – y pronto se dio como cierta su autoría. Sin embargo, a medida que avanzaban las horas y se recopilaba más información, se determinó que los atentados del 11 de marzo tenían detrás a una célula terroristas vinculada específicamente con Al-Qaeda que habría cometido el atentado a modo de represalia en contra de España por su participación en la Guerra de Iraq. Este cambio en la narrativa acerca de la autoría de los atentados generó un enorme malestar en la opinión pública que cuestionó la gestión del gobierno y la información ofrecida en durante las primeras horas.

Con el país sumido en el dolor más absoluto, la evidente desinformación deliberada y los intentos de manipulación no solo afectaron la percepción de la realidad por parte de la población, también afectó al clima político del momento y que, en cierta medida, se ha mantenido a lo largo de estas dos décadas. Todo ello bajo la cercanía de unas elecciones generales que supusieron un inesperado vuelco electoral debido al aumento de la sensibilidad y el descontento en torno a la información oficial acerca de autoría de los atentados y a la enorme desconfianza hacia las declaraciones oficiales ofrecidas por la autoridades.

El gobierno de José María Aznar – que no optaba a la reelección -, en un intento de mantener la cohesión del relato ofrecido unel control de la situación para, posiblemente, evitar repercusiones políticas, fue duramente criticado por el manejo de la información. Así, se cuestionó la enorme rapidez con la que se atribuyeron los ataques a ETA sin que hubiesen pruebas de solidez que así lo sustentaran, lo que contribuyó a la difusión de numerosas teorías conspirativas y fundadas sospechas sobre posibles motivaciones políticas deliberadamente ocultadas detrás de la versión oficial.

La sociedad española, sumida en la conmoción y el duelo por las víctimas, se vio dividida entre quienes creían en la versión inicial del gobierno y quienes exigían una investigación más profunda, detallada y transparente. La sociedad exigía saber la verdad, una verdad que fue ocultada por intereses partidistas.

Sea como fuere, la tragedia de los atentados del 11 de marzo dejó profundas cicatrices emocionales que tardarán décadas en sanar. Y también se puso de manifiesto la enorme vulnerabilidad y alto riesgo de manipulación que puede afectar a informaciones sensibles en tiempos convulsos o de fuerte dolor y crisis. Todo el país lloraba por las víctimas al tiempo que pedía transparencia a sus gobernantes. Era lo mínimo que se podía exigir y ese mínimo era simplemente la verdad.

Finamente, las investigaciones de los años posteriores determinaron claramente la conexión de los atentados con células terroristas vinculadas a Al-Qaeda. El juicio posterior realizado a sus autores, salvo a aquellos que murieron en la voladura del piso de Leganés donde se refugiaban y en donde murió uno de los agente de los GEO, determinó claramente no sólo quién estaba detrás, también puso de manifiesto la necesidad de luchar en contra de la desinformación intencionada que, por desgracia, sigue muy presente en nuestra sociedad.

Las teorías seguirán circulando, muchas de ellas sin la más mínima prueba o base racional, pero lo único indudable es el homenaje que debemos brindar como sociedad a quienes perdieron la vida, a las personas supervivientes, a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad y a decenas de personas anónimas que no dudaron en asistir a las víctimas en los primeros momentos de aquel escenario dantesco de dolor y muerte.

Hoy nuestra memoria debe rendir tributo, dejando a un lado todas las diferencias.

Porque nuestras lágrimas fueron las lágrimas de todo un país.

Y aún lo son.

🇬🇧ENGLISH🇺🇸

THE TEARS OF AN ENTIRE COUNTRY

Twenty years ago today, the world came to a halt in Madrid in the most dramatic way possible. On 11 March 2004, 192 people lost their lives and more than 2,000 were injured in the attacks on several trains in different stations. In total, 10 explosions on 4 trains left an indelible scar in Spain’s recent history and in the hearts of those who lost their loved ones and all the victims who were injured.

In the midst of the grief and confusion that followed the attacks, an atmosphere of misinformation arose that quickly spread throughout Spanish society. In particular, attempts at deliberate manipulation by the government of José María Aznar regarding the authorship of the attacks were denounced. Thus, the weeks following the attacks were marked by controversy and speculation about who had been responsible for the atrocity. This went on for years and continues to this day.

At first, the government pointed to the terrorist organisation ETA as the perpetrator of the attacks. The terrorist group had for decades been responsible for numerous terrorist acts in Spain – with more than 850 victims killed – and its authorship was soon assumed to be certain. However, as the hours passed and more information was gathered, it was determined that the 11 March attacks were the work of a terrorist cell specifically linked to al-Qaeda that had committed the attack in retaliation against Spain for its involvement in the Iraq War. This change in the narrative about the authorship of the attacks generated enormous public unease and public opinion questioned the government’s handling of the case and the information provided in the first few hours.

With the country grief-stricken, the obvious deliberate misinformation and attempts at manipulation not only affected the public’s perception of reality, but also affected the political climate at the time, which to some extent has been maintained throughout these two decades. All of this in the run-up to the general elections, which brought about an unexpected electoral turnaround due to increased sensitivity and dissatisfaction with the official information about the perpetrators of the attacks and the enormous distrust of the official statements made by the authorities.

The government of José María Aznar – who was not running for re-election -, in an attempt to maintain the cohesion of the narrative by offering control of the situation, possibly to avoid political repercussions, was heavily criticised for its handling of the information. The speed with which the attacks were attributed to ETA without solid evidence to support this was questioned, contributing to the spread of numerous conspiracy theories and well-founded suspicions about possible political motivations deliberately hidden behind the official version.

Spanish society, in shock and mourning for the victims, was divided between those who believed the government’s initial version and those who demanded a deeper, more detailed and transparent investigation. Society demanded to know the truth, a truth that was hidden by partisan interests.

Be that as it may, the tragedy of the 11 March attacks left deep emotional scars that will take decades to heal. And it also revealed the enormous vulnerability and high risk of manipulation that can affect sensitive information in times of upheaval or great pain and crisis. The whole country mourned for the victims while demanding transparency from those in power. It was the minimum that could be demanded, and that minimum was simply the truth.

Finally, investigations in the years that followed clearly established the connection of the attacks to terrorist cells linked to Al-Qaeda. The subsequent trial of the perpetrators, with the exception of those who died in the bombing of the Leganés flat where they were taking refuge and where one of the GEO agents died, clearly determined not only who was behind them, but also highlighted the need to fight against the intentional disinformation that, unfortunately, is still very present in our society.

Theories will continue to circulate, many of them without the slightest proof or rational basis, but the only unquestionable thing is the tribute we must pay as a society to those who lost their lives, to the survivors, to the Security Forces and Corps and dozens of anonymous people who did not hesitate to assist the victims in the first moments of that Dantesque scene of pain and death.

Today our memory must pay tribute, leaving aside all differences.

Because our tears were the tears of an entire country.

And they still are.

🇮🇹ITALIANO🇮🇹

LE LACRIME DI UN INTERO PAESE

Vent’anni fa, il mondo si è fermato a Madrid nel modo più drammatico possibile. L’11 marzo 2004, 192 persone persero la vita e più di 2.000 rimasero ferite negli attacchi a diversi treni in diverse stazioni. In totale, 10 esplosioni su 4 treni hanno lasciato una cicatrice indelebile nella storia recente della Spagna e nei cuori di coloro che hanno perso i loro cari e di tutte le vittime rimaste ferite.

Nel mezzo del dolore e della confusione che hanno seguito gli attentati, si è creata un’atmosfera di disinformazione che si è rapidamente diffusa in tutta la società spagnola. In particolare, sono stati denunciati i tentativi di manipolazione deliberata da parte del governo di José María Aznar riguardo alla paternità degli attentati. Così, le settimane successive agli attentati furono segnate da polemiche e speculazioni sui responsabili dell’atrocità. Questa situazione si è protratta per anni e continua tuttora.

In un primo momento, il governo indicò nell’organizzazione terroristica ETA l’autore degli attacchi. Il gruppo terroristico si era reso responsabile per decenni di numerosi atti terroristici in Spagna – con oltre 850 vittime – e la sua paternità fu presto data per certa. Tuttavia, con il passare delle ore e la raccolta di ulteriori informazioni, è stato stabilito che gli attentati dell’11 marzo erano opera di una cellula terroristica specificamente legata ad Al-Qaeda, che aveva commesso l’attacco come rappresaglia contro la Spagna per il suo coinvolgimento nella guerra in Iraq. Questo cambiamento nella narrativa sulla paternità degli attacchi ha generato un enorme disagio nell’opinione pubblica, che ha messo in discussione la gestione del caso da parte del governo e le informazioni fornite nelle prime ore.

Con il Paese in lutto, l’evidente disinformazione deliberata e i tentativi di manipolazione non solo influirono sulla percezione della realtà da parte del pubblico, ma influenzarono anche il clima politico dell’epoca, che in parte si è mantenuto negli ultimi due decenni. Tutto questo nel periodo che precede le elezioni politiche, che hanno portato a un’inaspettata svolta elettorale dovuta alla maggiore sensibilità e insoddisfazione nei confronti delle informazioni ufficiali sugli autori degli attentati e all’enorme sfiducia nelle dichiarazioni ufficiali delle autorità.

Il governo di José María Aznar – che non era in corsa per la rielezione -, nel tentativo di mantenere la coesione della narrazione offrendo il controllo della situazione per evitare eventuali ripercussioni politiche, è stato duramente criticato per la gestione delle informazioni. La rapidità con cui gli attentati sono stati attribuiti all’ETA senza che vi fossero prove solide a sostegno è stata messa in discussione, contribuendo alla diffusione di numerose teorie cospirative e di sospetti fondati su possibili motivazioni politiche deliberatamente nascoste dietro la versione ufficiale.

La società spagnola, sotto shock e in lutto per le vittime, si divise tra chi credeva alla versione iniziale del governo e chi chiedeva un’indagine più approfondita, dettagliata e trasparente. La società chiedeva di conoscere la verità, una verità che era stata nascosta da interessi di parte.

Comunque sia, la tragedia degli attacchi dell’11 marzo ha lasciato profonde cicatrici emotive che richiederanno decenni per essere rimarginate. E ha anche rivelato l’enorme vulnerabilità e l’alto rischio di manipolazione che può colpire le informazioni sensibili in tempi di sconvolgimento o di grande dolore e crisi. L’intero Paese ha pianto per le vittime e ha chiesto trasparenza a chi è al potere. Era il minimo che si potesse chiedere, e quel minimo era semplicemente la verità.

Infine, le indagini condotte negli anni successivi hanno stabilito chiaramente il collegamento degli attentati a cellule terroristiche legate ad Al-Qaeda. Il successivo processo agli autori, ad eccezione dei morti nell’attentato all’appartamento di Leganés in cui si erano rifugiati e in cui morì uno degli agenti della GEO, ha chiaramente determinato non solo chi fosse il mandante, ma ha anche evidenziato la necessità di lottare contro la disinformazione intenzionale che, purtroppo, è ancora molto presente nella nostra società.

Continueranno a circolare teorie, molte delle quali prive della benché minima prova o base razionale, ma l’unica cosa indiscutibile è il tributo che dobbiamo rendere come società a coloro che hanno perso la vita, ai sopravvissuti, alle Forze di Sicurezza e ai Corpi e alle decine di persone anonime che non hanno esitato a soccorrere le vittime nei primi momenti di quella scena dantesca di dolore e morte.

Oggi la nostra memoria deve rendere omaggio, lasciando da parte tutte le differenze.

Perché le nostre lacrime erano le lacrime di un intero Paese.

E lo sono ancora.

🇫🇷FRANÇAIS🇨🇩

LES LARMES DE TOUT UN PAYS

Il y a vingt ans aujourd’hui, le monde s’est arrêté à Madrid de la manière la plus dramatique qui soit. Le 11 mars 2004, 192 personnes ont perdu la vie et plus de 2 000 ont été blessées dans les attentats perpétrés contre plusieurs trains dans différentes gares. Au total, 10 explosions dans 4 trains ont laissé une cicatrice indélébile dans l’histoire récente de l’Espagne et dans le cœur de ceux qui ont perdu leurs proches et de toutes les victimes qui ont été blessées.

Dans la douleur et la confusion qui ont suivi les attentats, une atmosphère de désinformation s’est installée et s’est rapidement répandue dans la société espagnole. En particulier, les tentatives de manipulation délibérée du gouvernement de José María Aznar quant à la paternité des attentats ont été dénoncées. Ainsi, les semaines qui ont suivi les attentats ont été marquées par la controverse et la spéculation sur les responsables de l’atrocité. Cela a duré des années et se poursuit encore aujourd’hui.

Dans un premier temps, le gouvernement a désigné l’organisation terroriste ETA comme l’auteur des attentats. Le groupe terroriste était responsable depuis des décennies de nombreux actes terroristes en Espagne – avec plus de 850 victimes tuées – et sa paternité a rapidement été considérée comme certaine. Cependant, au fil des heures et des informations recueillies, il a été établi que les attentats du 11 mars étaient l’œuvre d’une cellule terroriste spécifiquement liée à Al-Qaïda, qui avait commis l’attentat en représailles contre l’Espagne pour son implication dans la guerre d’Irak. Ce changement dans l’explication de l’origine des attentats a suscité un énorme malaise dans l’opinion publique, qui a remis en question la gestion de l’affaire par le gouvernement et les informations fournies au cours des premières heures.

Dans un pays endeuillé, la désinformation délibérée évidente et les tentatives de manipulation ont non seulement affecté la perception de la réalité par le public, mais aussi le climat politique de l’époque, qui, dans une certaine mesure, s’est maintenu tout au long des deux dernières décennies. Tout cela à l’approche des élections générales, qui ont provoqué un revirement électoral inattendu en raison de la sensibilité et de l’insatisfaction accrues à l’égard des informations officielles sur les auteurs des attentats et de l’énorme méfiance à l’égard des déclarations officielles faites par les autorités.

Le gouvernement de José María Aznar – qui n’était pas candidat à sa réélection – a été sévèrement critiqué pour sa gestion de l’information, dans une tentative de maintenir la cohésion du récit en offrant un contrôle de la situation afin d’éviter éventuellement des répercussions politiques. La rapidité avec laquelle les attentats ont été attribués à l’ETA, sans preuve solide à l’appui, a été mise en cause, contribuant à la diffusion de nombreuses théories de la conspiration et de soupçons fondés sur d’éventuelles motivations politiques délibérément cachées derrière la version officielle.

La société espagnole, sous le choc et en deuil des victimes, était divisée entre ceux qui croyaient la version initiale du gouvernement et ceux qui exigeaient une enquête plus approfondie, plus détaillée et plus transparente. La société exigeait de connaître la vérité, une vérité cachée par des intérêts partisans.

Quoi qu’il en soit, la tragédie des attentats du 11 mars a laissé de profondes cicatrices émotionnelles qui mettront des décennies à se refermer. Elle a également révélé l’énorme vulnérabilité et le risque élevé de manipulation qui peuvent affecter les informations sensibles en période de bouleversement ou de grande douleur et de crise. Le pays tout entier a pleuré les victimes tout en exigeant la transparence de la part des dirigeants. C’était le minimum que l’on pouvait exiger, et ce minimum, c’était tout simplement la vérité.

Enfin, les enquêtes menées dans les années qui ont suivi ont clairement établi le lien entre les attentats et les cellules terroristes liées à Al-Qaida. Le procès ultérieur des auteurs, à l’exception de ceux qui sont morts dans l’attentat à la bombe contre l’appartement de Leganés où ils s’étaient réfugiés et où l’un des agents de GEO a trouvé la mort, a clairement déterminé non seulement qui était derrière ces attentats, mais a également mis en évidence la nécessité de lutter contre la désinformation intentionnelle qui, malheureusement, est encore très présente dans notre société.

Les théories continueront à circuler, beaucoup d’entre elles sans la moindre preuve ou base rationnelle, mais la seule chose incontestable est l’hommage que nous devons rendre en tant que société à ceux qui ont perdu la vie, aux survivants, aux forces et corps de sécurité et aux dizaines d’anonymes qui n’ont pas hésité à aider les victimes dans les premiers instants de cette scène dantesque de douleur et de mort.

Aujourd’hui, notre mémoire doit rendre hommage, au-delà des différences.

Parce que nos larmes étaient les larmes de tout un pays.

Et elles le sont encore.

🇵🇹PORTUGUÊS🇧🇷

AS LÁGRIMAS DE UM PAÍS INTEIRO

Faz hoje vinte anos que o mundo parou em Madrid da forma mais dramática possível. No dia 11 de março de 2004, 192 pessoas perderam a vida e mais de 2.000 ficaram feridas nos ataques a vários comboios em diferentes estações. No total, 10 explosões em 4 comboios deixaram uma marca indelével na história recente de Espanha e nos corações daqueles que perderam os seus entes queridos e de todas as vítimas que ficaram feridas.

No meio da dor e da confusão que se seguiram aos atentados, criou-se um clima de desinformação que rapidamente se espalhou pela sociedade espanhola. Em particular, foram denunciadas as tentativas de manipulação deliberada por parte do governo de José María Aznar relativamente à autoria dos atentados. Assim, as semanas que se seguiram aos atentados foram marcadas pela polémica e pela especulação sobre a autoria da atrocidade. Esta situação prolongou-se durante anos e continua até aos dias de hoje.

Numa primeira fase, o Governo apontou a organização terrorista ETA como autora dos atentados. O grupo terrorista tinha sido responsável durante décadas por numerosos actos terroristas em Espanha – com mais de 850 vítimas mortais – e a sua autoria foi logo assumida como certa. No entanto, com o passar das horas e a recolha de mais informações, chegou-se à conclusão de que os atentados de 11 de março tinham sido obra de uma célula terrorista ligada especificamente à Al-Qaeda, que tinha cometido o atentado como forma de retaliação contra a Espanha pelo seu envolvimento na Guerra do Iraque. Esta alteração da narrativa sobre a autoria dos atentados gerou um enorme mal-estar na opinião pública, que pôs em causa a forma como o Governo geriu o caso e as informações fornecidas nas primeiras horas.

Com o país de luto, a óbvia desinformação deliberada e as tentativas de manipulação não só afectaram a perceção da realidade por parte do público, como também afectaram o clima político da época, que de certa forma se manteve ao longo das últimas duas décadas. Tudo isto em vésperas de eleições gerais, que provocaram uma inesperada reviravolta eleitoral devido a uma maior sensibilidade e insatisfação com a informação oficial sobre os autores dos atentados e a uma enorme desconfiança em relação às declarações oficiais das autoridades.

O governo de José María Aznar – que não era candidato à reeleição -, numa tentativa de manter a coesão da narrativa, oferecendo o controlo da situação para eventualmente evitar repercussões políticas, foi duramente criticado pela forma como geriu a informação. A rapidez com que os atentados foram atribuídos à ETA, sem provas sólidas que o sustentassem, foi posta em causa, contribuindo para a disseminação de inúmeras teorias da conspiração e suspeitas fundadas sobre possíveis motivações políticas deliberadamente escondidas por detrás da versão oficial.

A sociedade espanhola, em choque e de luto pelas vítimas, dividiu-se entre os que acreditavam na versão inicial do governo e os que exigiam uma investigação mais profunda, pormenorizada e transparente. A sociedade exigia saber a verdade, uma verdade que era escondida por interesses partidários.

Seja como for, a tragédia dos atentados de 11 de março deixou marcas emocionais profundas que levarão décadas a sarar. E revelou também a enorme vulnerabilidade e o elevado risco de manipulação que pode afetar a informação sensível em momentos de convulsão ou de grande dor e crise. O país inteiro chorou as vítimas e exigiu transparência aos detentores do poder. Era o mínimo que se podia exigir, e esse mínimo era simplesmente a verdade.

Finalmente, os inquéritos efectuados nos anos seguintes estabeleceram claramente a ligação dos atentados a células terroristas ligadas à Al-Qaeda. O subsequente julgamento dos autores dos atentados, com exceção dos que morreram no atentado à bomba contra o apartamento de Leganés onde se refugiavam e onde morreu um dos agentes do GEO, determinou claramente não só quem estava por detrás deles, mas também pôs em evidência a necessidade de lutar contra a desinformação intencional que, infelizmente, ainda está muito presente na nossa sociedade.

As teorias continuarão a circular, muitas delas sem a mínima prova ou fundamento racional, mas a única coisa inquestionável é a homenagem que devemos prestar, enquanto sociedade, aos que perderam a vida, aos sobreviventes, às Forças e Corpos de Segurança e às dezenas de anónimos que não hesitaram em socorrer as vítimas nos primeiros momentos daquela cena dantesca de dor e morte.

Hoje a nossa memória deve prestar homenagem, deixando de lado todas as diferenças.

Porque as nossas lágrimas foram as lágrimas de um país inteiro.

E continuam a sê-lo.

Deja un comentario